Presentaron Jerga y modismos de Guerrero, México, diccionario de Salomón García
El autor, luchador social que busca conservar habla y saberes, definió Luis Hernández Navarro
La obra muestra el arte de poner la oralidad por escrito, expresó la etnóloga Françoise Neff
MÓNICA MATEOS-VEGA
Todos los aromas, los colores, los sabores y saberes guerrerenses están contenidos en el diccionario ilustrado Jerga y modismos de Guerrero, México, de Salomón García Jiménez (Ocotillo, 1956), quien durante cinco años se dedicó a ''recolectar" los vocablos de su tierra, ''a la manera de los naturalistas del siglo XIX que recorrían caminos y montes, anotando todo lo que veían en sus libros de viajes".
El autor de este exhaustivo retrato ''de la tierra de Rubén Jaramillo y Lucio Cabañas, de un territorio clave en la formación de nuestra historia", es médico de profesión y ahora una suerte de ''buscador de tradiciones, un luchador social que terminó escribiendo esta obra porque como parte de una generación no pudo hacer la revolución", destacó Luis Hernández Navarro durante la presentación del libro, efectuada la noche del jueves en el Club de Periodistas, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de México.
Uno de los valores del diccionario, agregó el periodista y coordinador de Opinión de La Jornada, es que ilustra cuál es el concepto de salud y enfermedad entre los habitantes de diversas regiones de Guerrero: ''Durante su recorrido por las comunidades, Salomón encontró conceptos y enfermedades que no se contemplan en la medicina moderna.
''En el libro detalla no solamente el mal, sino como éste se contextualiza en la medicina tradicional y cuál es la cura. Se trata de una cosmovisión campesina de estos saberes.
''Para incluir esos conceptos en su diccionario, definiéndolos como una práctica médica y criticando de manera seria la charlatanería, el autor se guió por el criterio de la mejoría, es decir, que la terapia citada brindara mejoría al paciente."
Enorme afecto por la naturaleza
Aquí un par de ejemplos: Garrotillo, afección de la cabeza, inflamación de ganglios en el cuello, acalenturarse y sentir dolores en el cuerpo. Las causas comunes se refieren a absurdos o indisciplinas como: asolearse con el pelo mojado, insolación, dormirse con el cabello húmedo, hacer corajes, o irritado el cuerpo salir al aire frío, etcétera. Los curanderos explican que se trata de aire caliente enquistado debajo del cuero cabelludo. El garrotillo se puede pasmar. Es decir, convertirse en infección en la garganta. Nota: Los perros también padecen garrotillo. Y sanan, colocándoles un collar de limones.
Padrejón, se trata de un gran encajamiento (tipo hernia abdominal) de las vísceras hacia la cavidad pélvica; padecimiento doloroso lumbar propio de los hombres. Una forma de curar el padrejón es: colgar al enfermo de los pies y golpear la correa. En el caso de la mujer, este tipo de descompostura no es padrejón; ella, más bien, se enmadra.
Salomón García busca conservar el habla y los saberes de Guerrero, que al fin y al cabo, son también de México, ''ante el avance de una modernidad depredadora", continuó Hernández Navarro al explicar que este diccionario refleja ''un enorme cariño por la naturaleza. Es una contribución a la cultura universal".
Palabras-vida, intensa relación
En su turno, la etnóloga Françoise Neff elogió la intensa relación de las palabras con la vida que se percibe en Jerga y modismos de Guerrero, México (La Jornada, 15 de febrero de 2006), un diccionario ''que se lee como una novela, pues nos va llevando por veredas, nos hace sentir el placer de perdernos, pero sobre todo muestra el arte de poner la oralidad por escrito.
''Esta obra es una herencia, como una cosecha de palabras-semillas para compartir con todo el mundo. Muestra una lengua no como norma, sin censura, como se habla realmente. Deja constancia del gusto por el habla. Es, en resumen, un diccionario de la creatividad."
Antes de concluir la velada, que fue amenizada por un par de chilenas, el autor presentó algunas de las imágenes incluidas en su libro y leyó al público algunos de los vocablos recolectados: apacholar (amontonar); arriarle bonito a las tortillas (ser de buen comer); bembo (bobo, negado); birundo (estar desnudo, en cueros); broza (gavilla de una localidad, integrada por sujetos de alta peligrosidad; son temibles porque cometen agresión oral, física y sexual); cocoyul (un tipo de palma de coco silvestre; en medicina tradicional, ya que son tan grandes como un limón, al saborearlos desfleman mecánicamente las amígdalas cuando éstas se infectan); cuculuste (la gente completamente negra, de cabello ensortijado), y chile frito (banda de música de viento).
En particular, el médico convocó a los presentes a ser sus zancas. El diccionario de García Jiménez define así esta palabra: Zanca, amigo, compañero. En jerga revolucionaria es compañero de lucha: los guerrilleros se hablan de zanca.
A propósito -continúa el libro- en Guerrero sigue habiendo este tipo de combatientes. ¡Cuidadito zanca!
La cultura torreonense es multicentenaria, la ciudad, no
Dr. Sergio Antonio Corona Páez
Desde 1598, el habla lagunera comenzó a ser forjada como una mezcla del hermoso Castellano de Bernal Díaz del Castillo y de Miguel de Cervantes con el Náhuatl de los invictos tlaxcaltecas.
¿Quién no ha escuchado –entre los habitantes de las zonas rurales de La Laguna– pronunciar términos o giros que se antojan sacados de una página del Quijote? El habla de las zonas rurales se mantuvo reacia al cambio, porque estaba menos expuesta a las influencias externas. El habla de la zona metropolitana ha estado mucho más expuesta al cambio, al préstamo cultural, a la evolución al deslizamiento semántico y a la homogenización, debido a la cantidad de influencias foráneas que recibe, particularmente a través de la televisión nacional y extranjera.
Y aunque Torreón recién ha festejado los 100 años de su título de ciudad, ya existía como municipio y villa desde 1893, y como asentamiento humano rural (rancho, hacienda) desde 1850. Sus primeros pobladores fueron recios laguneros, guerreros de abolengo cuyos linajes hispano-tlaxcaltecas procedían de Parras, del Álamo de Parras (Viesca), de Mapimí o de otros lugares cercanos.
Algunos historiadores han llamado a esos pobladores “humildes labriegos”. Este es un calificativo lleno de complejos sociales y de ignorancia. Esos “labriegos” estaban muy orgullosos de ser quienes eran, sabían sobrevivir en el desierto, sabían luchar y defenderse de los indios salvajes, sabían reconocer la mudanza de los tiempos de acuerdo a las estaciones, sabían observar a las plantas y brindarles los cuidados que necesitaban para fructificar, y aceptaban entre ellos la vida y la muerte con la solidaridad y el estoicismo dignos del más convencido filósofo romano. La modestia (el que todo lo anterior les pareciera tan normal y cotidiano) era la corona de sus virtudes.
En lo absoluto estoy de acuerdo con aquellos que pretenden devaluar la valía de aquellos francos y orgullosos laguneros que colonizaron Torreón desde sus inicios. El Rancho del Torreón era semejante a la institución israelita que conocemos actualmente como “kibutz. Una granja formada por agricultores-guerreros, con una mano en el arado y la otra en el fusil. ¿Pensamos en los judíos de los kibutzim como “humildes labriegos”?
El asunto es que estos pobladores de vieja estirpe lagunera trajeron con ellos a Torreón, el habla tradicional de la comarca. Muchísimas de estas palabras proceden del Castellano del Siglo de Oro, y otras muchas proceden del Náhuatl.
Una de estas palabras, todavía en amplio uso en la Comarca Lagunera, es la representada por el término “moyote”. Incluso, hay quien cree que se trata de una palabra de invención lagunera. Pero no, la palabra existe en muchas regiones que fueron en parte colonizadas por individuos mesoamericanos de nacimiento o de cultura, que en La Laguna fueron de origen tlaxcalteca.
“Moyote” es una palabra registrada por Fr. Bernardino de Sahagún en su Historia General de las cosas de la Nueva España. Dice al respecto:
“Hay mosquitos zancudos que se llaman móyotl. Son pardillos, y son como los de Castilla, y pican como los de Castilla” (Libro Undécimo, Capítulo V, párrafo décimocuarto).
Sobre este punto, Francisco Emilio de los Ríos nos explica en su magnífica obra “Nahuatlismos en el habla de La Laguna”:
“Moyote. En La Laguna es sinónimo de zancudo, mosquito que prolifera en tiempos cálidos y constituye una de las más molestas plagas nocturnas...Deriva del náhuatl móyotl, mosquito. Múyotl, mosquito cantor y zancudo, dice Molina”.
La Comarca Lagunera merece un amplio estudio que documente, con criterios antropológicos, los remanentes de su cultura secular. A veces tengo el privilegio de escuchar a don Juan Sánchez (antiguo mayordomo del Rancho San Julián) cuando habla, entre muchas otras cosas, de las avenidas del río “Buenaval”, de lo muy agradecido que está de haberse casado con una “mujer esforzada”, de que al “coyotito” de su hija (“coyote”, de “xocoyote”, el benjamín, el menor) lo picaron los “asqueles”, que las nuevas generaciones ya no “adoran la mano” de sus padres ni padrinos, que éstas ya no tienen “temor de Dios” y por ende, muchos de sus integrantes se comportan como “felones”. Y cuando lo escucho hablar, me angustia tomar consciencia de que hay herencias culturales que están en proceso de extinción, herencias que son nuestras (de nadie más) y que representan los haberes verbales de siglos de ancestros laguneros. ¿Permitiremos que desaparezcan sin dejar huella ni registro para los comarcanos del futuro?
La forma de hablar de cada región se denomina habla y varía de un lugar a otro aún en ciudades vecinas.
A través de las palabras se puede conocer el nivel cultural de una persona. El idioma es un elemento dinámico; se enriquece y empobrece continuamente.
COMARCA LAGUNERA.- El habla habla, decía el filósofo Martín Heidegger, no inventamos el habla, lo descubrimos siendo, el habla es el ser, con ello somos lo que somos, nada es donde falta la palabra y donde no está la palabra no hay nada.
En el sistema lingüístico hay tres formas: el lenguaje, la lengua y el habla. Luis Azpe Pico, catedrático de la escuela Carlos Pereyra, dice que el lenguaje es la facultad del ser humano para comunicarse con sus semejantes a través de signos que ha inventado en común acuerdo con todos aquellos seres con quienes vive en sociedad. La lengua o idioma es un conjunto de signos ya organizados.
“El habla se refiere especialmente al uso práctico que cada individuo hace de ese acervo cultural que es su propia lengua contribuyendo él mismo al enriquecimiento del idioma mediante el ejercicio cotidiano que hace de él”, agrega, “ahí va a entrar lo que se llama modismos, que son palabras propias de una determinada región”.
La forma de hablar de cada región se denomina habla y varía de un lugar a otro aún en ciudades vecinas.
Así, para diferenciar a una persona de Chihuahua o Monterrey de una de Torreón, no será por el acento al hablar, sino por las palabras que se utilizan características de la zona. Palabras como “moyote” o “tabarete” son consideradas como propias de esta región, ya que no se escuchan en otros lugares.
El habla de La Laguna incluye términos que no existen siquiera en otros idiomas como llamar “asquel” a las hormigas chiquitas. Sin embargo, Azpe Pico asegura que éste no es un modismo sino una palabra culta, pues la asquelia es un defecto de nacimiento cuando el producto sale sin miembros y las mencionadas hormiguitas son tan pequeñas que no se les ven las patitas, por lo que pareciera que padecen de esta anomalía.
A través del habla, se puede conocer el nivel cultural de una persona, así como su estrato sociológico e incluso la capacidad económica. Pero también se identifican los rasgos de origen del hablante. La generalización del habla en la región, permite a los laguneros llegar a cierta identificación y unificación con su grupo social. Es una característica del estrato socioeconómico.
Expresiones como “güey”, “o sea”, “nada que ver”, “super nice”, “del nabo”, “buenísima onda”, son consideradas de la clase alta, frases “fresas”, mientras que “chido”, “carnal”, “machin”, “vato”, “varo”, son propios de los llamados “cholos”. Éstas son formas de identificación de los jóvenes laguneros, que aun dentro del habla de una misma región, se confieren a un grupo determinado, con expresiones características que les ayudan a identificarse entre los demás y a sentirse unificados en su grupo.
En cuanto a la situación geográfica, los laguneros presentan interjecciones diversas que comparten con los demás Estados del norte del país como “adio”, “a poco”, o “mira mira”, para expresar duda y sobre todo “n’hombre”, para poner alguna cuestión en tela de juicio, sin importar si el interlocutor es mujer.
Saúl Rosales, escritor lagunero, dice que en la Comarca ya quedan muy pocos modismos propios de la región, que pudieran caracterizarnos de alguna manera respecto a las hablas de otros lugares. “No hay gran diferencia, sin embargo, si son rasgos notorios que si se mencionan en otros lugares causan extrañeza, igual que ocurre cuando un hablante de fuera de La Laguna se expresa ante nosotros y notamos síntomas ajenos, igual nos provocan curiosidad, nos dan risa, nos hacen preguntar”, manifiesta.
El escritor menciona que estos rasgos característicos están desapareciendo rápidamente a causa de que el habla española de México se está masificando para asumir el modelo de la televisión de la capital del país. Se dice entonces que hay un imperialismo del habla del Distrito Federal. “Aquí en La Laguna a un instrumento cúbico con un asa, de metal o plástico y que se puede transportar en él agua, le llamábamos ‘tina’ y ahora la mayoría de los hablantes le dice ‘cubeta’ ”.
“A un cuadrito de tierra cocida que sirve para edificar casas y que adquiere el color rojo al ser cocido, aquí le llamábamos ‘ladrillo’, a este mismo producto en la Ciudad de México le dicen ‘tabique’ ”, continúa, “y aquí en La Laguna ya empieza a causar extrañeza que por la influencia del habla del centro, donde se transmite la televisión, ya se comience a escuchar más "tabique”.
El habla de la Comarca Lagunera, que anteriormente podía caracterizarse por ciertos rasgos como los mencionados, empieza a ser despersonalizada, a perder sus particularidades, para dar paso a un habla masificada por la televisión.
Por ejemplo, en Torreón se dice “tomate”, pero en los anuncios de las cadenas de grandes tiendas que se publican aquí le llaman “jitomate”, porque son personas del D.F. las que se encargan de realizar la propaganda del lugar, entonces se impone el habla de otro sitio en La Laguna. La situación a la inversa, de cómo los medios masivos de comunicación van generalizando los modismos, es la palabra “chela”, para denominar a la cerveza en La Laguna, que actualmente es de acepción nacional gracias a los anuncios publicitarios.
Esta situación, comenta, es preocupante, porque en la medida en que todos los mexicanos hablen de la misma manera, se estarían cancelando muchas posibilidades expresivas. “Por un lado se está empobreciendo la lengua y por otro, pierde características el habla regional de La Laguna”, añade.
En la incorporación de vocablos extranjeros e incluso estructuras lingüísticas extranjeras, está en demérito el idioma propio. Se retoma la idea del imperialismo de otras lenguas con el español de México, de tal manera que se dejan de utilizar verbos como inspeccionar, cotejar, revisar, comparar y se sustituyen por “checar”, que proviene del inglés “to check”.
“Esto es absurdo, es empobrecedor, es limitativo, muestra la sumisión del hablante de la lengua española a los vocablos de la lengua extranjera”, opina Rosales, pero inmediatamente corrige, “estamos padeciendo esta incorporación de términos a nuestra lengua pero no se está empobreciendo al idioma, porque finalmente las palabras siguen en los diccionarios y en los libros, lo que sí se está empobreciendo es nuestra capacidad expresiva de hablantes”.
“Las palabras quedan ahí, en reserva, en espera de que alguien las desentierre y las use”, continúa, “pero en el habla cotidiana, en la realización verbalizada de la lengua, ahí es donde se están perdiendo muchas posibilidades expresivas, lo cual es muy lamentable y esto es promovido por los medios de comunicación”.
Para el escritor y miembro de la Academia de la Lengua, la masificación del habla está ocurriendo demasiado rápido. “Hay una falta de identificación lingüística, que no tiene nada de malo cambiar de identidad si no se piensa que es la desvalorización de quien la pierde”, señala, “en la medida en que yo quiero ser gringo, francés o portugués, en esa medida me estoy desvalorizando, en la medida en que alguien prefiere los vocablos de habla inglesa a los de su propia lengua”.
Anteriormente en Torreón era común utilizar la palabra “chanza” como sinónimo de oportunidad. Ahora, por la influencia de los medios masivos, se dice “chance”. Aunque la variante es mínima, permitía caracterizar el origen de la palabra. La posibilidad de identidad se pierde y se vuelve un término general. “Todos estos son síntomas de algo que fue el habla regional característica y que empieza a dejar de ser el habla regional para ser un habla nacional masificada por la televisión”.
Los barbarismos
El uso de palabras foráneas se denomina barbarismo. Las nuevas tecnologías han sido clave para que se fomente la utilización de palabras en inglés, tal es el caso de “chat”, “mouse” e incluso el propio “Internet”. Tanto los comercios como las instituciones financieras y en especial, los jóvenes, incorporan vocablos en inglés al idioma español en su hablar cotidiano. Otro factor determinante para la introducción de barbarismos es la emigración de los mexicanos a Estados Unidos.
El escritor mexicano, Homero Aridjis, advertía que, aunque la pluralidad enriquece al idioma, denominar algo preferentemente con una palabra en inglés, en vez de hacerlo con un término español, ha ido empobreciendo nuestra lengua. Al recorrer el bulevar Independencia es común observar los anuncios publicitarios con frases en inglés, así como la cantidad de restaurantes y tiendas con nombres extranjeros. Las opiniones se dividen al respecto, pues mientras hay quienes defienden la postura de que esto no degrada sino que enriquece al idioma, como la escritora, Elena Poniatowska, la mayoría de los intelectuales coincide en que el uso de anglicismos empobrece al español. Entonces, se pide un “raid” para trasladarse cuando no se cuenta con vehículo, que proviene del inglés “ride”, así como “puchar”, es del verbo “to push” o la ya mencionada “checar”, de “to check”.
Los modismos, dice Azpe Pico, sólo se entienden dentro del área donde se generaron. “El origen de estas expresiones está en el pueblo, que anda buscando una palabra que denote, no que signifique, sino que denote la idea que trae”, comenta el catedrático, “son palabras nuevas que son necesarias y que las tenemos que tomar, como por ejemplo todas las de la cibernética o algunos neologismos de carácter científico”.
“Todos pensamos que nuestro idioma viene exclusivamente del latín y no es cierto, tenemos muchísimas palabras que vienen del griego, del francés y sobre todo, del árabe”.
De acuerdo a la Ley Federal de Radio y Televisión, los comunicadores deben ocuparse del buen uso del idioma. “El idioma es un elemento dinámico, es decir, está en continuo cambio tanto de enriquecimiento como empobrecimiento”, manifiesta, “da el mismo trabajo aprenderse una palabra correcta que la incorrecta, pero ¿por qué la gente prefiere la incorrecta? Es algo que no entiendo”.
DATOS INTERESANTES
El Diccionario de la Lengua Española tiene alrededor de 100 mil vocablos, pero un mexicano común que sólo haya estudiado hasta el nivel básico alcanza a manejar unas dos mil palabras, según datos de la Academia Mexicana de la Lengua.
En los centros comerciales de Torreón, arriba del 60 por ciento de los locales lleva anglicismos en sus nombres.
La generalización del habla en una determinada región permite cierta unificación e identificación con el grupo al que se pertenece.
Los medios de comunicación electrónicos son los escenarios donde de manera más pública se violan las reglas del idioma.
MODISMOS LAGUNEROS
En la Comarca Lagunera abundaban los modismos exclusivos que caracterizaban al habla de la región. Algunos se han perdido en las nuevas generaciones de jóvenes, pero otros todavía subsisten.
"Moyote”, por zancudo o mosquito.
“Quequis”, por mantecadas.
“Tabarete” por estanquillo.
“Mantilla”, por pañal.
“Machicha”, por pamba.
“Chela”, para la cerveza.
“Pisto”, para cualquier tipo de bebida alcohólica, excepto cerveza.
La filóloga, para quien la preservación del idioma depende de las políticas gubernamentales, destaca el valor los mexicanismos
Nelly Sánchez 15-12-2008
Aunque se crearon en México y son préstamos de lenguas indígenas, palabras como chocolate, aguacate y tomate dejaron de ser mexicanismos para ser Patrimonio de la Humanidad, y son el principal aporte de este país al mundo.
La filóloga Concepción Company, quien estuvo en Culiacán invitada por el Colegio de Sinaloa, para impartir la Cátedra en Lingüística, destacó el valor los mexicanismos, entendidos estos como palabras de uso distinto entre México y España.
"Nosotros usamos molcajete y ellos almirez, en el español de México se dice cobija y durazno, y ellos usan manta y melocotón. Palabras que en la forma son iguales, como siempre, ahora, pero que no significan lo mismo en España. El siempre sí y siempre no, sólo se usa en México. Que el ahorita se contraiga en 5 minutos o dure 5 años es un mexicanismo".
Préstamos y mexicanismos
Originaria de Madrid, pero radicada en México, Concepción Company es autora de cuatro libros sobre la historia del español y su sintaxis, así como de la identidad lingüística en México. Es investigadora de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Filológicas y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, desde 2005.
-¿A partir de cuándo México tiene identidad lingüística?
- La evolución del español en México tiene tres momentos importantes: el primero es La Conquista, el segundo la segunda mitad del Siglo 18, que constituye un parteaguas entre el español de México y el de España porque proliferan los diminutivos no como pequeñez sino como estimación, aproximación con el oyente. Por ejemplo la gordita así pese 120 kilos seguirá siendo la gordita; se le dice el muertito por respeto, o un hablante por humildad puede decir tengo un terrenito, así sea de 200 ó 300 hectáreas. Proliferan también los posesivos y ahora vemos un uso innecesario, por ejemplo 'se golpeó su cabecita', ya sabemos que es de ella por el reflexivo se. Además ocurre algo con los diminutivos, empieza a haberlos en categorías no usuales en el español España, como tantito, ahorita.
El tercer gran momento, indudablemente, es el de Independencia, aunque llega a la lengua tardíamente, en 1850. En la época de las reformas de Juárez, México toma una idiosincrasia propia en la que proliferan diminutivos, posesivos, se usan adjetivos y dialectelismos típicos de México, distantes del español de España.
- ¿Qué momento vive el español actual de México?
- Ahora, en pleno Siglo 21, estamos asistiendo a un momento importante de confluencia dialectal de muchos países y al mismo tiempo de respeto dialectal, a través de los medios de comunicación. Hay intentos de la Academia de la Lengua de evitar extranjerismos, no sé si sean fructíferos porque no dependen de la lengua misma, sino del curso de la economía, del curso cultural, la buena voluntad de un gobierno de crear empleos y evitar las migraciones masivas que hagan que esos migrantes regresen con un alud de extranjerismos. Es un momento interesante, la lengua se está moviendo y está adquiriendo más extranjerismos de lo que debiera, pero habrá que esperar a ver qué ocurre.
- ¿Busca la Academia equivalentes al español?
- Estamos intentando. A la comisión de consultas llega mucha inquietud por cuidar la lengua, preguntan 'qué puedes decir en vez de chatear'. Lo que pasa es que muchos extranjerismos no tienen sustituto en español, chatear es el modo de hablar informalmente a través de una máquina, en el que se acortan las palabras, se usa una cantidad enorme de abreviaturas para hacer el mensaje más rápido. Eso no tiene equivalente, ¿cómo dices chatear en español con una palabra? No hay. Entonces, los préstamos también tienen una función comunicativa, que es lograr éxito entre hablante y oyente. No es fácil sustraerse de la cantidad de préstamos que hay.
'Dime cómo hablas y te diré quién eres'
Para Company en México hay una preocupación generalizada por hablar bien, y prueba de ello es que a la Academia Mexicana de la Lengua cada semana llegan más de mil consultas. Sin embargo, asegura, la preservación el idioma no depende de la voluntad de unos cuantos hablantes, sino de proyectos gubernamentales de largo alcance, que incidan en la educación.
- ¿Qué tanto se preocupan los mexicanos por su idioma?
- Yo creo que es un país bastante preocupado y la prueba es la cantidad enorme de consultas que llegan a la Academia, en general todos los pueblos que no tienen muy fuerte analfabetismo, están preocupados por su lengua, les interesa saber cómo se habla mejor. A pesar de la impresión que dan los medios de un deterioro, de muchos préstamos y que la gente joven lo está deteriorando, yo creo que hay una preocupación por el bien hablar.
No se nota en el ambiente pero los que trabajamos en corporaciones nos damos cuenta de que el hablante quiere saber cómo se habla bien porque ello da prestigio social. La lengua se puede resumir parafraseando un refrán: 'dime cómo hablas y te diré quién eres'.
- ¿A partir de cuándo debemos cuidar nuestro idioma?
- Ese cuidado debe empezar en las escuelas y en las casas. Un pueblo bien instruido tiene la ventaja de que va a subir su calidad de vida. Si nosotros cuidamos la lengua, nuestra apariencia y aporte, parecemos mejor educados, por lo tanto las posibilidades de encontrar un trabajo mejor seguramente va a favorecernos. Esa labor hay que empezarla desde la primaria, pero no sirve de nada que un individuo le diga a otros tres vamos a hablar mejor. Tienen que ser proyectos gubernamentales de largo alcance, con verdadero interés, amparados por la Secretaría de Educación Pública y la de Gobernación. Cuidar la lengua desde pequeños es cuidar la posibilidad de subir en el escalafón social y nuestra calidad de vida.
"El empobrecimiento léxico de éste o güey, va a redundar en la falta de una calidad de vida y un trabajo adecuado. Soy un poco pesimista de lo que pudiera hacer una sola persona, estos son proyectos gubernamentales como se han hecho en Francia, Alemania y España, que tras la muerte de Franco, el gobierno socialista hizo un verdadero esfuerzo por educar, y eran programas gubernamentales generalizados que iban a todas las primarias del país".
La filóloga añadió que es urgente que el gobierno debe uniformar programas educativos, porque hay como 800 de preparatoria y mil 200 de secundaria.
"Que la misma educación que se dé en Chihuahua, se dé en Chiapas. El individuo que estudia en un lugar y se tiene que mover a otro tiene que revalidar, repetir materias, es una locura. Debe haber programas nacionales como en Francia, Alemania, España, alguien se mueve de norte a sur y no tiene nada más que inscribir a su hijo en la escuela y continuar sin mayores problemas", asegura.
El diccionario
Aunque chocolate, aguacate y tomate provienen de voces indígenas y son el mayor aporte de México a la lengua, no serán incluidos en el Diccionario de Mexicanismos en el que trabaja la Academia Mexicana de la Lengua.
"Después de largas discusiones en el pleno, la comisión de lexicografía que yo presido, decidimos no meterlas porque aun siendo mexicanismos, su uso no se limita a la República Mexicana. Han rebasado con mucho las fronteras y son patrimonio de la humanidad, es como si los señores de las islas del Caribe se empeñaran en que huracán y canoa fueran caribismos y no, son también patrimonio de la humanidad", afirmó Concepción Company.
El diccionario en el cual trabajan desde hace tres años contrasta con el español de España y tiene marcas regionales y supranacionales, según su uso en otros países hispanos y esperan presentarlo en 2010.
"Si se usan en otro país les ponemos marcas supranacional, las que son idiosincrasia mexicana no llevan marca. También hay marcas regionales, como bichi, que se usa en Sinaloa".
Escrito por: Omar Lopez Vergara el 01 de Noviembre de 2007 | 2:22 pm
Hace poco recibí una carta de un estimado lector en la cual sugería que, en National Geographic en español, utilizáramos un “español neutro“, debido, claro, a que nuestra edición circula en la mayoría de los países de América Latina. Dado que todos en este equipo editorial somos mexicanos, y hablamos la variación dialectal del español de México, evidentemente, es posible que nuestros lectores sientan que la edición está plagada de “mexicanismos”. En principio suena como una petición muy razonable. Lo curioso es que hacer tal cosa es básicamente imposible. No creo en la factibilidad de un “español neutro”, y los intentos por crear tal cosa dan como resultado un engendro lingüístico. Aunque la lengua escrita tiende a ser mucho más conservadora que la hablada, no podemos ser conscientes de la mayor parte de nuestros giros dialectales, no sólo en lo que a vocabulario se refiere, sino también respecto a estructuras gramaticales. Es decir: si la revista se hiciera en Argentina, estaría plagada de “argentinismos”, en Chile de “chilenismos” y así. Se pueden hacer, no obstante, algunos esfuerzos: hace poco pesqué la palabra “guajolote” en una de nuestras ediciones. Decidimos que mejor usaríamos “pavo”. En un artículo enviado desde Argentina que se publicará próximamente, apareció la palabra “palta”. No tenía idea de qué significaba, hasta que la escritora me explicó con amabilidad: es eso que ustedes usan para hacer guacamole. Es decir “aguacate”. Decidimos utilizar este último término.
El tema del español neutro es desde luego complejo: qué mejor que este espacio para abrir la discusión.
Omar López Vergara Director editorial National Geographic en Español
Aunque es casi imposible un “Español neutro”, incluso cuando uno se mueve al interior de un país, en mi caso Colombia, encuentra una diversidad de palabras para denomiar las cosas, más aún cuando se trata de vegetación ó fauna. Sin embargo es también posible observar que hay cierto uso más frecuente de determinadas palabras con las que se llama un objeto; así a pesar de los dialectos regionales es posible encontrar palabras de uso más “universal” como pavo ó aguacate.
Deseo que me corrijan si es que acaso estoy en un error. Siempre he pensado que el español que se utiliza en otras regiones de América latina, especialmente en Argentina es una aberración. Es mi muy paricular opinión y no deseo ser irrespetuoso pero NO SOPORTO la forma en que hablan los argentinos. Ellos alegan que utilizan el español corecto, el que se habla en la madre patria pero a mi se me revuelve el estómago cada vez que los escucho decir cosas como “tenés” cuando aquí en México estamos acostumbrados a decir “tienes”. En todo caso lo correcto sería “tenéis”, ¿no es así?. En verdad me gustaría que alguien me ilustrara y me dijera cuál es la postura de la Real Academia de la Lengua Española ante esa particular forma de hablar. A pesar de que aquí en México también se deforma el idioma de una forma dramática eso generalmente sucede en las clases no muy escolarizadas, no necesariamente bajas. Mis respetos al pueblo argentino, discúlpemne si mi comentario les puede parecer ofensivo, no es esa mi intención. Gracias por el espacio.
Lingüísticamente, no hay ninguna lengua que pueda ser una aberración. Los criterios en este tipo de condenas son puramente sociales y no tienen ningún fundamento científico, es decir, lingüístico. Si lengua es más popular o menos que otra, se debe a un momento histórico y no a una característica intrínseca de las lenguas. Todas ellas, por otro lado, utilizan exactamente los recursos que necesitan. En suma, no hay una lengua, o una variación dialectal mejor que otra,
Creo,que más allá de todo, las formas de expresión de cada uno merecen respeto. No hay una “mejor” o “peor” forma de hablar. Me parece que una de las cosas más ricas de América Latina son sus dialectos y, de la misma forma que uno se puede nutrir cuando aprende otras lenguas, uno puede aprovechar y aprender de los dialectos de una misma lengua. En mi opinión es una de las cuestiones más ricas que tenemos. Pensar que el castellano español es el único es seguir pensando que Latinoamérica no es ni autóctona ni maravillosa por sí misma. Talvez sean otros “españoles”, pero sin duda son valiosos. Saludos, María José
Creo que se debería usar un diccionario de la Lengua Castellana para escribir los artículos. comprendo la dificultad que tienen ustedes para redactar su edición, mucho mayor que en España, porque no hay una cultura hispana singular. El aislamiento de las antiguas provincias administrativas de las colonias españolas del Nuevo Mundo, las vivencias diferentes… Sé que no pueden evitar los mexicanismos porque los redactores son de allá. Lo único que les ruego es que aspiren a ser comprendidos y asimilados por la mayor parte de los españoles. SeñoR Osorio; quizá no le guste el uso de la forma verbal que expone por parte de los argentinos, pero piense que las obras del Siglo de Oro, entre las que se cuenta las crónicas de El Inca Garcilaso y de Bernal Díaz del Castillo, usan la misma forma verbal. Hubo un tiempo en que esto era común en el Nuevo Mundo y en Europa. Además, los argentinos fueron colonizados, al igual que el este de Europa (Boston, en concreto) por las familias italianas que huían de los desórdenes provocados por la reunificación del país y de la miseria provocada por la opresión de los terratenientes. Si en vez de Argentina esos hispanoitalianos se hubieran instalado en Mérida o Chihuahua, ¿hubiera participado con esos argumentos en este foro?
Siempre he admirado la forma en que se redactan los articulos de National Geographic es Español. Las traducciones estan muy bien consultadas con expertos en cada tema, de otra forma, no tendrían rigor ni exactitud cuando se encontraran terminos de dificil traduccion o equivalencia en español para una persona no concedora de cada tema. Personalmente como Salvadoreño, no siento que los textos en español contengan “localismos” mexicanos, puesto que éstos son fácilmente detectables, al menos para los centramericanos que los conocemos e incluso a veces tenemos alguno que otro, debido a nuestra historia en comun con la conquista española y el indigenismo Maya. Es curioso como aqui en Centroamerica usamos el “voseo”, hablarnos de vos, similar a Argentina, cuando estamos en un contexto familiar o de amistad, usamos el “tuteo”, en ambientes semi formales, y claro hablamos de “usted” en situaciones formales o con personas con las que no tenemos confianza. Siempre me he preguntado la razon de esta diversa forma de hablar que usamos. Tengo entendido que en Colombia tambien hablan de Vos… En Costa Rica usan mucho el “usted”, aun en situaciones familiares y de confianza. Tal vez National Geographic haga algun dia una investigacion sobre el origen de tantas variedades de “español” que usamos en Latinoamerica.
Pienso que una cosa es hablar en forma coloquial, y otra escribir para que lean personas que no conocemos….Ahí está la diferencia. Los chilenos hablamos muy mal, pero no soportamos leer algo mal escrito, mal redactado, con faltas de ortografía, con formas verbales equivocadas…No podríamos enseñarles el castellano a nuestros niños, usando textos mal escritos, y eso es lo que sucede en Argentina, en que en los libros de cuentos para los niños, sale el “tenés”, “pasá”,etc. La National Geographic es una excelente revista, con fotografías extraordinarias, investigaciones completísimas, que nos mantiene al día y alertas sobre el mundo en que vivimos, muy bien escrita.
Es bueno saber que el editor de NatGeo en español no reivindica el uso del español neutro. Algunos hispanohablantes no mexicanos suelen decir que esa creación de laboratorio es más bien mexicano neutro. Me alegra saber que los mexicanos perciben ese medio (el español neutro) como ajeno también a ellos. En cualquier caso, siempre me resultará más respetuoso de nuestras culturas, hacer el esfuerzo por entender una variedad real de español que habla una comunidad real que descifrar ese artificio de comunicar con una lengua que nadie habla.
Concuerdo completamente con el Sr. López Vergara. Me parece clarísima la postura frente a la existencia de un “español neutro” y me satisface también el saber, como dijo una anterior forista, que quienes hablan en nombre de la redacción de NatGeo se distancian de una construcción como “español neutro”. Lo interesante es reconocer el uso que cada uno hace de la lengua y no veo cuál es el problema de leer una revista que contiene mexicanismos. Quiero aportar que todos los dialectos son construcciones, más o menos útiles de acuerdo con lo que creamos conveniente para definir un grupo humano. Estas cuestiones son frecuentemente debatidas en ámbitos académicos hispanohablantes (afortunadamente).
Son muchos los puntos de debate en lo que respecta a la variación dialectal de la América hispanohablante, pero creo que uno de los grandes temas ha sido el voseo. Entiendo que hay innumerables cantidades de personas que califiquen de aberrante, feo, bruto, ordinario, vulgar, y otros calificativos paradigmas verbales, nominales, etc. con los que ellos mismos no se sienten identificados. Sin embargo, eso no hace más que revelar una conciencia lingüística, una identidad frente a lo otro. El voseo no hace más incorrecta, agramatical, menos instruida o desagradable a la Argentina (por otra parte, Buenos Aires no habla igual que Jujuy- para quienes conocen algo de Argentina) ni a las tantas regiones de Sudamérica y Centroamerica que emplean el “vos” y/o sus formas verbales.
Muy atinada fue la observación de otro forista que señaló que en textos literarios también se documenta su uso. De todos modos, insisto, acá no estamos hablando de exotismos o usos estilísticos, hablamos de variación, concepto que hasta el momento intenta ser lo bastante amplio y a la vez específico para explicar cómo la lengua se realiza en sus hablantes.
Me gustaría recibir información acerca del tema del español neutro, puesto que trabajo en hotelería y esta cuestión es muy interesante para hacer una investigación en diferentes ámbitos de contacto de lenguas.
Gracias!!!!!!!!!!!!!
Obtenido el 27 de enero de 2009 de: http://ngenespanol.com/2007/11/01/del-editor-sobre-el-espanol-neutro/
El maestro dominicano Henríquez Ureña realizó diversos estudios sobre las cosas de México y los mexicanos en sus varias estancias en ese país. En 1984, con motivo del centenario de su nacimiento, la prestigiosa editorial mexicana FCE publicó esta obra que recopila algunos de sus principales estudios. Extraemos un fragmento del titulado “El español en México y sus vecindades”.
De Pedro Henríquez Ureña*
El español en México y sus vecindades
Da carácter a la zona la presencia del náhuatl, el idioma de los aztecas, antigua lengua de cultura, que tiñe fuertemente el vocabulario y a veces la pronunciación. El léxico de origen náhuatl es enorme en el español de la “Mesa Central”, la vasta altiplanicie mexicana; los vocabularios regionales (García Icazbalceta, Ramos Duarte, Rubio, Santamaría), incluso los de aztequismos (Mendoza, Sánchez, Robelo, Alcocer), están lejos de recogerlo todo, a pesar de que Ramos Duarte anota cerca de cuatrocientas palabras de origen náhuatl y Mendoza novecientas, incluyendo nombres geográficos. Y nada revela tanto la fuerza dominadora del náhuatl como la condición de localismo a que ha reducido las palabras derivadas de otras lenguas de México; mientras el náhuatl impone su vocabulario en todo el territorio del antiguo virreinato y lo extiende a Centroamérica –sin contar los aztequismos que pertenencen ya al español general, como cacao, chocolate, hule, jícara, petaca, tiza, tomate–, muy pocos indigenismos de otras procedencias mexicanas logran traspasar fronteras provinciales. Del otomí, el pueblo sobre quien principalmente asentó su conquista el azteca, y que comparte con él los mayores territorios de la altiplanicie central, ningún vocablo llega hasta las clases cultas: todos permanecen en el ambiente campesino, o a lo sumo llegan hasta el proletariado de las ciudades. Las palabras del maya, dominante en Yucatán, sólo llegan hasta Campeche, Tabasco y Chiapas: hay que hacer excepción, probablemente de henequén, si en verdad es palabra de origen maya. Del tarasco de Michoacán procede huarache, “sandalia», y tal vez huango o guango, “holgado” (adjetivo); charal, especie de pez de río; pingüica, especie de fruta; tambache, “bulto”. Las palabras zapotecas y mixtecas se confinan en Oajaca; las huastecas, en las Huastecas potosina y veracruzana; las cahitas, en Sinaloa y el sur de Sonora; las yaquis, en Sonora; las tarahumanas, en Chihuahua y Durango, y así las demás. En Nuevo México apenas hay indigenismos locales; el doctor Espinosa recoge cuatro, uno del navajo y tres del tewa, junto a unos setenta y cinco aztequismos.
La abundancia del vocabulario náhuatl ha influido en la riqueza léxica del español en México, que contrasta con la limitación del vocabulario corriente en diversas regiones de América. No hay sólo riqueza por suma de léxico; hay riqueza de matices, costumbre de distinguir y disociar, empeño de establecer divisiones y subdivisiones en las cosas materiales y sus elementos; no es aventurado atribuirlo a perpetuación de hábitos y tradiciones culturales indígenas, en colaboración con la alta cultura española de las ciudades del virreinato.
En toda la región central de México domina la entonación indígena; unas mismas son las curvas melódicas con que se hablan el español y el náhuatl, con su curiosa cadencia final. Estas curvas se modifican a medida que se asciende en la cultura de tipo europeo; al llegar a los grupos de cultura mayor, la entonación es ya muy diversa de la popular; conserva, aun así, el aire mexicano. Y del náhuatl quedan, en el español de México, fonemas peculiares: la tl, la sh, a veces la tz. Porque los fonemas que antiguamente se modificaban muchas veces en las palabras prestadas al español, otras veces persistieron o bien reaparecen en época moderna gracias a la presencia de la numerosa población que conserva el idioma indígena –alrededor del millón–, y a la influencia de los estudios lingüísticos, que difunden la forma exacta de los vocablos nativos. Así, la tl se había convertido en t o en cl; en posición final, se convertía en t o en l o desaparecía: tlapanco daba tapanco, tlemulli, clemole; ahuácatl, aguacate; xóchitl, sóchil, tizatl, tiza. Pero subsistió en muchas palabras (innumerables nombres de lugar; no pocos nombres comunes: tlachique, contlapache, ixtle, tlapalería...) y ha reaparecido en otras muchas: tecuil vuelve a tlecuil; claro, a tlaco... La tl hasta se introduce en palabras españolas: en almizcle, que da almistle; en alpiste, que da alpistle; en el siglo xvi, Dorantes de Carranza convierte trapiche en tlapiche. La sh se había conservado durante el siglo xvi y parte del xvii; después se convirtió en j o en s –como la antigua x española, que se pronunciaba sh– o por excepción en ch: Meshico (escrito México), da Méjico, shícama da jícama, shocoyote da socoyote, shipote de chipote; pero en muchas palabras persistió, en otras reapareció, y en el habla popular hasta se introduce en palabras españolas: shobaco, moshca... La tz se transcribía como c: Mexicaltzinco daba Mexicalcingo; a veces se convertía en ch: Malintzin daba Malinche. Modernamente se pronuncia s. Sobrevive en una que otra palabra del náhuatl o del tarasco: Atzcapolzalco, Metztitlán, Pátzcuaro, Tzintzuntzan... Se conserva, además, la c final de muchos vocablos indígenas: Chapultepec, Anáhuac, Atoyac, Tuxtepec... Y, por fin, la s mexicana, con su larga tensión y su timbre agudo, debe sus caracteres peculiares a la fonética indígena.
*Fuente: Henríquez Ureña, Pedro. Estudios mexicanos. México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 1984.
Obtenido el 27 de enero de 2009 de: http://es.encarta.msn.com/sidebar_961546438/El_espa%C3%B1ol_en_M%C3%A9xico.html#appearsin
■ Penalizarán protestas, groserías, mendicidad y ambulantaje
Carlos García (Corresponsal)
Guanajuato, Gto., 15 de enero. El ayuntamiento de Guanajuato aprobó un bando de policía y buen gobierno que castiga con 36 horas de cárcel o multas hasta de 30 salarios mínimos (más de mil 500 pesos) a quienes pidan limosna, digan palabras altisonantes, vendan en la calle, hagan manifestaciones o se besen.
El acuerdo fue autorizado por los 10 ediles del Partido Acción Acción Nacional y uno del Partido del Trabajo.
También se castigará a los promotores turísticos que se acerquen a los automovilistas, a quienes no usen los puentes peatonales y a los limpiaparabrisas.
El alcalde de Guanajuato, el panista Eduardo Romero Hicks, aseveró que el reglamento no es excesivo ni persecutorio. La finalidad, dijo, es “inculcar valores y civilidad” entre la población, que sepan que “puede haber una sanción. Eso va modificando la conducta. Según el panista, es necesario castigar esas conductas porque “si no lo prohíbes, si no lo contemplas, la gente lo va a hacer”.
También calificó de “lamentable” que la mayoría de la gente use expresiones como “güey” o que los jóvenes se den “unos agarrones de olimpiada” (besos) en la vía pública.
Marco Antonio Figueroa, regidor panista, afirmó que una de las razones para prohibir los besos en la calle es prevenir que las adolescentes de secundaria queden embarazadas.
La dirigencia nacional del PAN se lava las manos
En un comunicado, el Partido Acción Nacional (PAN) informó que se deslinda “terminantemente” de la decisión del ayuntamiento de Guanajuato.
El Comité Ejecutivo Nacional del blanquiazul, señala el texto, reitera su convicción de que “el ejercicio pleno y responsable de las libertades individuales no es sólo un derecho garantizado en el marco jurídico vigente en nuestro país, sino una condición fundamental para la convivencia democrática”.
Mientras, los cuatro regidores priístas del ayuntamiento calificaron el reglamento de “ejercicio epistolar sacado de la Biblia. Regresamos a la Santa Inquicición”.
Además, las autoridades tendrá un amplio margen de discrecionalidad para aplicar multas o privación de la libertad, lo que propiciará represión, abusos y zozobra, advirtió Hernández.
El artículo 86 del bando de policía y buen gobierno prohíbe y sanciona “todas aquellas conductas que bajo la apariencia de mendicidad o bajo formas organizadas impliquen coacción o acoso”.
Los artículos 34 y 36 proscriben “cruzar una vialidad sin utilizar los accesos o puentes peatonales” y “proferir palabras, adoptar actitudes de carácter obsceno en lugares públicos y que ofendan o causen molestia a terceros; realizar tocamientos obscenos en espacios públicos”.
Los artículos 41 y 85 prohíben ofrecer bienes o servicios no solicitados a personas que estén dentro de vehículos.
Esta disposición afectará a por lo menos 900 promotores turísticos de la capital del estado, 200 de los cuales pagaron 500 pesos cada uno al gobierno local por cursos de capacitación.
“Nos entregaron constancias de estudios, gafetes y playeras, y ahora nos quieren dejar sin trabajo. Esto es una burla”, recriminó el promotor turístico Roberto García Méndez.
Nota: La disposición del ayuntamiento de Guanajuato a que se refiere esta nota finalmente fue retirada, ante las críticas que se levantaron entre la opinión pública del país.
Obtenido el 16 de enero de 2009 de: http://www.jornada.unam.mx/2009/01/16/index.php?section=estados&article=032n1est
La creatividad de los hablantes produce frases circunstanciales y textos literarios, dentro de los usos lingüísticos vigentes; pero, además, puede cambiar los usos por necesidades prácticas, expresivas o lúdicas.
El origen de estas innovaciones, que amplían los límites de lo que se puede decir, es siempre individual. En cambio, la aceptación (si la hay) es social. Las que gustan o parecen útiles pasan de unos hablantes a otros, de manera más o menos extensa. Pueden cobrar vigencia en un pequeño grupo de personas, en todo un estamento o localidad, en todo el país, en varios países y hasta en varias lenguas. En una lengua, localidad y fecha, alguien dijo por primera vez chocolate, que se dice ahora en muchas lenguas y países. Si toda novedad tuviera tal difusión, habría una sola lengua en el planeta. Pero muchas innovaciones son desconocidas o rechazadas fuera de su lugar de origen. La extensión de cada cambio es diferente, y esto va diferenciando las hablas locales.
En la vida cotidiana, todas las hablas son locales. Las lenguas generales (el español, el inglés) son constructos ideales de los usos comunes en numerosas localidades y estamentos. Teóricamente, si existieran mapas lingüísticos detallados y constantemente actualizados de los usos léxicos, prosódicos, gramaticales, de todas las comunidades del planeta, podría configurarse la extensión de las lenguas generales y la extensión de las diferencias. Cada lengua hablada en una comunidad podría descomponerse en un sustrato general más diferencias locales y estamentales.
Pero las lenguas generales dejan de ser constructos teóricos para volverse prácticas de algunos estamentos, porque el habla común en una zona amplia tiene ventajas. La población completamente aislada y sumergida en la vida local (algo que tiende a desaparecer con los medios de comunicación masiva) no necesita una lingua franca, a diferencia de los estamentos superiores, conectados entre sí a grandes distancias. Las lenguas generales se vuelven hablas vivas excluyendo formas de hablar poco extendidas, y esta exclusión práctica llega a verse como una distinción, socialmente excluyente. Lengua general y lengua culta tienden a identificarse.
La evolución de las lenguas tiene algo de mutación genética. Muchas alteraciones de los usos lingüísticos son simples errores que desaparecen. Otras son innovaciones felices y bien recibidas, que se extienden y acaban siendo cambios evolutivos. También existen las alteraciones que son errores y, sin embargo, prosperan como un cáncer que se extiende. Lo cual, naturalmente, lleva a los juicios de valor. Si el simple darwinismo no elimina ciertos usos lingüísticos (vigentes con alguna extensión y permanencia), ¿son simples incorrecciones, o se trata de cambios evolutivos, dignos de extenderse, o al menos respetarse? Lo cual, naturalmente, lleva a la cuestión del prestigio.
¿Por qué no se extienden todas las incorrecciones que generan constantemente los niños, los extranjeros y muchos otros adultos? Rafael Dieste, en su discurso de ingreso a la Real Academia Gallega, arguyó que el sentido estético de la lengua es anterior a la literatura escrita, las gramáticas y las academias. Que las cuestiones de estilo no sólo están presentes en la creación de textos literarios, sino en la arquitectura misma de la lengua. Y «que el pueblo no es ajeno a los juicios de valor en lo tocante al habla». «Una academia viva anda por los caminos, entre el monte y el mar».1
La buena o mala recepción de una nueva forma de hablar o de escribir depende, en primer lugar, de la forma: de su calidad estética, de lo bien que resulta en la arquitectura de la lengua y en el contexto de lo que se está diciendo, para el oyente o el lector. El primer prestigio pertenece a la palabra feliz, a la construcción feliz. Este prestigio se transfiere al creador, y acaba dándole autoridad lingüística, si la felicidad de expresión es más o menos habitual en su habla o sus escritos. A su vez, esto autoriza formas suyas de hablar que no son obviamente mejores: que no tienen prestigio estético por sí mismas, sino el prestigio de su autoridad. Así se llega, finalmente, a las academias, que organizan la autoridad lingüística, reuniendo a los que tienen autoridad lingüística natural y a los estudiosos de la lengua.
Desgraciadamente, es posible tener autoridad científica de la lengua o la literatura y escribir sin gracia, lo cual complica las cosas. El saber (o las credenciales de saber), la trayectoria curricular, el poder, el dinero, la jerarquía eclesiástica, la aristocracia, los deportes, los espectáculos, el periodismo, la televisión: todo lo que puede dar prestigio, da autoridad lingüística. La «academia viva» corrige las expresiones infelices de un niño (o un don nadie), pero titubea cuando las dice una persona que parece importante. El juicio estético sobre la calidad del habla puede subordinarse al juicio sociológico sobre la calidad del hablante.
Las diferencias entre el habla local y las demás suelen teñirse con este tipo de juicios, en un proceso cuyo primer momento es ignorar que tal uso lingüístico es puramente local. La creatividad es constante, y aunque las novedades pueden ser advertidas (no siempre lo son), la conciencia de que son novedades desaparece, cuando el uso queda establecido. Así, las diferencias (novedades, en la perspectiva del tiempo; localismos, en la perspectiva de la extensión) se vuelven inconscientes, hasta que llegan los historiadores y geógrafos de la lengua.
En el caso de la geografía, los primeros observadores son los mismos hablantes. Al viajar o recibir visitas de otra localidad, notan las diferencias, que pueden ver como algo curioso, sin hacer un juicio de valor, o teñidas de una conciencia afirmativa o negativa de su propia forma de hablar. El juicio, normalmente, se complica con las diferencias de prestigio entre unos y otros hablantes. Puede ir de la extrema negación (todo localismo es una incorrección lamentable) a la afirmación extrema (toda incorrección es una expresión admirable de la identidad local).
La creación de mexicanismos empezó en el siglo XVI, por razones obvias: la necesidad de referirse a realidades no previstas en los usos vigentes de la lengua española. La conciencia de las nuevas palabras o acepciones, construcciones, entonaciones, se fue perdiendo. Ahora abundan los mexicanismos inconscientes. Muchos mexicanos creen que café (el color), candil (de varios brazos y colgado), regadera (la del baño), son de uso general en la lengua española; ignorando que en otras partes dicen marrón,araña,ducha. En cambio, piensan que guateque es un mexicanismo, aunque no lo es (empezó a decirse en las Antillas, y se extendió a muchos países de habla española).
La conciencia de los mexicanismos aparece con el viajero y el emigrante, con el lector, el cine, la televisión, los negocios internacionales. Sumergirse en otro medio de habla española tiene para el viajero (si no es de los que se irritan) el placer de encontrarse con lo familiar como distinto. Se vuelve más consciente de sí mismo y de su habla, relativizada por la experiencia. Se convierte en lingüista aficionado.
Los que no han tenido esta experiencia no pueden ser testigos de las diferencias con los hablantes de su misma lengua en otras regiones del país o en otros países. Sería inútil pedirles que dijeran cuándo están usando voces locales, regionales, nacionales o del español general. Igualmente inútil sería acudir a la literatura o a la prensa, de donde puede extraerse el vocabulario del español escrito en México, pero no un vocabulario de mexicanismos. Tampoco existen diccionarios del español de cada país y región, de tal manera que, por diferencia, se pudiera llegar al diccionario del español absolutamente general y de las diferencias exclusivas para cada país y región, o comunes a dos o más regiones o países.
Sin embargo, las listas de mexicanismos empezaron a multiplicarse en el siglo XIX, el siglo que inventó el estudio del folclor y el nacionalismo cultural. Todas estas listas, que siguen publicándose, y cada vez más, son en buena parte conjeturales, por su misma naturaleza. Es relativamente fácil documentar que tal o cual voz se usa en México: lo difícil es documentar que no se usa en otros países, o no en el mismo sentido. Teóricamente, sería posible hacer listas completas del español de México, llevarlas a todos los países de habla española y hacer encuestas para obtener por diferencia las voces y acepciones que son exclusivas de México o compartidas con otros o todos los demás países. En la práctica, lo que se hace es conjeturar, con mayor o menor fundamento, que ciertos usos lingüísticos son diferentes en México. La calidad de las conjeturas depende, naturalmente, de la calidad del observador y de su fundamento en cada caso.
La lexicografía diferencial puede surgir de necesidades prácticas, o de la conciencia afirmativa o negativa de las diferencias locales, o de la simple curiosidad. La primera lista de mexicanismos conocida la compiló un jurista novohispano, Francisco Javier Gamboa (1717-1794), por razones prácticas. Enviado a Madrid en 1755 por el Consulado de México, intervino en numerosos pleitos mineros y acabó publicando sus célebres Comentarios a las ordenanzas de minas (de cuya fama da testimonio una traducción al inglés en 1839). Gamboa dedica un capítulo a explicar 172 mexicanismos, por ejemplo: malacate,mecate y pepena, que todavía se usan en México.2
En cambio, el primer diccionario de mexicanismos surge de la conciencia negativa de un maestro de escuela que quiere corregir los vicios del español en México. Feliz Ramos i Duarte, un estudiante normalista cubano que, acusado de conspirar, huyó a México, resultó poco independentista por lo que hace a la lengua, como deja claro en el subtítulo de su obra.3 Treinta años después, el escritor mexicano Victoriano Salado Álvarez (1867-1931) vive una situación semejante: el exilio político en Los Ángeles, pero con una conciencia afirmativa. Se enorgullece de la influencia del español de México en el inglés de los Estados Unidos. Señala, por ejemplo, el origen mexicano de mustang, a partir de mesteño. «¿No son esas palabras prueba de la vitalidad, muestra de la influencia y prenda de la duración de la gente que abandonó por azares de la fortuna su predominio político, y que conserva todavía, más o menos desvanecida, su influencia sobre los espíritus?».4 Perdimos California, pero modificamos el inglés.
La oscilación entre estas posiciones ha sido permanente, aunque se fue volviendo menos exagerada a lo largo del siglo XX. Los mexicanismos han ido perdiendo prestigio afirmativo o negativo, ganando normalidad. En parte, porque las diferencias con el español general no son tan grandes. En parte, porque los medios de comunicación masiva necesitan un habla común, no sólo en relación con el mundo de habla española, sino dentro de México. En parte, porque las posiciones frente al español de España se han vuelto más tranquilas y prácticas. Curiosamente, las polarizaciones lingüísticas dentro de España toman hoy el relevo de las polarizaciones frente a España.
A todos nos conviene la unidad de la lengua española, con las matizaciones locales que hagan falta. Todo el mundo de habla española es un laboratorio creador, y lo práctico es aceptar las innovaciones más convincentes, vengan de donde vengan.
NOTAS
Rafael Dieste, A vontade de estilo na fala popular, La Coruña, Ediciós do Castro, 1971, págs. 18-19.
Francisco Javier Gamboa, «De la significación de algunas voces obscuras, usadas en los minerales de Nueva España», en Comentarios a las ordenanzas de minas, Madrid, Oficinade Joachin Ibarra, 1761, págs. 321-330, y México, Miguel Ángel Porrúa, 1987 (edición facsimilar). En el catálogo de la Biblioteca del Congreso de Washington está la versión en inglés, Commentaries on the mining ordinances of Spain.
Feliz Ramos i Duarte, Diccionario de mejicanismos. Colección de locuciones i frases viciosas con sus correspondientes críticas i correcciones fundadas en autoridades de la lengua; máximas, refranes, provincialismos i retoques populares de todos los estados de la República Mejicana, Méjico, Imprenta de Eduardo Dublán, 1895.
Victoriano Salado Álvarez, Méjico peregrino. Mejicanismos supervivientes en el inglés de Norteamérica, Méjico, Talleres Gráficos del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1924, págs. 40-41, y México, Editorial Innovación, 1984 (edición facsimilar), pág. 13.
Aunque es casi imposible un “Español neutro”, incluso cuando uno se mueve al interior de un país, en mi caso Colombia, encuentra una diversidad de palabras para denomiar las cosas, más aún cuando se trata de vegetación ó fauna. Sin embargo es también posible observar que hay cierto uso más frecuente de determinadas palabras con las que se llama un objeto; así a pesar de los dialectos regionales es posible encontrar palabras de uso más “universal” como pavo ó aguacate.
Deseo que me corrijan si es que acaso estoy en un error. Siempre he pensado que el español que se utiliza en otras regiones de América latina, especialmente en Argentina es una aberración. Es mi muy paricular opinión y no deseo ser irrespetuoso pero NO SOPORTO la forma en que hablan los argentinos. Ellos alegan que utilizan el español corecto, el que se habla en la madre patria pero a mi se me revuelve el estómago cada vez que los escucho decir cosas como “tenés” cuando aquí en México estamos acostumbrados a decir “tienes”. En todo caso lo correcto sería “tenéis”, ¿no es así?. En verdad me gustaría que alguien me ilustrara y me dijera cuál es la postura de la Real Academia de la Lengua Española ante esa particular forma de hablar. A pesar de que aquí en México también se deforma el idioma de una forma dramática eso generalmente sucede en las clases no muy escolarizadas, no necesariamente bajas. Mis respetos al pueblo argentino, discúlpemne si mi comentario les puede parecer ofensivo, no es esa mi intención. Gracias por el espacio.
Lingüísticamente, no hay ninguna lengua que pueda ser una aberración. Los criterios en este tipo de condenas son puramente sociales y no tienen ningún fundamento científico, es decir, lingüístico. Si lengua es más popular o menos que otra, se debe a un momento histórico y no a una característica intrínseca de las lenguas. Todas ellas, por otro lado, utilizan exactamente los recursos que necesitan. En suma, no hay una lengua, o una variación dialectal mejor que otra,
Omar López Vergara
Creo,que más allá de todo, las formas de expresión de cada uno merecen respeto. No hay una “mejor” o “peor” forma de hablar. Me parece que una de las cosas más ricas de América Latina son sus dialectos y, de la misma forma que uno se puede nutrir cuando aprende otras lenguas, uno puede aprovechar y aprender de los dialectos de una misma lengua. En mi opinión es una de las cuestiones más ricas que tenemos. Pensar que el castellano español es el único es seguir pensando que Latinoamérica no es ni autóctona ni maravillosa por sí misma. Talvez sean otros “españoles”, pero sin duda son valiosos. Saludos, María José
Creo que se debería usar un diccionario de la Lengua Castellana para escribir los artículos. comprendo la dificultad que tienen ustedes para redactar su edición, mucho mayor que en España, porque no hay una cultura hispana singular. El aislamiento de las antiguas provincias administrativas de las colonias españolas del Nuevo Mundo, las vivencias diferentes… Sé que no pueden evitar los mexicanismos porque los redactores son de allá. Lo único que les ruego es que aspiren a ser comprendidos y asimilados por la mayor parte de los españoles.
SeñoR Osorio; quizá no le guste el uso de la forma verbal que expone por parte de los argentinos, pero piense que las obras del Siglo de Oro, entre las que se cuenta las crónicas de El Inca Garcilaso y de Bernal Díaz del Castillo, usan la misma forma verbal. Hubo un tiempo en que esto era común en el Nuevo Mundo y en Europa.
Además, los argentinos fueron colonizados, al igual que el este de Europa (Boston, en concreto) por las familias italianas que huían de los desórdenes provocados por la reunificación del país y de la miseria provocada por la opresión de los terratenientes. Si en vez de Argentina esos hispanoitalianos se hubieran instalado en Mérida o Chihuahua, ¿hubiera participado con esos argumentos en este foro?
Siempre he admirado la forma en que se redactan los articulos de National Geographic es Español. Las traducciones estan muy bien consultadas con expertos en cada tema, de otra forma, no tendrían rigor ni exactitud cuando se encontraran terminos de dificil traduccion o equivalencia en español para una persona no concedora de cada tema.
Personalmente como Salvadoreño, no siento que los textos en español contengan “localismos” mexicanos, puesto que éstos son fácilmente detectables, al menos para los centramericanos que los conocemos e incluso a veces tenemos alguno que otro, debido a nuestra historia en comun con la conquista española y el indigenismo Maya. Es curioso como aqui en Centroamerica usamos el “voseo”, hablarnos de vos, similar a Argentina, cuando estamos en un contexto familiar o de amistad, usamos el “tuteo”, en ambientes semi formales, y claro hablamos de “usted” en situaciones formales o con personas con las que no tenemos confianza. Siempre me he preguntado la razon de esta diversa forma de hablar que usamos. Tengo entendido que en Colombia tambien hablan de Vos… En Costa Rica usan mucho el “usted”, aun en situaciones familiares y de confianza. Tal vez National Geographic haga algun dia una investigacion sobre el origen de tantas variedades de “español” que usamos en Latinoamerica.
Pienso que una cosa es hablar en forma coloquial, y otra escribir para que lean personas que no conocemos….Ahí está la diferencia. Los chilenos hablamos muy mal, pero no soportamos leer algo mal escrito, mal redactado, con faltas de ortografía, con formas verbales equivocadas…No podríamos enseñarles el castellano a nuestros niños, usando textos mal escritos, y eso es lo que sucede en Argentina, en que en los libros de cuentos para los niños, sale el “tenés”, “pasá”,etc.
La National Geographic es una excelente revista, con fotografías extraordinarias, investigaciones completísimas, que nos mantiene al día y alertas sobre el mundo en que vivimos, muy bien escrita.
Es bueno saber que el editor de NatGeo en español no reivindica el uso del español neutro. Algunos hispanohablantes no mexicanos suelen decir que esa creación de laboratorio es más bien mexicano neutro.
Me alegra saber que los mexicanos perciben ese medio (el español neutro) como ajeno también a ellos. En cualquier caso, siempre me resultará más respetuoso de nuestras culturas, hacer el esfuerzo por entender una variedad real de español que habla una comunidad real que descifrar ese artificio de comunicar con una lengua que nadie habla.
Concuerdo completamente con el Sr. López Vergara. Me parece clarísima la postura frente a la existencia de un “español neutro” y me satisface también el saber, como dijo una anterior forista, que quienes hablan en nombre de la redacción de NatGeo se distancian de una construcción como “español neutro”. Lo interesante es reconocer el uso que cada uno hace de la lengua y no veo cuál es el problema de leer una revista que contiene mexicanismos.
Quiero aportar que todos los dialectos son construcciones, más o menos útiles de acuerdo con lo que creamos conveniente para definir un grupo humano. Estas cuestiones son frecuentemente debatidas en ámbitos académicos hispanohablantes (afortunadamente).
Muy atinada fue la observación de otro forista que señaló que en textos literarios también se documenta su uso. De todos modos, insisto, acá no estamos hablando de exotismos o usos estilísticos, hablamos de variación, concepto que hasta el momento intenta ser lo bastante amplio y a la vez específico para explicar cómo la lengua se realiza en sus hablantes.
Me gustaría recibir información acerca del tema del español neutro, puesto que trabajo en hotelería y esta cuestión es muy interesante para hacer una investigación en diferentes ámbitos de contacto de lenguas.
Gracias!!!!!!!!!!!!!