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viernes, 6 de marzo de 2009

La muerte

Popular


Nada en este mundo dura,
Fallecen bienes y males;
Una misma sepultura
A todos nos hace iguales.


I


Se acaba la vanidad,
La avaricia, la riqueza,
La honradez y la nobleza,
La pompa y la caridad;
La soberbia, la humildad,

El garbo y la compostura
Se marchita la hermosura
A quien tanto el mundo alaba,
Porque al fin todo se acaba,
Nada en este mundo dura.


II

Muere el justo, el pecador,
Muere el grande, muere el chico,
El poderoso y el rico,
El esclavo y su señor;
Se acaba el mundo de amor,

Los hombres y los caudales,
Mueren traidores y leales
Y sin mejorar su suerte
Cuando les viene la muerte
Fallecen bienes y males.


III

Mueren moros y cristianos,
Letrados y tinterillos,
Mueren honrados y pillos,
Médicos y matasanos.
Abrid los ojos, mundanos,

No pecad que eso es locura,
Hagamos la compostura
Porque habremos de morir
Y nos tiene que cubrir
Una misma sepultura


IV

Mueren súbditos, prelados,
Monarcas y emperadores,
Grandes, medianos y menores
Los solteros y casados;
Los pobres y acaudalados,

Los papas y cardenales,
Distintos en el vivir,
Pero Dios en el morir
A todos nos hace iguales.


Obtenido el 6 de marzo de 2009 de: http://segundochinguel.blogspot.com/2009/01/poema-la-muerte.html

Poema 20

Pablo Neruda


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Obtenido el 6 de marzo de 2009 de: http://www.mundolatino.org/cultura/neruda/neruda_4.htm


El desprecio


Nicomedes Santa Cruz


Me despreciaste por negro
y yo te quise por blanca
que maldito sea el color
que separó nuestras almas.

Por un instante quise yo
que el sol nublara mis esperanzas
pero la noche no le quiso dar
el color a mi alma.

Y la culpa la tengo yo
porque creí que ese amor
cuando se quiere de veraz
no se fija en el color.

Te burlas de mi porque tengo esta piel negra
que tanto te espanta, que tanto maldices
que tanto desprecias.
Mucho más blanca que tú
tengo el alma y las entrañas.

Por eso te digo mujer
si Dios es más grande del mundo,
porque me desprecias
si tu al lado de Él: no eres nada.

Razón tenía mi madre
cuando supo que te amaba
se compadecía de mi.

Es que sabía la pobre
como queremos los negros
y como los blancos desprecian
el color de nuestras almas.

Mira, aunque mis ojos son tan negros
lloran lágrimas blancas.
Me despreciaste por negro
y yo te quise por blanca.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://segundochinguel.blogspot.com/2008/05/el-desprecio-de-nicomedes-santa-cruz.html

Masa


César Vallejo


Al fin de la batalla,

y muerto ya el combatiente,vino hacia él un hombre

y le dijo: "No mueras, te amo tanto!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Se le acercaron dos y repitiéronle:

"No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,

clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Le rodearon millones de individuos,

con un ruego común: "¡Quédate, hermano!"

Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.


Entonces, todos los hombres de la tierra

le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;

incorporóse lentamente,

abrazó al primer hombre; echóse a andar...


Obtenido el 6 de marzo de 2009 de: http://www.terra.es/personal2/cap.nemo/masa.htm

Suave patria


Ramón Lopez Velarde


PROEMIO


Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo
para cortar a la epopeya un gajo.

Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuan
que remaba la Mancha con fusiles.

Diré con una épica sordina:
la Patria es impecable y diamantina.

Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música de selva
con que me modelaste por entero
al golpe cadencioso de las hachas,
entre risas y gritos de muchachas
y pájaros de oficio carpintero.


PRIMER ACTO


Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.

Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.

¿Quién, en la noche que asusta a la rana,
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?

Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco sabe
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos se vacía
el santo olor de la panadería.

Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.

Al triste y al feliz dices que sí,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!

Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que se fue, lo que aún no toco
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.


INTERMEDIO


(Cuauhtémoc)

Joven abuelo: escúchame loarte,
único héroe a la altura del arte.

Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.

No como a César el rubor patricio
te cubre el rostro en medio del suplicio;
tu cabeza desnuda se nos queda,
hemisféricamente de moneda.

Moneda espiritual en que se fragua
todo lo que sufriste: la piragua
prisionera , al azoro de tus crías,
el sollozar de tus mitologías,
la Malinche, los ídolos a nado,
y por encima, haberte desatado
del pecho curvo de la emperatriz
como del pecho de una codorniz.


SEGUNDO ACTO

Suave Patria: tú vales por el río
de las virtudes de tu mujerío.
Tus hijas atraviesan como hadas,
o destilando un invisible alcohol,
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alambradas.

Suave Patria: te amo no cual mito,
sino por tu verdad de pan bendito;
como a niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja
y la falda bajada hasta el huesito.

Inaccesible al deshonor, floreces;
creeré en ti, mientras una mejicana
en su tápalo lleve los dobleces
de la tienda, a las seis de la mañana,
y al estrenar su lujo, quede lleno
el país, del aroma del estreno.

Como la sota moza, Patria mía,
en piso de metal, vives al día,
de milagros, como la lotería.

Tu imagen, el Palacio Nacional,
con tu misma grandeza y con tu igual
estatura de niño y de dedal.

Te dará, frente al hambre y al obús,
un higo San Felipe de Jesús.

Suave Patria, vendedora de chía:
quiero raptarte en la cuaresma opaca,
sobre un garañón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.

Tus entrañas no niegan un asilo
para el ave que el párvulo sepulta
en una caja de carretes de hilo,
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de ti el cadáver hecho poma
de aves que hablan nuestro mismo idioma.

Si me ahogo en tus julios, a mí baja
desde el vergel de tu peinado denso
frescura de rebozo y de tinaja,
y si tirito, dejas que me arrope
en tu respiración azul de incienso
y en tus carnosos labios de rompope.

Por tu balcón de palmas bendecidas
el Domingo de Ramos, yo desfilo
lleno de sombra, porque tú trepidas.

Quieren morir tu ánima y tu estilo,
cual muriéndose van las cantadoras
que en las ferias, con el bravío pecho
empitonando la camisa, han hecho
la lujuria y el ritmo de las horas.

Patria, te doy de tu dicha la clave:
sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;
cincuenta veces es igual el AVE
taladrada en el hilo del rosario,
y es más feliz que tú, Patria suave.

Sé igual y fiel; pupilas de abandono;
sedienta voz, la trigarante faja
en tus pechugas al vapor; y un trono
a la intemperie, cual una sonaja:
la carretera alegórica de paja.


Obtenido el 6 de marzo de 2009 de: http://www.poema-de-amor.com.ar/mostrar-poema.php?poema=4443

jueves, 5 de marzo de 2009

Sensemayá

(Canto para matar a una culebra)

Nicolás Guillén

¡Mayombe--bombe--mayombé!
¡Mayombe—bombe--mayombé!
¡Mayombe--bombe--mayombé!

La culebra tiene los ojos de vidrio;
la culebra viene y se enreda en un palo;
con sus ojos de vidrio, en un pato,
con sus ojos de vidrio.
La culebra camina sin patas;
la culebra se esconde en la yerba;
caminando se esconde en la yerba,
caminando sin patas.

¡Mayombe—bombe--mayombé!
¡Mayombe--bombe--mayombé!
¡Mayombe—bombe--mayombé!

Tú le das con el hacha, y se muere:
¡dale ya!
¡No le des con el pie, que te muerde,
no le des con el pie, que se va!

Sensemayá, la culebra,
sensemayá.
Sensemayá, con sus ojos,
sensemayá.
Sensemayá, con su lengua,
sensemayá.
Sensemayá, con su boca,
sensemayá ...

¡La culebra muerta no puede comer;
la culebra muerta no puede silbar;
no puede caminar,
no puede correr!
¡La culebra muerta no puede mirar;
la culebra muerta no puede beber;
no puede respirar,
no puede morder!

¡Mayombe—bombe--mayombé!
Sensemayá, la culebra…
¡Mayombe--bombe--mayombé!
Sensemayá, no se mueve…
¡Mayombe—bombe--mayombé!
Sensemayaá, la culebra…
¡Mayombe—bombe--mayombé!
Sensemayá, se murió!


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://home.wlu.edu/~barnettj/lit295/guillen.htm

Verdades amargas

Ramón Ortega


Yo no quiero mirar lo que he mirado
a travéz del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos... es mentira... no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
sólo llevan tristezas en el alma.

En éste laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco, y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brille nomás tiene cabida,
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el cruel delito de haber nacido pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado.

La sociedad que adora su deshonra,
persigue con sáña al criminal,
más, si el puñal es de oro,
enmudece el juez...y besa el puñal.

Nada hermano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

Que existe la virtud... yo no lo niego
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado
y hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuándo veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas lineas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.cuscatla.com/ortega.htm

Todos los niños del mundo

Fidencio Escamilla Cervantes


Si un niño vive con tolerancia,
aprende a ser paciente,
si un niño vive con valor,
aprenderá a tener confianza,
si un niño vive con elogios,
aprenderá a apreciar.
Si un niño vive con honradez,
Aprenderá la justicia.
Si un niño vive con seguridad,
Aprenderá a tener fe.
Si un niño vive con aceptación y amistad,
Aprenderá a apreciar.
Los niños aprenden lo que viven.


A todos los niños del mundo,
A todos los hombres de este planeta nuestro.
A todos los niños que viven en sus miserias por los pueblos,
A los que habitan resignados en estériles desiertos,
A los que piden justicia en el propio corazón de México:
A todos esos niños diseminados por el mundo entero,
Los invitamos a escuchar estas palabras de reencuentro.

Una vez alguien dijo un comentario cierto;
“Hay que preparar al niño para la vida”
pero yo pregunto a todos los sabios de este planeta nuestro;
¿ya prepararon la vida para los niños de este tiempo?
Esa ciencia, que sólo es ciencia
Para llenar al mundo de armamento,
Donde el hombre escarba hasta el último átomo
Para darle a la bomba más efecto.

¡Silencio!
¡No! El hombre ha sido, es y será un ser perverso.
Fue producto de esta cansada tierra ¡Sí!
Pero parió un engendro.
El hombre ha sido avance de la civilización
¡Es cierto!
Ya conquistó la luna y encamina su vista al universo.
Yo vi matar una vez a un hombre
Por robar un miserable peso;
Utilizó la ciencia para su fin avieso
Y aún anda ese hombre por ahí,
Como coyote hambriento.

¿Qué prueba eso?
La humanidad no es sólo el hombre ¡Son cientos!
Millones y millones que pueblan la tierra
Y en esfuerzo común llevan ardua tarea
Para conseguir más viviendas, más escuelas,
Tú, como niño, ¿Dónde hiciste tus primeras letras?
¿Y no fue un ser humano, maestro o maestra
el que generoso te enseñó la ciencia?

¡Sí, fue un maestro, y le guardo profundo cariño!
Siempre tuvo frases de amor y consuelo
Hacia todos los niños,
Nos mostró la ciencia, quitando los cardos
Y espinas que había en el camino.
Pero un día, transformó su vida y cambió de destino.
Por los campos de batalla a nuestra escuela,
gis y pizarrón los cambió por un tanque de guerra,
y hoy combate en todas partes: como perro y perra.

¡Mentira! Se respira paz en toda la tierra.
Lo sucedido en Hiroshima ¿Quién no lo recuerda?
Lo que pasó en Nagashaki aun nos aterra.
Imposible otro conflicto mundial, tu mente está enferma
¿Porqué no irán al sur? En una islas llamadas Malvinas,
donde aun combaten la Inglaterra y la Argentina,
donde mueren hombres, mujeres y niños, donde todo es ruina, mientras que la ONU cobarde se esconde,
a hablar no se anima. Sus embajadores
se ponen de acuerdo en una cantina,
surgen las alianzas, con champaña brindan,
intercambian armamentos, los pactos se firman
para que siga la guerra, ¿Qué importan las vidas?
Esa parte del sur ¿será otra Hiroshima?
Reza un refrán: “Quien te enseña a caminar, jamás camina”

A todos los niños del mundo, pidan una vida justa,
Más unida; no queremos los ejemplos de Inglaterra y Argentina;
Gobiernos sin conciencia, hienas asesinas.
Escúchennos todos, militares y civiles;
Han llenado el alma de los niños de metrallas y fusiles,
Han hecho campos de batalla con sus juegos infantiles,
Han transformado su mirar sereno
En lanzamientos de cohetes y misiles,
Quieren hacer de sus conciencias limpias,
Autómatas armados y serviles.

Niño de este cansado mundo ¡Protesta!
Que no pongan en tus inocentes manos un cañón y
Metralletas, que tus juegos no sean
En campo de batalla y de violencia.
Escúdate en tu inocencia ¡En tu defensa!

¡En tu defensa! El hombre se revuelca
en la hediondez de su puerca conducta,
revisa mapas mundi, oráculos consulta,
provoca a la muerte, se lanza en su busca,
mata por matar, su fin no le asusta,
mata por matar, su fin no le asusta.

Ese es el ser racional llamado HOMBRE
Que en su aceda conciencia la maldad oculta.
El hombre camina hacia una destrucción perfecta.
¡Es cierto! Se va quedando sólo en su estúpido reto,
mira hacia la tierra poblada de espectros
y grita su victoria a todos los vientos.
Abriga una obsesión:
Quiere ser del mundo único dueño,
Delirio de un demente, imágenes de sueño;
Cuando cree ser grande,
El hombre mismo es más pequeño,
Tan sólo el reptil revolcándose en el suelo;
Eso sí, apto para matar, ese es su anhelo.

El hombre, siempre ha sido el hombre
Creador de conflictos,
Su nombre, con sangre en la historia lo ha escrito,
Se lanza al espacio, mira al infinito
Buscando otro mundo para el sacrificio.

Y la ciencia; esa ciencia, impune se le ha unido,
Avanzan de acuerdo para el exterminio,
Él uno, que pone el cerebro de maldad podrido,
La otra, que siembra el terror con su poder temido.
La voz de un niño, generalmente nunca es oída,
Por eso acudo a ustedes, hombres honrados
Y conciencias tranquilas.
Digan a los sabios, a todos los que habitan
Esa tierra sangrante y sufrida;
¡Que ya no armen más bombas que destruyen vidas!
¡Qué ahora inventen bombas que contengan comida!
Y las envíen a todo el mundo,
Donde existen niños con hambre y amibas.
Que en lugar de balas, las metrallas lancen
Sin fin de semillas,
Igual que cruzadas heroicas, henchidas,
Llevando el mensaje de amor a la vida.

Por eso te hablo a ti, para que tú me entiendas,
Niño de esta tierra que solloza y tiembla;
Tú, como fértil semilla que la paz engendra,
Tú, balanza imparcial que con horror contemplas
El principio y el fin de estas sucias contiendas.

Tú, que emitirás el juicio final de la ciencia,
¡Rebélate ahora, porque el tiempo apremia!
Que se escuchen todos, ve hasta sus viviendas,
Habla en mil idiomas para que te entiendan.
Demuestra que se puede cambiar esta tierra,
Que podemos sembrar una paz entre escombros de guerra.
Que queden atrás los escritos de odio y miseria,
Que ya no sea el hombre destructor del hombre,
Apoyado en la ciencia.
En una palabra: ¡Que ya no sea una bestia
Que de su misma carne se alimenta!

¡Esta es mi protesta!
Una última llamada que esparzo a los vientos,
Al alcance de los niños de todos los pueblos.
A mis hermanos todos, sean blancos o negros,
A los que llevan el hambre pegada a los cuerpos.
Un llamado de esperanza, de inicio, de reencuentro.
¡A todos los niños del mundo!
¡A todos los hombres de este planeta nuestro!

Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://es.geocities.com/keyss_13/Poema12.htm


Poema 12

Pablo Neruda


Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.
.
Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas corno el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.
.
He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.tinet.org/~elebro/poe/neruda/neruda19.html

Hay un país en el mundo

Pedro Mir

Hay
un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol,
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteras
antiguas
o el día en los tejados.
Sencillamente
Frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sinceramente agreste y despoblado.

En verdad.
Con dos millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falta del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el cantío de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio el amor.
Entonces
es lo que he declarado.
Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.

Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor de la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.

Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
que donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras
cantando
entre los surcos
su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.
Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para bronca muerte.
¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
En un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije
sencillamente triste y oprimido.
No es eso solamente.
Faltan hombres
para tanta tierra. Es decir, faltan hombres
que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre
después de unas canciones.
Madre de la hortaliza.
Madre del pan. Madre del lienzo y del techo.
Madre solícita y nocturna junto al lecho...
Faltan hombres que arrodillen los árboles y entonces
los alcen contra el sol y la distancia.
Contra las leyes de la gravedad.
Y les saquen reposo, rebeldía y claridad.
Y los hombres que se acuesten con la arcilla
y la dejen parida de paredes.
Y los hombres
que descifren los dioses de los ríos
y los suban temblando entre las redes.
Y hombres en la costa y en los fríos
desfiladeros
y en toda desolación.
Es decir, faltan hombres.
Y falta una canción.


Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.


Pulmón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.

Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.

Los que la roban no tienen ángeles
no tiene órbita entre las piernas
no tiene sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.

No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.

País inverosímil.
Donde la tierra brota
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde alcanza la estatura del vértigo,
donde las aves nadan o vuelan pero en el medio
no hay más que tierra:
los campesinos no tienen tierra.
Y entonces
¿de dónde ha salido esta canción?
¿Cómo es posible?
¿Quién dice que entre la fina
salud del oro
los campesinos no tienen tierra?
Esa es otra canción. Escuchad
la canción deliciosa de los ingenios de azúcar
y de alcohol.

Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio
y los brazos del hombre más simple
son del ingenio
y sus venas de joven calibre
son del ingenio
y los guardias con voz de fusiles
son del ingenio
y las manchas del plomo en las ingles
son del ingenio
y la furia y el odio sin límites
son del ingenio
y las leyes calladas y tristes
son del ingenio
y las culpas que no se redimen
son del ingenio
veinte veces lo digo y lo dije
son del ingenio
“nuestros campos de gloria repiten”
son del ingenio
en la sombra del ancla persisten
son del ingenio
aunque arrojen la carga del crimen
lejos del puerto
con la sangre y el sudor y el salitre
son del ingenio.

Y éste es el resultado.
El día luminoso
regresando a través de los cristales
del azúcar, primero se encuentra al labrador.
En seguida al leñero y al picador
de caña
rodeado de sus hijos llenando la carreta.

Y al niño del guarapo y después al anciano sereno
con el reloj, que lo mira con su muerte secreta,
y a la joven temprana cosiéndose los párpados
en el saco cien mil y al rastro del salario
perdido entre las hojas del listero. Y al perfil
sudoroso de los cargadores envueltos en su capa
de músculos morenos. Y al albañil celeste
colocando en el cielo el último ladrillo
de la chimenea. Y al carpintero gris
clavando el ataúd para la urgente muerte,
cuando suena el silbato, blanco y definitivo,
que el reposo contiene.

El día luminoso despierta en las espaldas
de repente, corre entre los raíles,
sube por las grúas, cae en los almacenes.
En los patios, al pie de una lavandera,
mojada en las canciones, cruje y rejuvenece.
En las calles se queja en el pregón. Apenas
su pie despunta desgarra los pesebres.
Recorre las ciudades llenas de los abogados
que no son más que placas y silencio, a los poetas
que no son más que nieblas y silencio y a los jueces
silenciosos. Sube, salta, delira en las esquinas
y el día luminoso se resuelve en un dólar inminente.
¡Un dólar! He aquí el resultado. Un borbotón de sangre.
Silenciosa, terminante. Sangre herida en el viento
Sangre en el efectivo producto de amargura.
Este es un país que no merece el nombre de país.
Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura.

Es cierto que lo beso y que me besa
y que su beso no sabe más que a sangre.
Que día vendrá, oculto en la esperanza,
con su canasta llena de iras implacables
y rostros contraídos y puños y puñales.
Pero tened cuidado. No es justo que el castigo
caiga sobre todos. Busquemos los culpables.
Y entonces caiga el peso infinito de los pueblos
sobre los hombros de los culpables.


Y así
palor de luna
pasajeros
despoblados y agrestes del rocío,
van montañas y valles por el río
camino de los puertos extranjeros.

Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.
Pero ebrio de orégano y de anís
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. Y un país
en el mundo,
fragante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.

Y así no puede ser. Desde la sierra
procederá un rumor iluminado
probablemente ronco y derramado.
Probablemente en busca de la tierra.
Traspasará los campos y el celeste

dominio desde el este hasta el oeste
conmoviendo la última raíz
y sacando los héroes de la tumba
habrá sangre de nuevo en el país
habrá sangre de nuevo en el país.

Y esta es mi última palabra.
Quiero
oírla. Quiero verla en cada puerta
de religión, donde una mano abierta
solicita un milagro del estero.
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.

Donde un ángel respira.
Donde arde
una suplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carreta
un boyero se extingue con la tarde.
Después

No quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.

Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.latinartmuseum.com/busqueda.htm

Agua que huele a resinas


Catalina Pastrana


México:
en el eco de tus montañas hay fatiga,
hay cansancio en la hierba.
en el canto de las aves hay protestas,
y hay tristezas en la oscura suavidad de la espesura.

La inconformidad se siente en la llanura.
los rencores se acumulan en los cardos,
y en la oquedad de los troncos
el odio se acuclilla.

El arado se traba entre los surcos.
la mano de mi hermano va empuñada,
con los ojos clavados en la tierra
y el pensamiento metido en las entrañas.

Tienen sed de justicia sus anhelos inciertos,
tienen sed de esperanzas hasta los mismo muertos;
y la justicia comodina y ciega.
va arrastrando en hilangos la codicia.

¡Así cantan los poetas.
así van hilvanando sus ilusiones huecas!
!Yo les pido que canten suavemente.
pero que canten a los pájaros y a las flores,
que no canten para mí, que no me falta su canto.

El que hablaba era un hombre enflaquecido
con la piel enjuta hasta los huesos
y los pies partidos por el Iodo.
¡Yo no quiero -decía-, los versos del poeta,
tengo sed de justicia y de verdades!

Cuando un perro se muere por falta de tortillas,
lo arrastra la barranca,
y de esa agua que corre, se llenan las tinajas.

No tenemos farmacias.
tenemos curanderos,
que quitan los dolores
con hierbas y milagros.

Son muy grandes las tierras
y son grandes los potreros
es buena la cosecha, pero es grande la colmena.

El río se va secando igual que las resinas,
y se va secando el hambre, igual que la fatiga;
pero de mis pesares no repartimos quejas,
yo sólo tengo una; el canto del poeta.

En el tiempo del tiempo
llegan a este pueblo los hombres del Partido
alborotando gente,
quieren que todo el pueblo, en un solo estallido,
aumenten más el triunfo del hombre prometido.

Y en toda esa alegría del aplauso candente,
la tristeza se esconde, y tiene fiesta mi pueblo,
fiesta para los perros, y fiesta para mi gente.

Hoy que vuelvo a mi pueblo, encontré las promesas,
entre las mismas cosas y con las mismas quejas.
Promesas de esos hombres que no fueron cumplidas
y que se fueron quedando como cosas perdidas.

¡Nada cambió en mi pueblo!
¡Están los mismos anhelos y están los mismos quejidos!
¡El mismo sol inclemente y el mismo canto del grillo!
Encontré en el basurero el mismo olor de los cerdos,
las mismas moscas picando sobre los huesos de un perro.

Y los atajos polvosos y el cansancio del arriero
pisando con sus huaraches la tierra del hormiguero.

Que se callen por favor,
que los derechos no se cubren con palabras;
la poesía alimenta al pensamiento,
pero deja en el estómago la misma necesidad
y el mismo sufrimiento.

Me acerqué más a él y en silencio
escuché lo que decía:
Yo me fui de este pueblo cargando mis tristezas
hoy regreso a mi pueblo con las mismas pobrezas.

¡Vengo a mirar la cara a la justicia
y quiero que la justicia vea mi cara!
¡Si no fuera mujer le exigiría
que tuviera vergüenza y más hombría!

¡Yo no quiero escuchar palabras enmieladas!
¡Yo conozco una sola, una sola palabra sin poesía
que es parte de mi cuerpo y de mi sangre!
¡Una sola palabra carcomida,
y no la digas poeta ... es mi hambre!

El hombre en su cotón más flaco se veía,
con la cara ceniza y las manos vacías.
Una mueca en la risa le borró bien sus lágrimas.
y me dolió cuando dijo con humildes palabras:

Yo nací en este pueblo con casitas de palma,
muy cerca baja el río con olor a resinas.
no tenemos descanso, tenemos la capilla;
el viejo campanario se llena de gorriones
y de pocos rosarios.

También encontré cansada a la misma mujer preñada,
lavando en las mismas piedras.
Las barrancas estancadas, y dentro de esa agua puerca,
toda la sed de mi pueblo.

Hay marañas en las calles,
hay fatiga y hay tristezas,
hay rencores y protestas; pero protestas a Dios,
protestas que son sus quejas guardadas con devoción.

Al volver hoy a mi pueblo,
me encontré con esos hombres del poderoso Partido;
han traído las promesas que ya no tienen sentido.
¡Han puesto ya la tribuna sobre el tronco de un capiro.
y han colgado los papeles que siempre dicen lo mismo!

¡Escuchen... sí... están diciendo lo mismo!
¡No han cambiado las palabras que jamás he comprendido!
¡Es la misma cantaleta y siempre el mismo estribillo!
¡Por favor, díganles que se callen!

¿Alguien quiere decirles que se callen?
¡Ya no quiero escuchar palabras ejidales!
¡No quiero escuchar el ruido de ese enjambre!
¡Se me secó el entusiasmo cuando se secó mi hambre!

¡No tengo fe ni confianza,
sólo tengo mi cansancio!
¡Y mi cansancio no sirve,
y no sirven mis aplausos!

¡Alguien debe decirles que se callen!
¡No entiendo su revolución, ni soy razón de su meta!
¡Me han cansado las promesas,
y me han cansado también ...
los versos de los poetas!

Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://unagotalmar.blogspot.com/2007/03/catalina-pastrana-iguala-gro-1926-2003.html

Los nueve monstruos


César Vallejo


Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la arimética!
Jamás tánto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tánta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás de perfíl,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más)
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardio!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tánto cajón,
tánto minuto, tánta
lagartija y tánta
inversión, tanto lejos y tánta sed de sed!
Señor Ministro de Salud; ¿qué hacer?
!Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.poete.org/PAREDE/24482/%22Los+nueve+monstruos%22+de+C%E9sar+Vallejo+%3B+*+St%E9phane+Par%E9d%E9.html

El desprecio

Nicomedes Santa Cruz

Me despreciaste por negro
y yo te quise por blanca
que maldito sea el color
que separó nuestras almas.

Por un instante quise yo

que el sol nublara mis esperanzas
pero la noche no le quiso dar
el color a mi alma.

Y la culpa la tengo yo

porque creí que ese amor
cuando se quiere de veraz
no se fija en el color.

Te burlas de mi porque tengo esta piel negra

que tanto te espanta, que tanto maldices
que tanto desprecias.
Mucho más blanca que tú
tengo el alma y las entrañas.

Por eso te digo mujer

si Dios es más grande del mundo,
porque me desprecias
si tu al lado de Él: no eres nada.

Razón tenía mi madre

cuando supo que te amaba
se compadecía de mi.

Es que sabía la pobre

como queremos los negros
y como los blancos desprecian
el color de nuestras almas.

Mira, aunque mis ojos son tan negros

lloran lágrimas blancas.
Me despreciaste por negro
y yo te quise por blanca.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://segundochinguel.blogspot.com/2008/05/el-desprecio-de-nicomedes-santa-cruz.html

Romance del acabóse

José Antonio Ochaita


Aquello puede acabarse
del modo que te convenga.

Yo te prometo colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tú misma lo sepas.

Yo estoy dispuesto a cargar
con la pólvora más negra
un cachorrillo de hierro
y que las sienes me muerda.

Esto puede acabar
del modo que te convenga,
esta tarde o esta noche
o después cuando amanezca.

Sólo con que tú me lo digas:
“Se acabó la historia aquella.”
pero lo que no podrás
es que acabemos a medias.

Que en amistad trastoquemos
lo que fue pasión deshecha;
que tú vayas por la calle
y yo por la calle venga,
y nos digamos ¡”Adiós”!
como amigos que se encuentran.

Que tu digas: “Aquel tiempo!”
que yo diga:¡”Aquella fecha!”
y que los besos sorbidos
boca a boca, vena a vena,
no se nos pongan de pie
como claras bayonetas
y nos claven por cobardes
sobre la cruz de las piedras.

Amantes fuimos los dos
que amarse no da vergüenza;
comimos del mismo pan;
pisamos la misma hierba,
y las paredes calladas
huelen al que oler sepa,
a vida que hicimos juntos
llevando la misma senda.

Amantes fuimos los dos:
el fuego tú; yo la yesca;
tu, la soga; yo el caldero;
tú, el aire, yo la veleta.

Años enteros unidos
en una misma cadena
de sobresaltos y besos,
de conciencia y de inconciencia,
de quietud y de inquietud.

¡Ay, Dios que si lo barruntan!
¡Ay, Dios que si lo comentan!
¡Ay, que si me ven contigo!
¡Ay, que si contigo me ven!

Besos entre sobresaltos;
entre amarguras promesas.
Saber engañar a todos
y tener la verdad nuestra;
de estar por dentro casados
en una alianza secreta.

Casado estuve contigo;
arras fueron las estrellas,
y en el libro de la vida
quedó por siempre una fecha;
que era junio y era un día
que olía a cosas eternas.

Amantes fuimos los dos,
que amarse no da vergüenza.
Amantes fuimos de llanto,
amantes de complacencia,
amantes porque te di
todo lo que tú me dieras.

La vida tuya fue mía:
la mía, tú te la llevas.

Hasta ayer. Ayer me dices
claramente, por las buenas,
que nos conviene acabar
con aquella historia. ¡Aquella!
Eso no nace de nuevo
no la improvisas a ciegas;
eso, razón razonada,
“agua que viene de alberca
no se detiene ante nada”.

¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Y estoy dispuesto a colgarme
en el pescuezo una piedra
y echarme de noche al río
sin que tu misma lo sepas.

¿Tú que harás? ¿Entrarte a monja?
¿Beber solimán a ciegas?
¿Ponerte un ascua en las sienes
para que derritan su cera?
Sólo así podrá acabar
pasión que fue tan entera.
¿pues otra cosa creías?
¿Pues otra cosa alimentas?

¿Qué amor se puede cambiar
en amistad sin ojeras?
¿Qué amantes y amigos son
como dos varas gemelas,
y que se corta la una
cuando la otra se seca?

¿Qué quien te tuvo en sus brazos
y saboreo tu lengua,
y hundió contigo la almohada
junto a tu misma cabeza
puede ser el amigo ese
que, cuando se le tropieza,
se le dice: “Adiós, amigo!”,
y se sigue la vereda?

Pero ¿quién te ha trastornado
quién te ha dado esa ceguera?
El amor cuando es amor,
sólo tiene dos certezas:
el odio, verdad de sangre;
la muerte, certeza negra.

¿Qué vamos a acabar? Bueno;
como mejor te convenga.
Pero ¿amigos? ¡Nunca! ¡Nunca!
Te estoy deseando muerta,
me estoy deseando muerto,
pero sin amor a medias.

Si tú quieres, llámame;
yo te llamaré si esperas.
¡Hazme el nudo corredizo;
eche yo el nudo a tu cuerpo,
y acabemos esta vida
que por tanto amor te pesa!


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://poemas.ec/2008/01/jos-antonio-ochaita-romance-del-acabose.html


El viento en la isla

Pablo Neruda


El viento es un caballo:
óyelo cómo corre
por el mar, por el cielo.

Quiere llevarme: escucha
cómo recorre el mundo
para llevarme lejos.

Escóndeme en tus brazos
por esta noche sola,
mientras la lluvia rompe
contra el mar y la tierra
su boca innumerable.

Escucha como el viento
me llama galopando
para llevarme lejos.

Con tu frente en mi frente,
con tu boca en mi boca,
atados nuestros cuerpos
al amor que nos quema,
deja que el viento pase
sin que pueda llevarme.

Deja que el viento corra
coronado de espuma,
que me llame y me busque
galopando en la sombra,
mientras yo, sumergido
bajo tus grandes ojos,
por esta noche sola
descansaré, amor mío.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.poemas-del-alma.com/el-viento-en-la-isla.htm

Nocturno

Manuel Acuña


A Rosario


I

¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

II

Yo quiero que tu sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

III

De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

IV

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

V

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tu que yo haga
con este corazón?

VI

Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta alla a lo lejos
la puerta del hogar...

VII

¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!

VIII

¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por tí, no mas por ti.

IX

¡Bien sabe Dios que ese era
mi mas hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

X

Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!

Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.los-poetas.com/acuna/nocturno.htm

Oda al aire


Pablo Neruda


Andando en un camino
encontré al aire,
lo saludé y le dije
con respeto:
"Me alegro
de que por una vez
dejes tu transparencia,
así hablaremos."
El incansable,
bailó, movió las hojas,
sacudió con su risa
el polvo de mis suelas,
y levantando toda
su azul arboladura,
su esqueleto de vidrio,
sus párpados de brisa,
inmóvil como un mástil
se mantuvo escuchándome.
Yo le bese su capa
de rey del cielo,
me envolví en su bandera
de seda celestial
y le dije:
monarca o camarada,
hilo, corola o ave,
no sé quien eres, pero
una cosa te pido,
no te vendas.
El agua se vendió
y de las cañerías
en el desierto
he visto terminarse
las gotas
y el mundo pobre, el pueblo
caminar con su sed
tambaleando en la arena.
Vi la luz de la noche
racionada,
la gran luz en la casa
de los ricos.
Todo es aurora en los
nuevos jardines suspendidos,
todo es oscuridad
en la terrible
sombra del callejón.
De allí la noche,
madre madrastra,
sale
con un puñal en medio
de sus ojos de búho,
y un grito, un crimen,
se levantan y apagan
tragados por la sombra.
No, aire,
no te vendas,
que no te canalicen,
que no te entuben,
que no te encajen
ni te comprimanm
que no te hagan tabletas,
que no te metan en una botella,
cuidado!
llámame
cuando me necesites,
yo soy el poeta hijo
de pobres, padre, tío,
primo, hermano carnal
y concuñado
de los pobres, de todos,
de mi patria y lasotras,
de los pobres que viven junto al río,
de la vertical cordillera
pican piedra,
clavan tablas,
cosen ropa,
cortan leña,
muelen tierra,
y por eso
yo quiero que respiren,
tú eres lo único que tienen,
por eso eres
transparente,
para que vean
lo que vendrá mañana,
por eso existes,
aire,
déjate respirar,
no te encadenes,
no te fies de nadie
que venga en automóvil
a examinarte,
déjalos,
ríete de ellos,
vuélales el sombrero,
no aceptes
sus proposiciones,
vamos juntos
bailando por el mundo,
derribando las flores
del manzano,
entrando en las ventanas,
silbando juntos,
silbando
melodías
de ayer y de mañana,
ya vendrá un día
en que libertaremos
la luz y el agua,
la tierra, el hombre,
y todo para todos
será, como tú eres.
Por eso, ahora,
cuidado!
y ven conmigo,
nos queda mucho
que bailar y cantar,
vamos
a lo largo del mar,
a lo alto de los montes,
vamos
donde éste floreciendo
la nueva primavera
y en un golpe de viento
y canto
repartamos las flores,
el aroma, los frutos,
el aire
de mañana.

Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.fortunecity.com/campus/spanish/297/aire.html

Verdades amargas

Ramón Ortega


Yo no quiero mirar lo que he mirado
a travéz del cristal de la experiencia,
el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia.

Amigos... es mentira... no hay amigos,
la verdadera amistad es ilusión,
ella cambia, se aleja y desaparece,
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfutan de ventura y calma,
pero aquellos que abate el infortunio,
sólo llevan tristezas en el alma.

En éste laberinto de la vida,
donde tanto domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco, y amistad.

El que nada atesora, nada vale,
en toda reunión pasa por necio;
y por nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brille nomás tiene cabida,
aunque brille por oro lo que es cobre,
lo que no perdonamos en la vida
es el cruel delito de haber nacido pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado.

La sociedad que adora su deshonra,
persigue con sáña al criminal,
más, si el puñal es de oro,
enmudece el juez...y besa el puñal.

Nada hermano es perfecto, nada afable,
todo está con lo impuro entremezclado,
el mismo corazón con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

Que existe la virtud... yo no lo niego
pero siempre en conjunto defectuoso,
hay rasgos de virtud en el malvado
y hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuándo veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas lineas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre.


Obtenido el 5 de marzo de 2009 de: http://www.cuscatla.com/ortega.htm


El matricida

Efraín Alatriste Nava

Sobre el banquillo gris, del acusado,
se encuentra un hombre de mirar perdido
y de ver su semblante entristecido
el corazón se siente apesarado.

Hundida entre las manos la cabeza
y sumido en el mar de sus sollozos
ante la ley brutal y los curiosos
que mofándose están de su tristeza.

Grave y sereno el juez; fruncido el seño
impasible se encuentra en el estrado
sin embargo en la faz del magistrado,
se adivina un pesar jamás domeño.

El turno es del fiscal; con voz de trueno
ante la turba hostil de odio cegada
lanza su acusación de hiel cargada
cual lanza la serpiente su veneno.

¡Ahí lo tenéis señores es la bestia!
el hombre sin entrañas el ladino
el ser más despreciable ¡el asesino!
que priva de la vida sin molestia.

¡Es un chacal! malvado y truculento,
un ente sin piedad ¡un MATRICIDA!
quien con sus garras arrancó la vida
de la mujer que le brindo el sustento.

De la mujer que lo veló de niño,
de la mujer que lo forjó en su sangre,
de esa mujer que como toda madre
le arrulló alguna vez en su corpiño.

Y cómo le pagó ¡qué cruel delito!
que injusticia sin par... que cobardía
arrancarle la vida en forma impía
señores este ser ¡es un maldito!

Es un chacal y al condenarlo en suerte
que se cumpla la ley en su persona
y si Dios su pecado le perdona
¡Que la justicia le condene a muerte!

Calló el fiscal; la turba enardecida
con rugido feroz gritó al momento
¡Muera, muera; pero antes al tormento!
¡Que muera el indeseable matricida!

Habla por fin el juez desde su estrado
imponiendo silencio al ruido hecho
y dice: todo ser tiene derecho
que hable sobre el asunto el acusado.

Anegados los ojos por el llanto
la faz ajada... hirsuta la cabeza
jamás he visto tan fatal tristeza,
jamás he visto sufrimiento tanto.

... ¡Yo soy el asesino la he matado!
y lo juro ante Dios... ¡no me arrepiento!
si por ello me aplican cruel tormento
por su dicha lo doy por bien empleado.

Más mienten los que dicen que con saña
a mi madre maté, ¡miente la plebe!
yo la maté sin el dolor más leve
la maté con amor, y así no daña.

La maté con ternura, suavemente
... se extinguió su existencia tormentosa
cual leve palpitar de mariposa
y abandonó la vida... dulcemente.

Dulcemente murió, ¡cuánto la quise!
difícil es medir lo que es cariño
maté a quien me arrulló cuando era niño
sin embargo es amor; porque lo hice.

Cuántos de los hipócritas humanos
a quien yo supliqué pidiendo ayuda
hoy me escarnecen con terrible duda
¡y todavía pretenden ser cristianos!

Cómo sufrió mi madre ¡pobrecita!
con atroces dolores en el pecho
implorándole a Dios desde su lecho
¡sufriendo aquella enfermedad maldita!

¡Jamás he de olvidar aquella noche!
en que gritando de dolor me dijo
¡Mátame por piedad, mátame hijo!
y no esperes de mi alma ni un reproche.

Yo bendigo tu mano hijo de mi alma,
¡Mátame ya!... y dame sepultura
yo bien sé que mi mal no tiene cura,
¡Mátame por piedad!... dame la calma.

Y ese grito salvaje y lastimero,
que anhelaba la muerte suplicante
taladraba mi alma a cada instante
¡Mátame hijo! ¿Dios mío por qué no muero?

Y se ofuscó la luz de mi conciencia,
y dejé de ser hijo... ¡fui verdugo!
y le arranqué del sufrimiento el yugo
yo le quité señores ¡la existencia!

Lo demás ya lo saben; qué tortura
¡ya no soporto del dolor el peso!
y aquí me encuentro ante vosotros preso
y es mi única pasión la sepultura.

Mas no es la ley quien deberá juzgarme,
aunque sí soy culpable de eutanasia
no se van a reír de mi desgracia
¡No lo harán! porque yo ¡voy a matarme!

Una daga sacó de la cintura
que en el pecho clavóse con violencia
al cielo suplicó ¡Señor... clemencia!
y se borró en su rostro la amargura.

Y así termina la existencia agita
de un hombre que de amor es ¡MATRICIDA!
y deja en los anales de la vida
¡UNA HISTORIA DE AMOR CON SANGRE ESCRITA!

1959


lunes, 2 de marzo de 2009

Trabalenguas



RR

    R con R cigarro,
    R con R barril,
    rápido corren los carros
    cargados de azúcar al ferrocarril.


TR

    En tres tristes trastos de trigo,
    tres tristes tigres comían trigo;
    comían trigo, tres tristes tigres,
    en tres tristes trastos de trigo.


CA, QUE, QUI, CO, CU.

    El que poco coco come, poco coco compra;
    el que poca capa se tapa, poca capa se compra.
    Como yo poco coco como, poco coco compro,
    y como poca capa me tapo, poca capa me compro.

    El gavilán le dijo a la garza ¿cómo está garza?
    y al gavilán ¿cómo estás? le dijo la garza.

    Pablito clavó un clavito,
    un clavito clavó Pablito.
    ¿Qué clase de clavito clavó Pablito?

    Pedro Pérez pide permiso para partir para París,
    para ponerse peluca postiza porque parece puerco pelado

    El cielo de Constantinopla
    se quiere desconstantinopolizar
    el destantinopolizador que lo descontantinopolizare
    buen descontantinopolizador será.

    El cielo de Parangaricutirimicuaro
    se quiere desparangaricutirimicuarizar
    el desparangaricutirimicuador que lo desparangaricutirimicuarizare
    buen desparangaricutirimicuador será

    El cielo de Tenochtitlán
    se quiere destenochtitlanizar
    el tenochtitlanizador que lo destenochtitlanrizare
    buen destenochtitlanizador será.

    El suelo está enladrillado,
    quién lo desenladrillará
    el desenladrillador que lo desenladrillare
    un buen desenladrillador será

    Un carro cargado de rocas
    iba por la carretera haciendo
    carric, carrac, carric, carrac.

    María Chucena su choza techaba,
    cuando un leñador que por allí pasaba le dijo:
    - ¡ María Chuchena, ¿tú techas tu choza, o techas la ajena?

    Me han dicho que tú has dicho un dicho que yo he dicho.
    Ese dicho está mal dicho, pues si yo lo hubiera dicho,
    estaría mejor dicho que el dicho que a mí me han dicho
    que tú has dicho que yo he dicho.

    Pancha plancha con cuatro planchas
    ¿Con cuántas planchas plancha Pancha?

    Perejil comí
    Perejil cené.
    ¿Cuándo me desperejilaré?

    Pepe Cuinto contó de cuentos un ciento,
    y un chico dijo contento:
    - ¡Cuántos cuentos cuenta Cuinto!

    Bájame la jaula, Jaime. Bájamela.


Obtenido el 2 de marzo de 2009 de: http://www.nacnet.org/assunta/trabalen.htm