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martes, 23 de junio de 2009

Severn Suzuki, la niña que silenció al mundo

Hola, soy Severn Suzuki y hablo por ECO (Environmental Children’s Organisation), Organización Infantil del Medio Ambiente. Somos un grupo de niños de 13 y 14 años de Canadá intentando lograr un cambio: Vanessa Suttie, Morgan Geisler, Michelle Quigg y yo. Recaudamos nosotros mismos el dinero para venir aquí, a cinco mil millas para deciros a vosotros, adultos, que tenéis que cambiar vuestra forma de actuar. Al venir aquí hoy, no tengo una agenda secreta. Lucho por mi futuro.


Perder mi futuro no es como perder unas elecciones o unos puntos en el mercado de valores. Estoy aquí para hablar en nombre de todas las generaciones por venir. Estoy aquí para hablar en defensa de los niños hambrientos del mundo cuyos lloros siguen sin oírse. Estoy aquí para hablar por los incontables animales que mueren en este planeta porque no les queda ningún lugar adonde ir. No podemos soportar no ser oídos.

Tengo miedo de tomar el sol debido a los agujeros en la capa de ozono. Tengo miedo de respirar el aire porque no sé qué sustancias químicas hay en él. Solía ir a pescar a Vancouver, mi hogar, con mi padre hasta que hace unos años encontramos un pez lleno de cánceres. Y ahora oímos que los animales y las plantas se extinguen cada día, desvaneciéndose para siempre.


Durante mi vida, he soñado con ver las grandes manadas de animales salvajes y las junglas y bosques repletas de pájaros y mariposas, pero ahora me pregunto si existirán siquiera para que mis hijos los vean.


¿Tuvieron que preguntarse ustedes estas cosas cuando tenían mi edad?


Todo esto ocurre ante nuestros ojos y seguimos actuando como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos y todas las soluciones. Soy solo una niña y no tengo todas las soluciones, pero quiero que se den cuenta: ustedes tampoco las tienen.


No saben como arreglar los agujeros en nuestra capa de ozono. No saben como devolver a los salmones a aguas no contaminadas. No saben como resucitar un animal extincto. Y no pueden recuperar los bosques que antes crecían donde ahora hay desiertos.


Si no saben como arreglarlo, por favor, dejen de romperlo.


Aquí, deben ser delegados de gobiernos, gente de negocios, organizadores, reporteros o políticos, pero en realidad sois madres y padres, hermanos y hermanas, tías y tíos, y todos vosotros sois el hijo de alguien.


Aún soy solo una niña, y sé que todos somos parte de una familia formada por cinco billones de miembros, de hecho por treinta millones de especies, y todos compartimos el mismo aire, agua y tierra. Las fronteras y los gobiernos nunca cambiarán eso.


Aún soy solo una niña, y sé que todos estamos juntos en esto y debemos actuar como un único mundo tras un único objetivo.


En mi rabia no estoy ciega, y en mi miedo no estoy asustada de decir al mundo como me siento.


En mi país derrochamos tanto… Compramos y despilfarramos, compramos y despilfarramos, y aún así así los países del Norte no comparten con los necesitados. Incluso teniendo más que suficiente, tenemos miedo de perder parte de nuestros bienes, tenemos miedo de compartir.

En Canadá vivimos una vida privilegiada, plena de comida, agua y protección. Tenemos relojes, bicicletas, ordenadores y televisión.


Hace dos días, aquí en Brasil, nos soprendimos cuando pasamos algún tiempo con unos niños que viven en la calle. Y uno de esos niños nos dijo: “Desearía ser rico, y si lo fuera, daría a todos los niños de la calle comida, ropas, medicinas, hogares y amor y afecto”.


Si un niño de la calle que no tiene nada está deseoso de compartir, ¿por qué somos nosotros, que lo tenemos todo, tan codiciosos?


No puedo dejar de pensar que esos niños tienen mi edad, que el lugar donde naces marca una diferencia tremenda, que podría ser uno de esos niños que viven en las favellas de Río; que podría ser un niño muriéndose de hambre en Somalia; una víctima de la guerra en Oriente Medio o un mendigo en India.


Aún soy solo una niña y se que si todo el dinero gastado en guerras se utilizara para acabar con la pobreza y buscar soluciones medioambientales, qué lugar maravilloso sería la Tierra.


En la escuela, incluso en el jardín de infancia, nos enseñan a comportarnos en el mundo. Ustedes nos enseñan a no pelear con otros, a arreglar las cosas, a respetarnos, a enmendar nuestras acciones, a no herir a otras criaturas, a compartir y no ser codiciosos.


¿Entonces por qué salen fuera y se dedican a hacer las cosas que nos dicen que no hagamos?


No olviden por qué asisten a estas conferencias, lo hacen porque nosotros somos sus hijos. Están decidiendo el tipo de mundo en el que creceremos. Los padres deberían poder confortar a sus hijos diciendo: “todo va a salir bien”, “esto no es el fin del mundo” y “lo estamos haciendo lo mejor que podemos”.


Pero no creo que puedan decirnos eso más. ¿Estamos siquiera en su lista de prioridades? Mi padre siempre dice: “Eres lo que haces, no lo que dices”.


Bueno, lo que ustedes hacen me hace llorar por las noches. Ustedes, adultos, dicen que nos quieren. Os desafío: por favor, haced que vuestras acciones reflejen vuestras palabras. Gracias.


Obtenido el 23 de junio de 2009 de: http://aldea-irreductible.blogspot.com/2008/08/severn-suzuki-la-vida-sigue-igual-o.html


martes, 28 de octubre de 2008

Un ejemplo para la juventud


EDGARDO TORRES GARCIA*


Bueno, mi historia como orador inició hace aproximadamente 4 años, cuando cursaba el sexto grado en la Esc. Prim. Lic. Benito Juárez y me anime a participar en el Concurso Interno de Oratoria.


Estaba muy emocionado, prepare un tema llamado “La Honestidad”: Valor fundamental en la sociedad.


Cuando se llego el día del concurso al despertarme me levante con la idea de ganar, tenia muchas ganas de representar a la escuela en los siguientes niveles, pero quede en 4º. Lugar, el 1er. Lugar fue para una gran amiga, Roció Guadalupe Reina Meléndez, quien hizo un papel en las siguientes etapas del concurso.


Recuerdo que nuestra asesora en Primaria fue la Profra. Arcedalia Garza.


Al siguiente año ingrese a la Secundaria, a la Esc. Sec. Tec, No. 8 “Profr. Gustavo de Luna Reyes” y, nuevamente volví a participar, y otra vez quede en 4º. Lugar en el concurso interno, A diferencia del año anterior, ese año (el 2005).


Fue un año algo especial, pues el maestro encargado de oratoria en la secundaria, el Profr. Rafael Toledo Quezada, a quien admiro mucho no solo por su experiencia sino también por la gran persona que es, me invito a participar con un discurso en la ceremonia cívica del municipio del 21 de Marzo, y pues, acepte.


Estaba algo nervioso porque había mucha gente, pero gracias a Dios, el discurso fue un éxito y desde entonces continué participando en los eventos cívicos del pueblo.


Al cursar el segundo grado de secundaria me toco compartir el privilegio de representar a la escuela en los concursos de Oratoria con un gran Orador, con mi compañero Pedro A. Domínguez Treviño, y gracias a Dios ambos llegamos a la etapa estatal, solo que los concursos eran diferentes: el de el lo organizo el Estado y el mió la Dirección General de Escuelas Secundarias Técnicas, ambos hicimos un buen papel, pero no quedamos en ninguno de los primeros tres lugares.


Cuando me toco participar estaba algo preocupado porque dias atrás había estado muy enfermo de la garganta al grado de que no me salía la voz, pero afortunadamente para el día del concurso ya estaba en buen estado y me fue también que pase a la segunda ronda, a la etapa del discurso improvisado, y para ser mi primera vez en ese nivel, no lo hice nada mal. El 1er. Lugar se lo llevo una Señorita de Escobedo la cual posee un excelente tono, un estilo único, y yo sinceramente, la admiro, su nombre es Carolina M. Martínez Flores, sin duda alguna, es una excelente oradora, pues gano dos concursos estatales de oratoria.


Al cursar el tercer grado nuevamente el Prof. Toledo me invito a concursar, se lo que este año había un solo alumno que representara a la escuela en los dos concursos. La verdad si sentí algo de miedo al concursar porque los competidores son unos grandes oradores y además hubo momentos en los que casi me daba por vencido, pues atravesaba por momentos algo difíciles en mi vida, pero Dios me dio la fortaleza y gracias a el gane el concurso interno, y también gane el 1er. Lugar en el concurso de nivel zona y de Región, y nuevamente participe en el estatal y me coloque en el 4º. Lugar. En este concurso conocí a la Lic. Olga Lidia Rocha, quien hizo una demostración de una pieza de oratoria, ella fue la ganadora de un Concurso Nacional de Oratoria de quien retome muchas cosas pues me tenia que prepara para el concurso de Escuelas Técnicas.


Y se llego el día del Concurso Estatal de Escuela Técnicas, el cual se llevo a cabo el pasado 21 de Mayo del presente año. Para este concurso participé con el discurso que, según las críticas de mi gente de Anàhuac, ha sido el mejor que he dicho, el nombre del discurso es:


“La niñez y la juventud contra la violencia”.


En este concurso participaron 26 alumnos, consideraba a rivales muy fuertes a la ganadora del año pasado: Carolina, también a Sergio, Omar y Fernando, quien gano en el concurso de este mismo año, pero del que organiza el Estado, en el que yo quede en 4º. Lugar.


Algo que nunca olvidare de este concurso es que en la primera ronda (de discurso preparado) a mitad del discurso se me cayo la corbata, lo bueno fue que no me detuve y le eche mas ganas y logre pasar a la segunda ronda, a la de discurso preparado y por cierto también pasaron Carolina, Sergio, Omar y Fernando.


Para esta ronda me asegure de que mi corbata estuviera bien puesta.


Me toco improvisar un tema llamado: “Los Valores para la convivencia en la actualidad”.


Al final los lugares quedaron así:


3er. Lugar: Sergio.


2º. Lugar: Su servidor.


1er. Lugar: Carolina.


Nuevamente volvió a ganar Carolina, todos merecíamos ganar, pues todos dimos lo mejor de nosotros, pero así son las cosas.


Este concurso lo disfrute y estoy muy agradecido con Dios por este gran triunfo, valió la pena esperar estos 4 años, es verdad que el que persevera alcanza.


También estoy agradecido con mi asesor de oratoria: El Profr. Toledo, por el poyo y las enseñanzas que me dio; de igual manera agradezco el apoyo del Profr. Rosalio Torres, de mis amigos y compañeros y de todos aquellos que me apoyaron, que creyeron en mí y aportaron su granito de arena.


Este fue el último año de secundaria, en mi equipaje llevo tantas cosas, entre ellas frases que escuche en los concursos, las cuales me gustan mucho y jamás olvidare, como por ejemplo:


“La cultura del corazón es la que hace humanos a los hombres” de Juan Pablo II; “Todo se armoniza: como la sangre que emparenta a los hombres.


El hombre no teje el destino de la vida.


Es solo una hebra en ese tejido. Lo que haga en el tejido se lo hace a si mismo. El destino de las plantas, los animales y los ríos, es el mismo que el del hombre…


La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la Tierra”. Del Jefe Seattle; entre muchas otras mas.


Deseo continuar diciendo discursos, espero estar pronto frente a un público, porque como decía Aristóteles:


“El publico es el fin y el objetivo de un discurso”.


* El autor es alumno de la Escuela Secundaria Técnica No. 8 y recientemente ocupó el segundo lugar en oratoria a nivel estatal


Publicado en la página oficial del Municipio de Anáhuac, Nuevo León. Obtenido el 28 de octubre de 2008, de: http://www.anahuac.gob.mx/NOTICIAS/Edgardo.htm

No entre en pánico


Oratoria: una herramienta importante


Según los especialistas, hablar en público encabeza la lista de miedos cotidianos. Pero existen buenas técnicas para superarlo. Aquí, claves para una presentación muy eficaz y sin tensiones


Ana Moreno

Pararse frente a la gente. Hablar a ese público. Presentar un proyecto. Y por otro lado, cerrar una negociación, captar nuevos clientes, expresar una directiva con éxito. Establecer una comunicación eficaz muchas veces marca la diferencia, y la forma de decir las cosas es clave para inclinar la balanza. Por eso profesionales de diferentes disciplinas se interesan en aprender el arte de la oratoria.

Según Mario de León, director de la consultora Dale Carnegie, “cualquier presentación sólida se apoya en tres elementos: el auditorio, el orador y el tema. Se logra una pieza de oratoria de calidad cuando el tema entusiasma al orador e interesa al público”.

¿Cómo alcanzar este equilibrio? Para los expertos, la clave es ejercitar tanto la razón como la emoción. La primera se centra en lo profesional y estructura la ponencia, y la segunda sostiene la comunicación con el público y logra convencer. “Si el orador tiene un discurso racional fuerte, pero carece de poder emotivo se transforma en un témpano, pero si es puro fuego y no puede apoyarse en la razón, todo se convierte en humo y cenizas”, ilustra Mario de León.

“Nuestra educación formal está basada en lo conceptual, pero el 93 por ciento de lo que llega a emocionar es el lenguaje corporal”, explica Ariel Barchilón, que además de licenciado en Letras es actor y dramaturgo. Por eso, en las clases de Oratoria Estratégica que dicta en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), utiliza ejercicios de relajación, juegos e improvisaciones.

Según Barchilón, la comunicación no sólo es transmitir un contenido. También consiste en establecer una relación que es, precisamente, la que permite la transmisión de ese contenido: si se rompe ese lazo, no hay comunicación posible. Y allí es donde lo que decimos con el cuerpo pesa tanto o más que las palabras que utilizamos. Al menos eso es lo que incorporó Pablo Colleoni después de capacitarse en oratoria.

“Cambió totalmente mi punto de vista. Ahora intento estar relajado y trato de prestar atención al público”, cuenta el ingeniero químico que, desde que trabaja en el sector comercial de la empresa, está en contacto permanente con los clientes.

María Cecilia Belmonte tiene 29 años y se desempeña en el área de capacitación y eventos de una editorial. "Yo presento a los expositores que dan los cursos. Hablo menos de cinco minutos, pero tengo que romper el hielo y captar la atención inicial de la gente." Para realizar esta difícil tarea, aprendió a prepararse de manera integral: no sólo piensa qué va a decir, sino que también controla los movimientos en el espejo.


Miedo al ridículo

Abogados, médicos, empresarios, políticos, vendedores, ingenieros. Los interesados en aprender oratoria provienen de diferentes ramas y todos buscan ser eficaces al comunicarse. Pero, a veces, también comparten el mismo obstáculo: el miedo escénico.

Desde el temor a quedar sin palabras y la falta de información sobre el tema hasta la inquietud de encontrar un participante hostil o de no lograr la reacción esperada. Muchas causas motivan esta resistencia al público. Pero los expertos coinciden en que todas se diluyen con la práctica.

"Aprender oratoria es como aprender a nadar: si le tenés miedo al agua, te paralizás y te hundís", dice Barchilón. Y agrega que el temor se genera porque el orador está muy expuesto a las expectativas del público, que puede juzgarlo. Paradójicamente, según los expertos, uno de los principales problemas que acarrea el miedo a hablar en público es que paraliza la mente y los sentidos, y no permite percibir la reacción del auditorio.

Alberto S., de 64 años, es licenciado en Administración de Empresas, trabaja en el sector agropecuario y toda la vida fue tímido. "Permanentemente debo establecer alianzas y negociar en la compra y venta de productos, pero cuando tengo que hablar para más de diez personas, miro para otro lado y no puedo darme cuenta si me siguen o no", cuenta. Además, agrega que otro de los problemas es expresar sus ideas de manera clara, ya que suele hacerlo casi telegráficamente.

En algunos casos el miedo puede transformarse en pánico y llevarnos al silencio total. Pero también puede convertirse en un nerviosismo que active al orador. A eso apuntan las clases del curso que Claudia Alvarez dicta en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), que tiene modalidad de taller. "Aprovechamos el estudio de radio y televisión de la universidad para que los alumnos se vean y puedan corregir sus errores. Para eso, trabajamos con diversos ejercicios que fomentan el autocontrol y la confianza", explica Alvarez.


Discursos rentables

Además de aumentar la confianza y la seguridad de las personas, hablar bien en público puede atraer nuevos clientes e inversionistas y mejorar la gestión en una empresa. Por eso, muchas compañías ya implementaron este tipo de capacitación en sus planes.

Para José María Rodríguez Saráchaga, director de la consultora especializada en temas de comunicación Oratoria Consulting, "tener una comunicación eficiente en la empresa necesariamente redunda en un beneficio económico. Desde las ventas y la atención al cliente hasta el manejo de situaciones conflictivas".

En Starcom Mediavest Group Argentina, ya incorporaron hace tiempo este tema en la agenda. Allí, cambiaron totalmente la manera de exponer: antes se centraban en realizar las presentaciones completas, pero ahora apuntan a los temas en los que se interesa el auditorio. "Logramos un mejor manejo de la información y el tiempo, y la gente se siente más segura cuando presenta un producto o un proyecto", explica Guillermo Tafel, gerente general de la compañía.

Por eso, a través de cursos en universidades o capacitaciones en las empresas, con contenidos generales o de objetivos específicos, frente a una cámara o frente al espejo, las posibilidades para aprender a hablar en público son muchas. Y también son necesarias, ya que, como menciona Barchilón, "el contacto cara a cara es irreemplazable. El avance de la tecnología lo hace cada día menos habitual, pero, a la vez, lo vuelve más valioso".



Claves para ser un orador exitoso

Según Claudia Alvarez, especialista en comunicación y medios, locutora y directora de eventos, algunas estrategias básicas para ser un buen orador son:

  • Controlar el lenguaje corporal. Si no está en concordancia con el discurso, las palabras pierden fuerza y la charla no es efectiva. La postura derecha muestra seguridad y profesionalismo.
  • Mostrar naturalidad. La imagen del orador reafirma las palabras. Si su actitud parece impuesta o forzada, el discurso, también.
  • Mirar al auditorio. El contacto visual genera pertenencia y crea confianza en el público.
  • Articular correctamente. Cuando el público está alejado, no puede acudir a los gestos para reafirmar el sonido, y si no escucha con claridad, difícilmente podrá seguir el hilo del discurso.
  • Manejar el tono de voz. Es un espejo del estado de ánimo. Para manejarlo, la clave es conocer el tema y tener confianza. La seguridad interna del orador se trasladará al sonido de la voz.
  • Utilizar un vocabulario sencillo y adecuado al público. Cuando el auditorio no conoce varias palabras, pierde el hilo del discurso y, después, el interés.
  • Acudir a palabras disparadoras. Tener a mano una tarjeta con algunos términos clave permite recordar rápidamente ideas o conceptos. Los colores también ayudan.

Publicado en el diario La Nación, de Argentina. Obtenido el 28 de octubre de 2008, en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=942026