sábado, 7 de febrero de 2009

Somos lo que hablamos



La forma de hablar de cada región se denomina habla y varía de un lugar a otro aún en ciudades vecinas.

A través de las palabras se puede conocer el nivel cultural de una persona. El idioma es un elemento dinámico; se enriquece y empobrece continuamente.



COMARCA LAGUNERA.- El habla habla, decía el filósofo Martín Heidegger, no inventamos el habla, lo descubrimos siendo, el habla es el ser, con ello somos lo que somos, nada es donde falta la palabra y donde no está la palabra no hay nada.

En el sistema lingüístico hay tres formas: el lenguaje, la lengua y el habla. Luis Azpe Pico, catedrático de la escuela Carlos Pereyra, dice que el lenguaje es la facultad del ser humano para comunicarse con sus semejantes a través de signos que ha inventado en común acuerdo con todos aquellos seres con quienes vive en sociedad. La lengua o idioma es un conjunto de signos ya organizados.

“El habla se refiere especialmente al uso práctico que cada individuo hace de ese acervo cultural que es su propia lengua contribuyendo él mismo al enriquecimiento del idioma mediante el ejercicio cotidiano que hace de él”, agrega, “ahí va a entrar lo que se llama modismos, que son palabras propias de una determinada región”.

La forma de hablar de cada región se denomina habla y varía de un lugar a otro aún en ciudades vecinas.

Así, para diferenciar a una persona de Chihuahua o Monterrey de una de Torreón, no será por el acento al hablar, sino por las palabras que se utilizan características de la zona. Palabras como “moyote” o “tabarete” son consideradas como propias de esta región, ya que no se escuchan en otros lugares.

El habla de La Laguna incluye términos que no existen siquiera en otros idiomas como llamar “asquel” a las hormigas chiquitas. Sin embargo, Azpe Pico asegura que éste no es un modismo sino una palabra culta, pues la asquelia es un defecto de nacimiento cuando el producto sale sin miembros y las mencionadas hormiguitas son tan pequeñas que no se les ven las patitas, por lo que pareciera que padecen de esta anomalía.

A través del habla, se puede conocer el nivel cultural de una persona, así como su estrato sociológico e incluso la capacidad económica. Pero también se identifican los rasgos de origen del hablante. La generalización del habla en la región, permite a los laguneros llegar a cierta identificación y unificación con su grupo social. Es una característica del estrato socioeconómico.

Expresiones como “güey”, “o sea”, “nada que ver”, “super nice”, “del nabo”, “buenísima onda”, son consideradas de la clase alta, frases “fresas”, mientras que “chido”, “carnal”, “machin”, “vato”, “varo”, son propios de los llamados “cholos”. Éstas son formas de identificación de los jóvenes laguneros, que aun dentro del habla de una misma región, se confieren a un grupo determinado, con expresiones características que les ayudan a identificarse entre los demás y a sentirse unificados en su grupo.

En cuanto a la situación geográfica, los laguneros presentan interjecciones diversas que comparten con los demás Estados del norte del país como “adio”, “a poco”, o “mira mira”, para expresar duda y sobre todo “n’hombre”, para poner alguna cuestión en tela de juicio, sin importar si el interlocutor es mujer.

Saúl Rosales, escritor lagunero, dice que en la Comarca ya quedan muy pocos modismos propios de la región, que pudieran caracterizarnos de alguna manera respecto a las hablas de otros lugares. “No hay gran diferencia, sin embargo, si son rasgos notorios que si se mencionan en otros lugares causan extrañeza, igual que ocurre cuando un hablante de fuera de La Laguna se expresa ante nosotros y notamos síntomas ajenos, igual nos provocan curiosidad, nos dan risa, nos hacen preguntar”, manifiesta.

El escritor menciona que estos rasgos característicos están desapareciendo rápidamente a causa de que el habla española de México se está masificando para asumir el modelo de la televisión de la capital del país. Se dice entonces que hay un imperialismo del habla del Distrito Federal. “Aquí en La Laguna a un instrumento cúbico con un asa, de metal o plástico y que se puede transportar en él agua, le llamábamos ‘tina’ y ahora la mayoría de los hablantes le dice ‘cubeta’ ”.

“A un cuadrito de tierra cocida que sirve para edificar casas y que adquiere el color rojo al ser cocido, aquí le llamábamos ‘ladrillo’, a este mismo producto en la Ciudad de México le dicen ‘tabique’ ”, continúa, “y aquí en La Laguna ya empieza a causar extrañeza que por la influencia del habla del centro, donde se transmite la televisión, ya se comience a escuchar más "tabique”.

El habla de la Comarca Lagunera, que anteriormente podía caracterizarse por ciertos rasgos como los mencionados, empieza a ser despersonalizada, a perder sus particularidades, para dar paso a un habla masificada por la televisión.

Por ejemplo, en Torreón se dice “tomate”, pero en los anuncios de las cadenas de grandes tiendas que se publican aquí le llaman “jitomate”, porque son personas del D.F. las que se encargan de realizar la propaganda del lugar, entonces se impone el habla de otro sitio en La Laguna. La situación a la inversa, de cómo los medios masivos de comunicación van generalizando los modismos, es la palabra “chela”, para denominar a la cerveza en La Laguna, que actualmente es de acepción nacional gracias a los anuncios publicitarios.

Esta situación, comenta, es preocupante, porque en la medida en que todos los mexicanos hablen de la misma manera, se estarían cancelando muchas posibilidades expresivas. “Por un lado se está empobreciendo la lengua y por otro, pierde características el habla regional de La Laguna”, añade.

En la incorporación de vocablos extranjeros e incluso estructuras lingüísticas extranjeras, está en demérito el idioma propio. Se retoma la idea del imperialismo de otras lenguas con el español de México, de tal manera que se dejan de utilizar verbos como inspeccionar, cotejar, revisar, comparar y se sustituyen por “checar”, que proviene del inglés “to check”.

“Esto es absurdo, es empobrecedor, es limitativo, muestra la sumisión del hablante de la lengua española a los vocablos de la lengua extranjera”, opina Rosales, pero inmediatamente corrige, “estamos padeciendo esta incorporación de términos a nuestra lengua pero no se está empobreciendo al idioma, porque finalmente las palabras siguen en los diccionarios y en los libros, lo que sí se está empobreciendo es nuestra capacidad expresiva de hablantes”.

“Las palabras quedan ahí, en reserva, en espera de que alguien las desentierre y las use”, continúa, “pero en el habla cotidiana, en la realización verbalizada de la lengua, ahí es donde se están perdiendo muchas posibilidades expresivas, lo cual es muy lamentable y esto es promovido por los medios de comunicación”.

Para el escritor y miembro de la Academia de la Lengua, la masificación del habla está ocurriendo demasiado rápido. “Hay una falta de identificación lingüística, que no tiene nada de malo cambiar de identidad si no se piensa que es la desvalorización de quien la pierde”, señala, “en la medida en que yo quiero ser gringo, francés o portugués, en esa medida me estoy desvalorizando, en la medida en que alguien prefiere los vocablos de habla inglesa a los de su propia lengua”.

Anteriormente en Torreón era común utilizar la palabra “chanza” como sinónimo de oportunidad. Ahora, por la influencia de los medios masivos, se dice “chance”. Aunque la variante es mínima, permitía caracterizar el origen de la palabra. La posibilidad de identidad se pierde y se vuelve un término general. “Todos estos son síntomas de algo que fue el habla regional característica y que empieza a dejar de ser el habla regional para ser un habla nacional masificada por la televisión”.


Los barbarismos

El uso de palabras foráneas se denomina barbarismo. Las nuevas tecnologías han sido clave para que se fomente la utilización de palabras en inglés, tal es el caso de “chat”, “mouse” e incluso el propio “Internet”. Tanto los comercios como las instituciones financieras y en especial, los jóvenes, incorporan vocablos en inglés al idioma español en su hablar cotidiano. Otro factor determinante para la introducción de barbarismos es la emigración de los mexicanos a Estados Unidos.

El escritor mexicano, Homero Aridjis, advertía que, aunque la pluralidad enriquece al idioma, denominar algo preferentemente con una palabra en inglés, en vez de hacerlo con un término español, ha ido empobreciendo nuestra lengua. Al recorrer el bulevar Independencia es común observar los anuncios publicitarios con frases en inglés, así como la cantidad de restaurantes y tiendas con nombres extranjeros. Las opiniones se dividen al respecto, pues mientras hay quienes defienden la postura de que esto no degrada sino que enriquece al idioma, como la escritora, Elena Poniatowska, la mayoría de los intelectuales coincide en que el uso de anglicismos empobrece al español. Entonces, se pide un “raid” para trasladarse cuando no se cuenta con vehículo, que proviene del inglés “ride”, así como “puchar”, es del verbo “to push” o la ya mencionada “checar”, de “to check”.

Los modismos, dice Azpe Pico, sólo se entienden dentro del área donde se generaron. “El origen de estas expresiones está en el pueblo, que anda buscando una palabra que denote, no que signifique, sino que denote la idea que trae”, comenta el catedrático, “son palabras nuevas que son necesarias y que las tenemos que tomar, como por ejemplo todas las de la cibernética o algunos neologismos de carácter científico”.

“Todos pensamos que nuestro idioma viene exclusivamente del latín y no es cierto, tenemos muchísimas palabras que vienen del griego, del francés y sobre todo, del árabe”.

De acuerdo a la Ley Federal de Radio y Televisión, los comunicadores deben ocuparse del buen uso del idioma. “El idioma es un elemento dinámico, es decir, está en continuo cambio tanto de enriquecimiento como empobrecimiento”, manifiesta, “da el mismo trabajo aprenderse una palabra correcta que la incorrecta, pero ¿por qué la gente prefiere la incorrecta? Es algo que no entiendo”.


DATOS INTERESANTES

  • El Diccionario de la Lengua Española tiene alrededor de 100 mil vocablos, pero un mexicano común que sólo haya estudiado hasta el nivel básico alcanza a manejar unas dos mil palabras, según datos de la Academia Mexicana de la Lengua.
  • En los centros comerciales de Torreón, arriba del 60 por ciento de los locales lleva anglicismos en sus nombres.
  • La generalización del habla en una determinada región permite cierta unificación e identificación con el grupo al que se pertenece.
  • Los medios de comunicación electrónicos son los escenarios donde de manera más pública se violan las reglas del idioma.

MODISMOS LAGUNEROS

En la Comarca Lagunera abundaban los modismos exclusivos que caracterizaban al habla de la región. Algunos se han perdido en las nuevas generaciones de jóvenes, pero otros todavía subsisten.

  • "Moyote”, por zancudo o mosquito.
  • “Quequis”, por mantecadas.
  • “Tabarete” por estanquillo.
  • “Mantilla”, por pañal.
  • “Machicha”, por pamba.
  • “Chela”, para la cerveza.
  • “Pisto”, para cualquier tipo de bebida alcohólica, excepto cerveza.
  • “Lonche”, por torta.
  • “Broches” para el cabello, en vez de pasadores.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón



Obtenido el 6 de febrero de 2009 de: http://lagunet.info/habla.html