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martes, 12 de mayo de 2009

Recursos literarios del barroco



Algunos de los recursos literarios utilizados por los escritores barrocos son:

ANTÍTESIS O CONTRASTE

Consiste en contraponer dos palabras o ideas de significado contrario.

  • Y es justo en la mentira ser dichoso / quien siempre en la verdad fue desdichado. (Juan Boscán)
  • Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando tú cantas. (Cervantes)

EPÍTETO

Adjetivo explicativo, innecesario y que destaca una cualidad que ya está implícita en el nombre al que acompaña; suele ir antepuesto.

  • Por ti la verde hierba, el fresco viento, / el blanco lirio y colorada rosa... (Garcilaso de la Vega).
HIPÉRBATON

Consiste en alterar el orden normal de las palabras en un enunciado.

  • Era del año la estación florida... (Luis de Góngora)

HIPÉRBOLE

Exageración de la realidad, destinada a engrandecer o empequeñecer el concepto que se expresa.

  • La cama tenía en el suelo y dormía por lado por no gastar las sábanas. (Quevedo)

IRONÍA

Afirma lo contrario de lo que se quiere dar a entender.

  • Comieron una comida eterna, sin principio ni fin. (Quevedo)
OXÍMORON

Es una variedad muy importante de la antítesis; su plural es oxímoros. Consiste en poner en contacto palabras de sentido opuesto que parecen excluirse mutuamente, pero que en el contexto se convierten en com­patibles:

  • la noche sosegada / en par de los levantes de la aurora / la música callada, / la soledad sonora, / la cena que recrea y enamora... (San Juan de la Cruz)
  • ¡Oh desmayo dichoso! / ¡Oh muerte que das vida! / ¡Oh dulce olvido! (Fray Luis de León)

PARADOJA

Formulación de una contradicción aparente.

  • Muriendo naces y viviendo mueres. (Quevedo)

Obtenido el 12 de mayo de 2009 de:
  • http://lenguayliteratura.org/ltr/index.php?option=com_content&view=article&id=1654:figuras-literarias-teoria&catid=551&Itemid=100006
  • http://lenguayliteratura.org/ltr/index.php?option=com_content&task=view&id=1684&Itemid=1

viernes, 20 de marzo de 2009

Sor Juana Inés de la Cruz

Trabajo final del taller de Educomunicación. CECTE. ILCE

Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz III (Hacia Nuestros Centenarios)

Sor Juana Inés de la Cruz II (Hacia Nuestros Centenarios)

Sor Juana Inés de la Cruz I (Hacia Nuestros Centenarios)

El Dr. Manuel Ramos M. y la Dra. Margo Glantz dialogan sobre la vida y obra de la ''Décima Musa'', el ''Fénix de México'': Juana de Asbaje (1651-95). (Canal Once 2006)

Sor Juana para los niños

El barroco

El Siglo de Oro español 3/3

Érase una vez el hombre

El Siglo de Oro español 2/3

Érase una vez el hombre

El Siglo de Oro español 1/3

Érase una vez el hombre

Teatro español del Siglo de Oro

Poema de Lope de Vega dramatizado: "¿Quién mata con más rigor?"

El Siglo de Oro español

La vida en el Siglo de Oro

El retrato en el Barroco

La escultura barroca

El corral de comedias

Siglo de Oro español



Época: Barroco
Inicio: Año 1600
Fin: Año 1660


El llamado Siglo de Oro de la literatura española, además de extenderse más de un siglo y medio, no empieza a estar dominado por el Barroco hasta muy tardíamente o, mejor dicho, lo barroco no basta para caracterizar a una buena parte de la literatura de los siglos XVI y XVII. Pues, ¿hasta qué punto es barroco Cervantes? Para la mayoría de los lectores de entonces y de ahora, Miguel de Cervantes (1547-1616) es, simplemente, el autor del "Quijote" (El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 1605 y 1614). Y, sin embargo, para analizar toda la obra cervantina es preciso comenzar haciendo una abstracción del Quijote. Antes de escribirlo, Cervantes había experimentado la novela pastoril con "La Galatea", una continuación del género ya establecido en España por Montemayor y Gil Polo. Hasta la publicación del "Quijote" dedica su tiempo al género dramático, publicando y representando muchas comedias de las que se ufanaba en exceso (corrieron su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas), entre las que cabe destacar "Los tratos de Argel" y "La destrucción de Numancia", tragedia con pretensiones neoclásicas, con intervención de personajes simbólicos, aunque débil de estructura y lenguaje. Finalizado el "Quijote", volvió a publicar entremeses muy vivos, al estilo de Lope de Rueda ("El rufián viudo", "El juez de los divorcios", etc.) y comedias, la mayoría de ellas con los conocidos temas del cautiverio argelino ("El gallardo español", "Los baños de Argel" y "La gran sultana"), y de Orlando de Ariosto (El laberinto de amor) o con variaciones sobre el tema del pícaro ("Pedro de Urdemalas" y "El rufián dichoso"), escritas entre preceptos clasicistas y libertades lopescas.

Si Cervantes no es un buen autor dramático, en cambio, sus narraciones cortas o "Novelas ejemplares", doce en total ("La gitanilla", "Rinconete y Cortadillo", "El Licenciado Vidriera", etc.), constituyen un modelo formal de un tipo de narrativa con fines morales y educativos, ofreciendo asuntos tan variados como lo pastoril, los viajes, los sentimientos, lo picaresco, etc.

El "Quijote", una novela de caballería andante contra tales novelas, es la obra cumbre de Cervantes y de la literatura española de todos los tiempos. La novela que comienza siendo una parodia de un género literario, los libros de caballería, se irá haciendo más compleja en su estructura. No obstante, es una obra abierta, con mezcla de elementos reales y fantásticos, que conjuga un lenguaje grotesco y artificioso con otro elegante y clásico. En definitiva, se trata de una novela basada en el contraste existente entre el ideal caballeresco de la sociedad de su época y la realidad que el mismo Cervantes sufrió.

Tradicionalmente, la literatura barroca española, especialmente la poesía, ha sido agrupada en torno a dos corrientes poéticas, el conceptismo y el culteranismo. Las relaciones entre ambas, su definición e incluso la terminología han provocado muchos debates. El término culteranismo nació con sentido peyorativo (culterano como deformación de luterano) y de esa manera fue utilizado en defensa del estilo llano de Lope de Vega frente a Góngora. El estilo culterano creado por éste era el estilo del cultismo latinizante, del hipérbaton violento, de la metáfora brillante y sensorial. El conceptismo es, por su parte, según reza el término, el estilo que se basa casi exclusivamente en el concepto, o en expresión de Gracián, el acto de entendimiento que exprime la correspondencia que existe entre los objetos. En realidad, se trata de un juego intelectual para mover al asombro al lector.

No se puede afirmar que exista con rotundidad una oposición clara entre las dos corrientes, pues el máximo representante del culteranismo, el poeta Góngora, pasa por ser el poeta más conceptista de su tiempo. Además, lo que caracteriza el estilo barroco europeo es precisamente el uso extremado del concepto. El movimiento conceptista tiene su origen remoto en la poesía cortesana del siglo XV: tanto el uso de la glosa, como el desarrollo de la literatura emblemática y didáctica, obligada a utilizar frases breves y conceptuosas, impulsaron la evolución de la poesía hacia fórmulas conceptistas.

El culteranismo deriva directamente del conceptismo. Ambos tienen en común el procedimiento metafórico, pero es exclusivo del culteranismo la latinización del lenguaje. En el culteranismo pueden, asimismo, reconocerse muchos de los recursos formales de la lírica petrarquista del Renacimiento, que llegó a España de la mano de Ausias March y de Garcilaso. El primer síntoma de la existencia de una corriente cultista en España es la obra del grupo andaluz compuesto por Pedro de Espinosa y Luis Carrillo de Sotomayor. En este proceso de formación se fue construyendo un lenguaje poético cada vez más ornamental y cada vez más exigente consigo mismo en la selección de formas que lo distanciaran de lo vulgar, de lo llano. En Luis de Góngora (1561-1627) cristaliza toda la corriente cultista, llamada a partir de entonces gongorismo, mediante la acumulación, hasta extremos inverosímiles, de recursos y elementos cultos, mediante los cuales la poesía se intelectualiza a la búsqueda de la belleza pura. Autor de numerosas letrillas, romances y sonetos, el empleo de elementos cultistas aumenta progresivamente y llega al máximo en sus poemas mayores, la "Fábula de Polifemo y Galatea" y la inconclusa "Soledades".

Francisco de Quevedo (1580-1645) es probablemente uno de los humanistas españoles del siglo XVII más íntegramente formado. Su cultura clásica lo convierte en el más representativo de los escritores conceptistas de su tiempo. Desengañado y escéptico, su sátira destaca por la virulencia ante los problemas de una sociedad ineficaz. Su capacidad crítica, de observador de las conductas humanas, viene determinada desde su niñez por su contacto con la vida cortesana, ya que su padre era secretario de la cuarta esposa de Felipe II, Ana de Austria.

Con su novela "El Buscón" nos encontramos ante una estupenda manifestación de sátira e ironía conceptista, que a la vez alimenta el género de la novela picaresca, el más cultivado del Barroco. Si bien el "Quijote" pudo haber proporcionado el modelo indispensable para la conformación de una novela moderna, su incomprensión determinó su abandono como camino válido de novelización y fue el renacentista "Lazarillo" el que determinó la aparición de una serie de elementos y recursos propios de toda la novela picaresca del siglo XVII. El "Guzmán de Alfarache" de Mateo Alemán o el "Diablo cojuelo" de Vélez de Guevara son otras de las más representativas novelas, donde la fórmula narrativa autobiográfica, el servicio a varios amos, la carencia de escrúpulos, la falta de sentido del honor y el escepticismo del pícaro constituyen algunos de los ingredientes que componen la novela picaresca del siglo XVII.

Sin embargo, la obra que proporcionó a Quevedo un éxito mayor en su tiempo fueron los "Sueños". La descalificación en tono irónico de toda la sociedad de su tiempo y la complejidad y perfecta estructuración hacen de esta obra satírica la más lograda de las compuestas por el autor. Las obras más pretendidamente profundas y serias de Quevedo, que a la vez son las más numerosas, nos ofrecen un escepticismo y un estoicismo provenientes de su formación clasicista, claramente relacionados con los de su obra jocosa, de tal forma que resulta muy dificil separarlas de forma tajante, a no ser por el tono reflexivo intencionado del que carecen sus obras burlescas. Una de las obras más ambiciosas y, a la vez, más leída del autor fue "Política de Dios, Gobierno de Cristo y Tiranía de Satanás", en la que desarrolla su pensamiento político, cercano al absolutismo y justificador del tradicionalismo y de la autoridad establecida. Igualmente burlesca fue su "Aguja de navegar cultos", donde satiriza modos de expresión culteranistas.

De sólida y extensa cultura, aunque de obra breve, Baltasar Gracián (1601-1658), significa el equilibrio entre estilos (conceptista y culterano) que parecían irreconciliables. En su obra existe una suficiente abundancia formal que le acerca a Góngora, pero con un temperamento crítico y temas que exigen el empleo de prosa que le acercan a Quevedo. La obra que le dio más justa fama ha sido el "Criticón".

Uno de los escritores barrocos españoles más prolíficos y que conocieron en su tiempo un reconocimiento oficial y social más extendido fue Lope de Vega (1562-1635). Autor dramático y poeta, fundamentalmente, no fue nunca, por su propia naturaleza vitalista, un escritor reflexivo; al igual que, por formación, nunca pudo alcanzar la denominación de culto a la que siempre aspiró, probablemente porque no se adscribe, ni formal ni ideológicamente, al cultismo o al conceptismo imperante en su momento. De este modo, surge un modo de apreciación del mundo presidido por la superficialidad vitalista nacida de su propia experiencia, alejándose del ornato expresivo de corte gongorista, así como de la profundización de las ideas poéticas de matiz conceptista.

Cultivador de todos los géneros literarios, narrativa, poética y dramática, sus logros fueron muy desiguales. Sin embargo, su fama se debe a su ingente producción teatral, resultado de un talento especial para la comedia, inaudito en la historia de la literatura española, lo cual lo convierte en el gran creador del teatro nacional. Lope de Vega, consciente de que el teatro debe servir y estar dirigido al espectador que lo contempla, transformándolo de simple género literario en espectáculo, renuncia a todo intento de abstracción y de estudio del alma de los personajes, concediendo más importancia al dinamismo externo de la acción y a la intriga. Debido a su formación, Lope hace gala de una variedad de argumentos, temas, asuntos y, en definitiva, fórmulas dramáticas y escénicas mucho más populares que las conocidas por el teatro español hasta el siglo XVII.

Aunque otras producciones gozaron de gran favor del público, el género dramático se configuró, sin duda alguna, como la producción literaria más nacional del Siglo de Oro español. La consagración del género y su conversión en espectáculo, determinó la aparición de nuevos modos de representación escénica: de los entarimados instalados en las plazas se pasó a la aclimatación de locales apropiados. Ya a finales del siglo XVI, el fondo de los patios de vecinos, llamados corrales, hacía de escenario, mientras que sus tres lados restantes servían de galería reservada a los más pudientes y en el patio propiamente dicho se acomodaban los restantes espectadores. Poco después se construyeron locales destinados a la propia representación teatral; conservaron idéntica estructura, pero cubrieron el escenario y una galería con sendos tejados, a la vez que un toldo permitía techar el corral entero. La representación solía comenzar por la tarde y solía durar, con los entremeses y bailes, entre dos y tres horas. El desarrollo definitivo del género a partir de 1600 coincide con el fin, por orden de Felipe III, de la prohibición de montar espectáculos teatrales que pesaba desde 1582.

Las obras dramáticas, llamadas genéricamente comedias, eran de tres tipos: la tragedia, en el sentido de acción catastrófica, escasamente representada y escrita (pues la vida no es trágica ni cómica en sentido puro), el drama y la comedia propiamente dicha. La estructura de las obras presentaba tres jornadas o actos. Durante el primer entreacto se representaba un entremés y en el segundo se cantaba una jácara. Con independencia de esos intermedios musicales, la música fue incorporada al teatro de manera definitiva por Lope, como preludio y fondo o como parte de la acción, aunque se cantaba y bailaba con acompañamientos muy modestos. Los temas, por otra parte, se tomaban de las crónicas históricas, de vidas de santos, de sucesos y, rara vez, nacían de la fantasía de los autores.

Aunque países como Inglaterra ya habían conocido su teatro clásico y Francia lo estaba produciendo en estos momentos, sorprende en la configuración del drama español su directa dependencia del pueblo en el que surge. Tal característica, propia de Lope de Vega, se extiende a todos los autores del siglo XVII: se trata de un teatro que, además de ser claro síntoma de la sociedad española del momento, justifica su propia época al idealizarla sobre los escenarios. En el teatro español del Siglo de Oro asombra su pluralidad y diversidad: cualquier aspecto de la vida material les sirve a los autores para ofrecer una visión dramática, en sentido cómico, de la vida española.

Los éxitos de Lope sirvieron de estímulo para otros dramaturgos, que se atuvieron al modelo que aquél les ofrecía, tanto en la elección de temas como en la manera de tratarlos. En concreto, el ejemplo más revelante de ello fue el teatro de Tirso de Molina (1584-1648), el dramaturgo de mayor relieve entre Lope y Calderón, por sus comedias de enredo y por su capacidad para la creación de intrigas. La parte más importante de la producción de Tirso está formada por comedias de leve enredo sentimental en las cuales la mujer es protagonista y organizadora de acciones ("La prudencia. en la mujer", "El vergonzoso en palacio", "Don Gil de las calzas verdes", "Marta la piadosa") o en las cuales la mujer es engañada, como ocurre en la obra más influyente en el teatro, como modelo para versiones posteriores: "El burlador de Sevilla".

El teatro del Barroco español llega a su madurez con la obra de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Su estilo resulta menos fluido que el de Lope, pero en la representación es más completo. Sin embargo, su complejidad proviene de las complicaciones conceptuales y lingüísticas, del uso excesivo de metáforas, de su abundante carga de abstracción filosófica, difícil de seguir por el espectador. En efecto, en Calderón el elemento filosófico cobra una importancia decisiva. De ese modo, ofrece las dos modalidades de estilos, conceptista y culteranista. Sin embargo, lo más sobresaliente e innovador de Calderón es su sentido de la puesta escénica. En esta faceta es un virtuoso. Por eso, como inventor de formas teatrales, deja aparecer en segundo plano sus creencias e ideas y también las de la sociedad.

Su creatividad hace que sus obras presenten estructuras muy diversas, como el drama filosófico (La vida es sueño), el drama teológico-histórico (El mágico prodigioso), el drama popular (El alcalde de Zalamea), el drama de honor conyugal y de celos (El médico de su honra), la comedia de enredo o de capa y espada (La dama duende), la zarzuela mágica (El jardín de Falerina), las comedias fantásticas y mitológicas (La hija del aire, La estatua de Prometeo) y los autos sacramentales, de inagotable variedad formal.

Obtenido el 20 de marzo de 2009 de: http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/contextos/1903.htm

El teatro español del Siglo de Oro



I-CARACTERÍSTICAS, PERSONAJES Y TEMAS.

En el siglo XVII se consuma lo que no se logró durante la centuria anterior: la creación de un teatro nacional. El artífice de este logro fue Lope de Vega y su escuela. Lope se sirvió hábilmente de los logros dramáticos de sus predecesores, fundamentalmente de Lope de Rueda y del teatro religioso.

1-) Características generales.

    • Una amplia variedad de temas cuyas fuentes se encontraban en la tradición literaria, la historia y la leyenda.
    • Se pasa de la división de la obra en cinco actos o jornadas a la división en tres, lo que permite acomodarla a la estructura de exposición, nudo y desenlace.
    • En la métrica, convive la tradición castellana (romance, villancicos, letrillas…) con los metros cultos de procedencia italiana. La métrica se acomoda al contenido de la escena y a las palabras del personaje, a la vez que la polimetría evita la monotonía al oído del espectador.
    • Se hace, en aras de la verosimilitud, caso omiso de las tres unidades.
    • Como en la vida, se mezclan lo trágico y lo cómico –es decir, se rompen las barreras de los géneros- y surge el concepto de tragicomedia.

2-) Los personajes.

Los personajes de nuestra comedia nacional son arquetipos humanos y literarios que se repiten constantemente:

    • El rey es la representación de la justicia, es una figura intocable puesto que nuestro teatro clásico –sobre todo el de Calderón- es una encendida exaltación de la monarquía.
    • El poderoso –por ejemplo, el comendador- es un aristócrata injusto y tiránico que mancilla el honor de los villanos y que siempre recibe su merecido.
    • El villano –frecuentemente un labrador rico- que sufre los abusos del poderoso hasta que restaura, a veces con sangre y legítimamente, su honor.
    • El galán, que se mueve motivado por el amor o los celos y que suele ser valiente e idealista.
    • La dama. Bella, decidida y siempre virtuosa, como depósito del honor familiar.
    • El gracioso es el criado del galán, desenfadado, ocurrente, cobarde y siempre contrapunto humorístico a la seriedad de la trama.
    • La criada de la dama, cómplice de sus acciones –en ocasiones, incluso urdidora de las mismas- y que frecuentemente acaba casada con el gracioso.

3-) Los temas de la comedia nacional.

    • El amor, que es el motor que mueve la mayoría de las comedias.
    • El honor (honra, opinión), entendida como la estimativa ajena, patrimonio de todos –único patrimonio del pueblo llano- y absolutamente intocable. Reside en la pureza de la sangre y en la honorabilidad de las mujeres de la familia.
    • La monarquía, institución venerada de la que se hace una apología –sobre todo en el teatro de Calderón-. El rey es una figura intocable, a salvo de toda crítica y se presenta como el administrador máximo de la justicia para el pueblo.

II-EL TABLERO DE JUEGO ESCÉNICO

El marco físico donde se representaban las comedias de España era más sencillo que el de otros países europeos. Era el llamado corral de comedias, que, como indica su nombre, era un corral, es decir, el patio interior de un mesón o una comunidad de vecinos, con forma rectangular y galerías a los lados. Uno de sus lados menores presentaba una tarima con telón donde se representaba la obra. En el corral se mezclaban de pie, o sentados en las lunetas, los mosqueteros (llamados así por el ruido que producían y que podían hacer de una obra un triunfo o un fracaso con su comportamiento) junto con personas de toda clase y procedencia social. Detrás estaba la cazuela, donde se sentaban las mujeres, que eran acomodadas por el apretador. La división fundamental en el público de los corrales era por sexos, no tanto por clases sociales, aunque en algunos existía un reservado guardado por una celosía al que podía ir el mismísimo rey a ver la obra. En cuanto a las otras tres paredes del corral, se correspondían con las galerías del mesón o casa comunal –llamadas aposentos- y también albergaban público.

Pero no todo el teatro barroco se representaba en los corrales. También había representaciones palaciegas que no eran, ni en el tablero de juego escénico ni en la tramoya, tan sobrias como las de los corrales. Por el contrario, hacían gala de un gran aparato escénico y efectos sorprendentes, más en consonancia con lo que era el gusto por lo efectista y espectacular propio del barroco.


III-LOS PRINCIPALES AUTORES

III.1- Lope de vega.

Partiendo del popularismo de Lope de Rueda y con la incorporación de elementos de diversa procedencia, fue el artífice del nacimiento de nuestra comedia nacional, tanto en el plano teórico con su Arte nuevo de hacer comedias como en el práctico, con cerca de quinientas piezas teatrales escritas.

Las características de su teatro son –incorporando, por supuesto, las vistas en apartados anteriores, de la mayoría de las cuales fue inspirador:

    • La riqueza de temas, que se agrupan en tres apartados: tema épico histórico (Fuenteovejuna), religioso (La buena guarda) y tema del honor (Peribáñez).
    • Inclusión de elementos populares y tradicionales (canciones, bailes, juegos) dentro de la obra, incidiendo con ello en el dualismo culto-popular muy acorde con la estética del contraste barroca.
    • Los resabios renacentistas que quedaban en la época inclinaban a Lope a la sencillez expresiva, pero la moda imperante lo dirige hacia las artificiosidades barrocas que, no obstante, nunca entorpecían la comprensión de la obra por parte del público popular, que tanto apreciaba sus comedias.

En definitiva, Lope fue el creador del teatro nacional, lo que consiguió aglutinando elementos de la más diversa procedencia y haciendo concesiones al público que le quitaron al teatro el tono envarado del drama precedente y dio auténtico calor humano a los personajes (ya que no hondura psicológica) que participan en una intriga sabiamente urdida.

III.2-Calderón de la Barca.

Llevó a su máximo esplendor el teatro nacional siguiendo la vía abierta por Lope y le dio al teatro español una dimensión más universal. Su teatro es más culto y aristocrático que el de Lope, cuya herencia somete a una depuración y ordenación concentrando la acción en torno a un tema central.

Más barroco que Lope, el lenguaje poético de Calderón ofrece muestras tanto de conceptismo (son frecuentes los juegos ingeniosos de palabras e ideas) como de culteranismo (metáfora de tipo gongorino). Igualmente es barroca su escenografía –era el director de muchas de sus obras- que, en sus comedias palaciegas, abundan en sorprendentes trucos escenográficos y efectos visuales.

Muy importante para entender la dramaturgia de Calderón es atender a su trasfondo ideológico, pues la acción aparece a menudo supeditada a una idea y los personajes a veces son sólo símbolos humanos de conceptos abstractos. Así, en el terreno ideológico:

    • Extrema las actitudes hacia las ideas del honor (mucho más exaltada que la de Lope) y hacia la fidelidad al rey.
    • En cuanto a las ideas morales, se impone sobre todas la noción del desengaño y del concepto negativo de la vida humana.
    • En cuanto a las ideas teológicas, influido por los jesuitas y representante fiel de las ideas surgidas del Concilio de Trento, realiza una constante apología del libre albedrío.

Su producción, aunque no llega a ser tan numerosa como la de Lope, es sin embargo extensísima. Entre sus obras podemos destacar El alcalde de Zalamea o La vida es sueño.


Obtenido el 20 de marzo de 2009. El documento original se encunetra en: http://www.benarabi.org/portal/

Arte y cultura en la colonia




Siglo XVII. El sistema conceptual y estructural del barroco constituyó a lo largo de todo el siglo XVII, y en especial en la segunda mitad, una línea de pensamiento que permeó prácticamente todas las actividades vinculadas con la cultura y el arte en la Nueva España. Floreció en este siglo ya que fue el de mayor solidez política y económica del virreinato, una vez concluida la conquista espiritual y material. No sólo las bellas artes tuvieron un florecimiento único, también las llamadas artes menores o suntuarias como la platería y la cerámica.

ARQUITECTURA. Cuando finalmente parecía que en Nueva España se abandonaban los ejemplos inspirados en la antigüedad grecolatina, que había importado la corriente renacentista y de cierta manera se buscó dar expresión plástica a los anhelos libertarios de los criollos, a trevés de ella. Fue por eso que la arquitectura barroca europea fue modelo de la novohispana a lo largo del siglo XVII.

En un principio el barroco en la arquitectura tuvo en México condiciones de la más moderna vanguardia, por eso no se adoptó inmediatamente en las obras que ya habían empezado a construirse como en el caso de las catedrales: las de México, Puebla, Oaxaca, Pátzcuaro y San Cristóbal de las Casas y Guadalajara, fueron un ejemplo de esto aunque, por supuesto, cuando estuvieron terminadas se le agregaron detalles del estilo que estaba en boga. En este sentido, algunos historiadores consideran que, por ejemplo, con las portadas de las naves laterales y la portada principal son el principio del barroco salomónico en México.

En la Nueva España, pues, se exploraron nuevas opciones compositivas. De esta época datan inmensa cantidad de construcciones como la portada original del Templo de Santa Trinidad, la iglesia de Santa Clara y la reconstrucción de San Agustín.

Entre los constructores que contribuyeron a caracterizar la primera mitad del siglo XVII destaca fray Andrés de San Miguel, hermano lego de los carmelitas descalzos: el construyó el conjunto del Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el colegio de San Angel y los conventos de Querétaro, Salvatierra y San Sebastián, por ejemplo.

En este siglo, el XVII, se fundaron también diez parroquias en la Ciudad de México: entre ellas, el sagrario, Santa Catarina, Santa Veracruz, Santiago Tlatelolco, Santa María la Redonda y San Francisco.

También se construyeron hospitales como el que fundó Zumárraga que después fue la Academia de San Carlos y el de San Antonio Abad y muchos conventos, como el de San Jerónimo, San Bernabé y el de San José de Gracia.

Muchos estudiosos consideran que el siglo XVII virreinal fue un siglo esencialmente arquitectónico.

PINTURA. Las obras eclesiásticas eran, evidentemente las más importantes, no sólo por sus dimensiones sino porque tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases más poderosas económicamente. Entre los pintores más importantes del XVII podemos citar a Baltasar Echave Rioja, seguidor de Murillo y Rubens y que pintó, por sólo citar un par de sus obras el Martirio de san Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de la Eucaristía, la Fé y la Iglesia. José de Juárez ( de la primera mitad), fue otro de los artistas de gran notoriedad en aquel periodo.

Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina y Adán y Eva arrojados del paraíso este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.

Cristóbal de Villalpando, considerado el pintor más representativo de la segunda mitad del siglo XVII novohispano y que, como muchos artistas de su época trabajó más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel, Los desposorios de la Virgen y La huida a Egipto, todos ellos representativos de la calidad de la pintura barroca en la Nueva España.

Otros pintores novohispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero y Juan de Herrera.

MUSICA. Los músicos también trabajaron especialmente para la iglesia, escribiendo partituras de la más diversa índole y copias de aquellas obras que se interpretaban en el órgano. Antonio Sarrier, fue autor de varias piezas en tres movimientos a las que llamó oberturas, que culminaban con lo que en cuestión musical fue la vanguardia de la época: una fuga.

Juan Matías, de origen indígena fue también compositor y maestro de capilla en la sede diocesana se Oaxaca y autor de un Tratado de Armonía.

Antonio de Salazar, maestro de capilla de la Catedral de México.

LITERATURA. Esta rama del más fino arte se permeó, por supuesto, de todas las delicias del culteranismo y del énfasis de la retórica. Lo que en arquitectura tuvo la apariencia de sinuoso y recargado, en literatura fue erudito y exagerado. Y para ser un gran escritor en esta época - o quizá en todas- no sólo se requería de habilidad sino también de talento. Algunos de los autores conocidos hasta mediados de este siglo incursionaron con éxito en el terreno del los juegos y caprichos literarios - anagramas, emblemas, laberintos, muchos símbolos- y en la poesía lírica, narrativa y dramaturgia.

Algunos de los escritores novohispanos de aquella época fueron José López Avilés que escribió una biografía en verso de Fray Payo Enríquez; Matías Bocanegra que alcanzó un grado importante de popularidad por su Canción a la vista de un desengaño y, por supuesto, el sabio de la época: Don Carlos de Sigüenza y Góngora. Este escritor barroco, autor de obras todas ellas notables escribió la célebre Relación de los infortunios de Alonso Ramírez, un relato en género de ficción que estaba prohibido por la Santa Inquisición y la Primavera Indiana, largo poema que abordó a fondo el tema de la Virgen de Guadalupe.

Sin embargo, el personaje más importante del la literatura en aquellos años y en toda la época virreinal - y hasta alguno dicen que en toda la historia de México- fue Sor Juana Inés de la Cruz. Objeto de las más profundas reflexiones, de los más sesudos estudios, de los más encendidos elogios y de las más ardientes polémicas, la figura de la Décima Musa, como la llamaron sus contemporáneos sigue siendo insuperable por la universalidad de su pensamiento, la brillantez de su ingenio, la corrección de su prosa y la magnificencia de su poesía, aunados a un manejo insuperable de lo alegórico y un conocimiento profundo de innumerables materias hicieron una aportación inestimable al mundo de la cultura.

Obtenido el 20 de marzo de 2009 de: http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/1541-Arte-y-cultura-en-la-colonia