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jueves, 27 de agosto de 2015

Juan Soldado

Olga Vicenta Díaz Castro, Sor Abeja


Juan Soldado.
La vida de Juan Soldado se desconoce y desgraciadamente nadie se ha preocupado de investigar sus antecedentes que, como hombre y como soldado, nos sirvan para emitir un juicio que lo ponga en el lugar que verdaderamente le corresponde. Solo se sabe lo que a  través de los años las gentes cuentan, y con distintas versiones logran infundir en las coincidencias la indignación y mantener perenne el recuerdo de un hecho, que, no siendo el primero en el mundo, debería de haberse olvidado por el oprobio que para Tijuana y para nuestro glorioso ejercito significa el seguirlo propalando.

Así atendiendo a las opiniones y sugerencias que me fueron hechas, solo voy a exponer mi punto de vista con estas breves consideraciones.

Debo advertir que ni mi mente ni mi endeble pluma se atreverán a inventar ni escribir detalles de este caso, del que nadie fue testigo y que solo servirían para llenar las paginas de una de tantas inmundas revistas que se dedican a explotar la morbosidad y los salvajes instintos de gente que se solaza con la desgracia de sus semejantes. Pero aunque no sea muy grato, repetiré algo de lo que oí cuando por primera vez visite la tumba de Juan Soldado.

En el año de 1938 nuestra ciudad se conmovió ante el nefando crimen del que fue víctima una inocente niña de corta edad al ser violada y asesinada, por un miembro del ejercito que después inculpó a un subalterno, un soldado raso llamado Juan.
     
Y hasta la fecha nadie puede asegurar quien de los dos fue el responsable, solo se sabe que esta horrible tragedia provocó protestas, manifestaciones y hasta sangrientos motines.

Personas que aun viven dicen que la misma mujer del soldado Juan, tal vez sin medir las consecuencias, declaró en su contra. Y finalmente fue conducido al Panteón de Puerta Blanca para aplicarle la Ley Fuga.

Otras aseguran que como no se le permitió hablar para defenderse, cuando corrió huyendo de la muerte iba blasfemando y lanzando improperios en contra de quienes lo acusaron y al darle el tiro de gracia maldijo a los que le dieron muerte.


La indignación origina la credulidad

Como entre los que protestaban por este hecho unos estaban a favor y otros en contra, siendo en su mayoría los primeros, no tuvieron otra manera de manifestar su condolencia  que después de ser sepultado, cubrir su tumba de flores y luces  y orar pidiendo el descanso de su  alma. Pero tal vez alguien en el exceso de su culto homenaje lo catalogó como mártir,  y encontrándose en apuros le pidió que le ayudara, y al ser solucionado su problema se dio a la tarea de publicar aquello como milagro, empezando así la credulidad de las gentes, bendiciendo en sus apuros el anima de Juan y se olvidaron de la tumba de la niña, que en realidad merece mas consideración, si es que de inocentes victimas se trata. Y ¿qué decir del dolor sin medida y sin término de los padres de esta pequeña?


Nuestro punto de vista

Si nos ponemos en un plano imparcial y aceptando la posibilidad de que este pobre hombre fuera inculpado por un falso testimonio, no por eso vamos a creer que murió en olor a santidad, ni mucho menos se le pueden atribuir poderes milagrosos que lo dignifiquen para elevarlo a los altares.
     
Y hago esta observación porque por muy elemental que sea nuestra instrucción religiosa todos sabemos que, Santo es aquel que llevando una vida de virtud y de pureza se dedica a seguir las huellas de Cristo, poniendo en practica sus divinas enseñanzas. Además de esto, milagro es un hecho sobrenatural en el que solo interviene Dios con su poder divino, y finalmente recordemos que los santos no hacen milagros, ellos solo ruegan por nosotros para que el Todopoderoso escuche nuestras peticiones, concediéndonos lo que en su infinita misericordia cree que merecemos.
     
Aunque ahora la Parasicología hace concienzudos estudios sobre estos conceptos.


La tumba de Juan Soldado
     
Sobre la tumba de Juan se construyó un cuartito. Ahora este modesto y ruinoso monumento es el punto donde convergen, el fetichismo, la ignorancia, la inmoralidad, el interés y el histrionismo.
     
En mis frecuentes visitas al panteón he presenciado ante esta tumba , incidentes dramáticamente enternecedores, algunos por demás profanos, otros ridículos y hasta chuscos como estos con que termino estas observaciones.
     
Una tarde encontré frente a ella a un ancianito de rostro alegre que me saludó amablemente y al entablar conversación con él le pregunté:
     
-¿Ha venido usted a pagar alguna “manda”?
      
-No, señora, yo vengo a ver que nuevos milagros le han colgado al pobre Juan.
      
-¿Es que no cree usted en sus milagros?
      
 -¡Cómo voy a creer! Señora, venga usted para que vea.
    
Entramos a una pequeña capilla atestada de retablos, tarjetas, retratos, imágenes de santos, papeles escritos, trapos, prendas de vestir sucias y otros inmundos objetos dignos de ser quemados, ya que todo esta dando un aspecto deplorable invadiendo la parte exterior. Sobre el techo está un busto de yeso que representa a un militar que no es Juan, porque de éste no existe ninguna fotografía.
     
El viejecito tomó de aquel montón de cosas un papel y me dijo:
       
-“Señora, lea usted para que vea porqué en mi opinión deberían las autoridades correspondientes haber quitado todo esto.”
     
Tomé el papel y leí lo escrito que copié a la letra: “Te doll grasiasjua soldado pot l milagro qe me isiste, de qe Camilo dejara a Mariana y se viniera a bibir conmigo. Tu de bota Anastacia.”
      
-Pero esto es una irreverencia -le dije- entregándole el papel que él puso en donde estaba.
      
-Pues por el estilo de éste, hay otros que por decencia, más vale que no los lea.
      
-Yo pienso que por respeto a las creencias no han mandado quitar todo esto.
       
-No, no es por eso, es que ¿ve usted esta ánfora o cepo? Pues aquí se juntan las limosnas.
       
-Y que sin lugar a dudas recoge algún sacristán.
       
-No señora, ¿Cómo va a ser posible eso? si las autoridades eclesiásticas no han dado su aprobación para que Juan Soldado sea venerado.
          
-Entonces ese dinero lo recauda alguien para alguna obra de utilidad pública.
          
-Tampoco; porque nunca hemos sabido nada de eso.
       
Y sonriendo maliciosamente continuó:
         
-Es que Juan Soldado tiene un tesorero y a veces una Tesorera que viene a recoger semanariamente  las limosnas y sin duda se las llevan a depositar al Banco, por lo que yo creo que, sucediendo esto durante mas de treinta años, este Juan ha de tener una respetable suma a su nombre.
        
Al oír el gracejo y la ironía del viejecito, hice un esfuerzo para no soltar la risa; y en tanto nos dirigíamos a la puerta para salir, le dije:
     
-No me haga usted reír que estamos en un lugar santo.
     
-No, señora si esto es cosa seria, fíjese que ya tiene el material para levantar otra capilla en el lugar donde dicen que cayó muerto; y de seguro que van a poner otra alcancía grandota para que se le junte más dinero ¡Ah! Si le digo que este es un muertito muy avariento…Je…Je…muy avariento…Je…Je…Je…
     
Asi llegamos a la puerta y al salir no pude más y me puse a reír hasta las lagrimas.
       
La gente que pasaba al oír nuestras risotadas debe de haber pensado que estábamos locos porque, ¿quién sale de un panteón hecho mas pascuas, muriéndose de risa?     
    

Tomado de Narraciones y leyendas de Tijuana, por Olga Vicenta Díaz Castro Sor Abeja. Lito Editorial Fiscal, Segunda Edicion 1981, p.43-48.

Obtenido el 27 de agosto de 2015 de: http://leyendasdetijuana.blogspot.mx/2012/11/olga-vicenta-diaz-castro-sor-abeja.html

lunes, 30 de septiembre de 2013

Leyenda de la momia de la Obregón

Yolanda Sánchez Ogás *


Esta leyenda urbana se generó en Mexicali desde la década de los años cuarenta, en una casa de la colonia Nueva. Allí en avenida Obregón y calle D existe una casa con grandes ventanales, que permiten ver hacia el interior. La imaginación de los mexicalenses miraba en el interior a una persona momificada, sentada en la sala. Muchos mexicalenses de aquellos años aseguraban haberla mirado. 

Era tanta la fantasía, que algunas personas que vivían en la zona del mercado municipal, que habían trabajado en esa casa, decían que limpiaban a aquella mujer ya muerta. Los rumores eran tan fuertes que cuando estudiamos en la secundaria 18, al pasar por esa esquina, el miedo nos hacía cruzar la calle y desde el otro lado tratábamos de observar hacia adentro de la casa. 

La familia dueña de la casa, en algunas ocasiones comentaba que era un piano de cola, que desde fuera, daba esa falsa apariencia de una mujer. Sin embargo, la imaginación creó una leyenda que  es conocida por los viejos mexicalenses y aún se cuenta cuando se trata el tema de las leyendas de Mexicali.

Poema "Novia fúnebre", de Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

*Texto adaptado del libro electrónico Mexicali, una historia que contar, de Yolanda Sánchez Ogás.

Leyenda de Joaquín Murrieta

Yolanda Sánchez Ogás


Mexicali, como todos los pueblos, tiene sus leyendas, nacidas la mayor parte, de la imaginación de la gente. Algunas de estas ya son parte de las tradiciones cachanillas. Una de ellas se refiere a un personaje real, pero que no vivió nunca en Mexicali, Joaquín Murrieta el legendario bandido californiano. Murrieta vivió a mediados del siglo XIX en San Fernando, California.

Cuando México perdió California, los norteamericanos atacaron y mataron a los rancheros mexicanos que se quedaron a vivir en Estados Unidos. Algunos mexicanos respondieron atacando poblados de estadounidenses. Uno de ellos fue Joaquín Murrieta, un bandido generoso que asaltaba y repartía el dinero entre los mexicanos pobres. Fue perseguido y asesinado. Las huidas de Murrieta para esconderse de sus perseguidores dieron origen a las leyendas sobre sus entierros.

Desde San Fernando hasta Mexicali se cuentan leyendas sobre las apariciones de Murrieta, a quien identifican porque según algunos, les ha hablado y dice quien es. En Mexicali, dicen las personas que viven en los ranchos cercanos al Cerro El Centinela, que la noche entre los día uno y dos de febrero de cada año, en El Centinela aparece una lumbrada. 

Cuando algunas personas se atreven a caminar hacia la lumbre, al acercarse, la lumbre desaparece porque no son las personas a quienes está destinado ese tesoro. En los ranchos de La Progreso, La Zaragoza y los alrededores, algunas personas aseguran que encontraron monedas de oro en la sierra y que son parte del tesoro de Murrieta.

Adaptado del libro electrónico Mexicali, una historia que contar, de Yolanda Sánchez Ogás.

lunes, 8 de octubre de 2012

Leyenda de la enfermera de La Rumorosa


Dicen que en una ranchería cercana a la ciudad de Tijuana vivía una enfermera llamada Eva. Era muy conocida y respetada porque ayudaba a los enfermos y a los accidentados; sin importar la hora iba adonde se lo pidieran. Cierto día, llegó a su casa una señora que le rogó muy angustiada:

—Señorita Eva, mi esposo está enfermo, necesita que lo atiendan; por favor, venga a verlo.

—¿Qué es lo que tiene? —preguntó la enfermera.

—Ha tenido mucho dolor de estómago, toda la noche se estuvo quejando —respondió la mujer.

—¿Por dónde vives?

—Cerca de La Rumorosa —contestó.

—Está lejos —dijo la enfermera—. Primero voy a ver a una vecina que también está enferma, pero dime cómo llegar y en cuanto me desocupe, iré para allá.

La señora le dio las señas del lugar y se fue. Mientras tanto, la enfermera tomó su maletín y se dirigió a la casa de su vecina. Terminada su visita, salió rumbo a La Rumorosa caminando bajo el calor intenso del mediodía, pero en su prisa por llegar adonde la esperaban, equivocó el camino.

—No veo ninguna casa —pensó preocupada— estoy segura de que me dijo que era por aquí.

Ya habían pasado varias horas desde que saliera de su casa y pronto oscurecería. Tenía hambre y sed porque el agua que llevaba se había terminado; aún así trató de no desesperarse. Levantó la vista y no miró otra cosa que piedras formando los enormes cerros de La Rumorosa... una sensación de temor la invadió porque sabía historias de ese lugar en las que se hablaba de aparecidos, brujas y quién sabe
cuántas cosas más.

Decidió volver a caminar y guardando su miedo se metió entre aquellos cerros; con la noche las enormes piedras que se encontraban por todos lados se transformaban en horrendas personas y animales que gritaban su nombre: ¡Eva, Eva...!

La mujer echó a correr desesperada entre las rocas hasta que sus pies resbalaron y no supo más de sí.

Con los días, los vecinos fueron a buscar a Eva a su casa, pero no la encontraron. No volvieron a saber de ella hasta que en las curvas de La Rumorosa vieron a una mujer vestida de blanco que pedía raite... El camino era tan difícil que nadie podía detenerse, pero aun así, cuando menos se lo esperaban, ¡aparecía sentada a un lado del que iba manejando! ¡El susto que se llevaban! La mujer se quedaba muda y siempre desaparecía frente al panteón. Se dice que todos estaban tan espantados que ya no querían pasar por aquellos lugares, pues corría el rumor de que era la enfermera muerta.

Otros cuentan que en la Cruz Roja de Tecate, muchos pacientes han sido atendidos por una misteriosa mujer que era muy cuidadosa en las curaciones y desaparecía siempre que llegaba la enfermera de turno; a pesar del susto que les dio ver cómo se desvanecía, la mayoría coincide en que siempre los favoreció.

Mucha gente ha acudido con el padre para que ayude a la enfermera en pena, pero, como nadie sabe dónde murió, no han podido hacer nada; así, la muerta seguirá vagando por los caminos de La Rumorosa durante muchos años más.

Obtenido el 8 de octubre de 2012 de: http://prosoema321.blogspot.mx/2007/08/prosoema-no-41-24082007.html

La Faraona de Agua Caliente

Interior del casino de Agua Caliente,
en Tijuana.

El casino y los bungalows de Agua Caliente eran un lugar impresionante, lleno de árboles y pájaros exóticos que traían de otros países, para resaltar la belleza de este lugar. En el teatro, se traían a los artistas más prestigiosos y famosos de la época, entre ellos se encontraba La Faraona, una bailarina cautivadora.
          
La Faraona había sido contratada para trabajar en el Casino por unas pocas fechas, sin embargo, su éxito fue tal, que extendieron su contrato por un tiempo muy largo. Al terminar cada presentación, la bailarina se encontraba en el casino, con un caballero inglés, del cual estaba enamorada. Sin embargo, él no estaba interesado en ella, sólo en su belleza y en la suerte que ésta tenía en el juego.  Se decía que La Faraona traía un hermoso brazalete de esmeralda que como talismán, le permitía ganar suntuosas sumas de dinero.

La Faroana entregaba todas sus ganancias al caballero inglés, ya que éste era descendiente de un Lord, y le prometía un título de nobleza para después ambos irse a vivir a Inglaterra. Mucho tiempo duró este romance, el cual todos en el lugar conocían, ella cada vez más enamorada, y él cada vez más rico. Un mañana, muy temprano, el caballero inglés salió despavorido del bungalow en el que vivía con La Faraona. Gritaba desesperadamente pidiendo auxilio, decía que habían intentado envenenarlos, que la bailarina había muerto, y que el sentía que le pasaría lo mismo.

Dicen que la noche anterior a este atroz crimen, un velador del Casino vio a través de la ventana del bungalow  de la pareja, mientras que hacía su trabajo. El velador pudo ver cómo los dos contaban sobre la mesa el dinero que habían ganado, muchas monedas de oro que después guardaron en un baúl que cerraron con llave, la cual guardaron en el ropero. El inglés después de guardar la llave, se bebió su copa de vino y se acostó. El velador cuenta, que junto a las copas de vino, había también un revólver. Vio como la bailarina entraba a otra habitación, para salir vestida con una bata blanca bordada de perlas. Después, sigilosamente se acercó a su enamorado y con delicadeza, metió la mano bajo la almohada donde él dormía para sacar la llave del ropero. Abrió el ropero y sacó el baúl. Guardó el revólver en su bata y salió del bungalow arrastrándolo.

Era una noche lluviosa, pero no le importó a la bailarina, tampoco le importó el peso de baúl, ella se perdió en el jardín, entre los árboles. El velador no quiso seguirla por temor a que ésta le disparada, sin embargo, intrigado por lo que ocurría, se quedó a esperar si ella regresaba. Una hora después, La faraona regresó a toda prisa, y al cerrar la puerta despertó al inglés, que de inmediato se percató de que ya no estaba la llave bajo su almohada, y que el ropero estaba abierto. También se dio cuenta de que el baúl ya no estaba, buscó el revólver y al no encontrarlo, se abalanzó contra su pareja con la intención de ahorcarla, el velador no pudo intervenir. El inglés arrojó a la bailarina a la cama, mientras que esta reía histéricamente, después con cierta angustia, y de la nada comenzó llorar con rabia y desesperación, pues se dio cuenta de que él no la amaba, sólo estaba con ella por interés. Después de un rato ambos se tranquilizaron.

Comenzaron a discutir, después ella sirvió dos copas de vino, y sin que este viera, sacó un pequeño frasco de entre sus pechos y vació su contenido en ambas copas. Se acercó al oído de su pareja, le susurró algo y le entregó la copa, los dos bebieron al mismo tiempo, el veneno hizo efecto inmediatamente. Ella cayó al piso. El hombre salió a pedir auxilio. Pudieron salvarlo, y después de este suceso, el inglés abandonó la ciudad para nunca más volver.

No se sabe lo que pasó con el cuerpo de La Faraona. Muchos aseguran que las noches lluviosas, se puede ver a la bella bailarina paseando por lo que fueron los jardines, protegiendo su tesoro. Dicen que ella posee una belleza resplandeciente, que sus pies descalzos parecen besar el césped. Que danza al caminar, con su bata blanca bordada de perlas.

Leyenda del diablo en Mexicali

Alumnos de la Escuela Secundaria
Félix de Jesús Rougier, que
participaron en la grabación del
video El diablo en  Mexicali, en 2006.

Se dice que aquí en nuestro Mexicali, el diablo hizo acto de presencia en una conocida discoteca por el año de 1960, causando el pánico entre todos los presentes, siendo algo que hasta en los medios se difundió, ocasionando que los jóvenes de esa época, la pensaran dos veces antes de ir a bailar…. 

Allá por los años 60’s por la calle 11, empezaron a propagarse los centros nocturnos, en donde había música, bebidas embriagantes de diversos tipos y en grandes cantidades; en donde la clientela de jóvenes de parranda aumentaba en consideración. Los chicos invitaban a las muchachas o a sus novias a esos lugares para bailar toda la noche, emborracharse y divertirse en grande. 

Los más conocidos centros nocturnos de ese tiempo fueron La Ronda, el Waikiki y Los Cocos. Muchos de nuestros padres, cuando jóvenes, eran a los lugares a los que acostumbraban ir.

Una noche, resulta que en Los Cocos, mientras todos estaban pasándola bien, entró un muchacho, desesperado casi sofocado gritando:

-¡En La Ronda se apareció el diablo!.

Naturalmente, nadie le creía (se pensaba que el tipo había tomado de más); pero al ver que de La Ronda salían histéricas las personas, se causó un gran alboroto. Algunos se fueron rápidamente a sus casas, otros curiosos fueron a La Ronda a ver y oír de otras personas el suceso. 

Lo que las personas que presenciaron, según dijeron, fue que una persona muy elegante y bien parecido, sacó a una muchacha a bailar, ella aceptó y duraron bailando muchas horas, y cuando dieron las 12 de la noche, esa persona comenzó a transformarse, saliéndole cuernos , cambiando su tono de piel y a oler a azufre, despidiendo humo; algunos dicen que se desató un gran torbellino ahí adentro saliendo y dejando a la muchacha desmayada, otros dicen que se la llevó.

Cuando sucedía todo esto, la histeria se dejó venir, toda la gente estaba aterrada huyendo de La Ronda, el lugar se quedó solo cuando todo eso pasó, pues todos entraron en pánico. El rumor se hizo general entre la población mexicalense, ocasionando que disminuyera demasiado el auge que tenían esos centros nocturnos, por la supuesta aparición del diablo…

*Esta leyenda me la ha contado mucha gente que solía ir a esos lugares por los años 60’s, decidí investigar e informarme más al respecto, descubriendo algo muy interesante. Resulta que a esos lugares, siempre iba un muchacho que le gustaba tomar y bailar, era muy conocido y todos le decían “El diablo”. Esa noche en donde presuntamente el diablo se apareció, lo que en realidad pasó fue que hubo un gran pleito entre varias personas y ese muchacho “El diablo” fue quien encabezó todo el pleito, y todos dijeron que “el diablo” estaba en la ronda y causó un gran escándalo, lo malo es que lo que los demás entendieron, o quisieron entender… fue otra cosa…

Obtenido de http://www.mitos-mexicanos.com/content/view/103/59/ el 8 de octubre de 2012.

La señora del cinco



Hace muchos años, cuando la ciudad de Mexicali no era tan grande y todos se conocían, vivió en el centro una señora que trataba muy mal a sus dos hijos; se la pasaba gritándoles y siempre los tenía encerrados. Con el paso de los años los niños crecieron, se volvieron hombres y encontraron esposa. Así, la mujer se quedó sola y entonces su conciencia empezó a molestarla; le dieron remordimientos por la forma en que trató a sus hijos. Como no podía estar en paz, una tarde decidió visitar al sacerdote.

— Padrecito, vengo a confesarme, tengo que contarle todo el daño que he hecho.

La señora le confesó lo que hizo y el sacerdote la escuchó con atención. Cuando terminó, dijo con seriedad:

— Hija mía, tus pecados son muchos, ¿cómo es posible que hayas tratado así a tus hijos? Para salvar tu alma, tienes que realizar un viaje a la ciudad de Roma lo antes posible, ya que sólo ahí te darán el perdón que necesitas.

— Pero es que soy muy pobre, estoy sola y no tengo a nadie que me ayude — dijo la señora.

— Si es así — dijo el sacerdote — para reunir el dinero del viaje tendrás que pedir limosna, pero sólo recibirás monedas de cinco centavos; cuando te den monedas con otro valor las devolverás.

— Sí, padre, así lo haré.

La señora salió de la iglesia resignada a hacer lo que el padre le había dicho y luego se puso a pedir limosna.

— Señor, ¿no me regala un cinco?

— No traigo, pero aquí tiene veinte centavos — le ofreció el señor.

— Gracias, pero yo sólo quiero un cinco — contestó y devolvió la moneda.

— ¡Ya, limosnera y con garrote! — le dijo el señor muy ofendido.

Pasado un tiempo, la gente comenzó a llamarla la señora del cinco; siempre se le vio afuera de la iglesia en actitud humilde y, decidida a llevar a cabo su promesa, no le importaba la lluvia o el calor intenso. Tantos meses de esfuerzo quebrantaron su salud, así que poco antes de completar el dinero para realizar su viaje, enfermó gravemente y murió.

Una noche de tantas, los perros comenzaron a ladrar sin razón, un viento helado se coló por puertas y ventanas, y una vieja vestida de negro con velo en la cabeza empezó a recorrer las calles solitarias.

—Señor, ¿no me regala un cinco? — pedía aquella mujer.

— No traigo señora, pero tenga diez centavos.

En ese momento, el viento arrebató el velo a la señora y en lugar de su cara estaba la de una calavera. Del susto, el joven pegó una carrera que no paró hasta llegar a su casa. La noticia de que la señora del cinco se estaba apareciendo corrió como reguero de pólvora, por lo que la gente se dio a la costumbre de cargar sus cincos en la bolsa y otros de plano ya no salieron en las noches, por miedo a que la calavera les pelara el diente.”

Algunos cuentan que la señora suelta una maldición sobre aquellos que no le den una moneda de cinco centavos… otros dicen que la señora solo aparece en las iglesias… mientras que otros cuenta que la mujer visita las casas para pedir sus cinco centavos… aunque, algo es seguro: esta leyenda fue tan popular, que muchas personas acostumbraban llevar monedas de cinco centavos por si se encontraban con la temida mujer.

martes, 20 de enero de 2009

Patrimonio cultural en peligro de extinción



Por Fernando Recinos
Periodista


La transmisión oral ha dejado de ser utilizada. Los coloridos relatos contados por nuestros abuelos se ven amenazados con el olvido y personajes de nuestra mitología se esfuman en la niñez que prefiere a los héroes fantásticos y de otros mundos que son presentados sobre todo en la televisión.

Cuántos de los niños y jóvenes de hoy seguramente no podrán describir y mucho menos tener miedo al ver imágenes de esos emblemáticos personajes de nuestra mitología.

Alta, despeinada, fea y seca. Dientes salidos, sucios. Tiene las uñas largas, un aspecto tenebroso y la piel arrugada y terrosa como una “tusa”. Sus ojos rojos y saltados se ven en la oscuridad. Asusta a los hombres por las noches a la orilla de los caminos o se aparece en los ríos lavando ropa. Con su cabello largo y despeinado oculta su rostro y engaña a las personas mostrándose como una mujer hermosa. Es la Siguanaba descrita por Miguel Ángel Espino en su libro Mitología de Cuscatlán.

Al igual que la Siguanaba, existen un gran número de personajes que forman parte de las leyendas salvadoreñas. Algunas aún se mantienen en los distintos rincones del país. El cuento de La Cangrejita y el Haragán, La Carreta Bruja, El Hombre con Gueguecho, El Cipitío, El Cadejo y El Justo Juez de la Noche son sólo algunos de ellos.

Nadie sabe cómo surgieron estas historias. Lo que sí es claro es que nacieron con una función social y cultural. “A finales del siglo XIX y principios del XX el Estado salvadoreño se interesó por rescatar lo vernáculo, lo indígena y lo popular para crear una mitología cuscatleca.

El objetivo era establecer un sentido de pertenencia y lograr cierta dominación ideológica y de clase. En el fondo se buscaba diferenciar a los salvadoreños de otros pueblos, pero a la vez arropando una forma de autoridad política particular”, explicó Chester Urbina, Historiador de la Escuela de Arte y Cultura de la Universidad Tecnológica (UTEC).

La creencia en estos personajes se mantiene a través de los tiempos. Estos seres llenaron de miedo los relatos de los ancianos. Ahora, las personas que poseen conocimiento de estas historias, y que las cuentan a las nuevas generaciones, son muy pocas.


A punto de desaparecer

Seres humanos que se convierten en monos, en cerdos, en toros; espíritus errantes que asustan a los caminantes nocturnos de nuestra campiña. Todo este conjunto de experiencias y creencias está actuante y presente entre ciertas gentes de los pueblos.

“Es una herencia que nos une con las culturas prehispánicas; es un tesoro de sabiduría”, comentó la Licda. Ana Graciela de Letona, miembro del Departamento de investigaciones de CONCULTURA. Para ella, es importante rescatar estas historias por la trascendencia que obtiene dentro de algunas comunidades y por su alcance ideológico, mítico y religioso.

Los medios de comunicación han demostrado ser “enemigos” naturales de las tradiciones y los elementos culturales, siendo implantadores de patrones de conducta de otras naciones. Pero el salvadoreño mismo ha tomado el papel de enemigo social con su actitud indiferente, cuando no despectiva, de todo lo que se relacione con costumbres y mitos del pasado, estiman los expertos.

Para los jóvenes esas historias sobre duendes como la Cuyáncua, la Descarnada y otros tantos seres más son solo historias ridículas de viejos y viejas. “Los muchachos ya no le toman interés a las historias contadas por los abuelos. Para ellos es algo que no tiene ningún valor. Se ven más atraídos por otras culturas y conocer lo nuestro no les parece nada atractivo”, señaló Delmy Villalobos, maestra de Lenguaje y Literatura de educación media.


Al rescate de los personajes míticos

Es un hombrecillo de buen vestir que persigue a las mujeres. Halaga a sus enamoradas con regalos y serenatas. Provoca que las mujeres adelgacen exageradamente. Para ahuyentarlo las mujeres deben comer en el inodoro, eso es algo que él no soporta… es el Duende.

La mitología cuscatleca incluye dioses, espíritus, personas, seres sobrenaturales y animales misteriosos. El Cadejo es uno de los más reconocidos. Este es un animal similar a un perro. Sus ojos parecen brasas y emite un silbido fino. Existe uno blanco y uno negro, que representan al bien y el mal respectivamente. Cuando el silbido se oye lejos es que está cerca y viceversa. Algunos afirman que los ha salvado de algún mal. Estas historias se encuentran en el libro Tradición Oral de El Salvador y fueron recopiladas por la sección de Etnografía del Departamento de Investigaciones de la Dirección de Patrimonio Cultural de CONCULTURA.

Para el Dr. Ramón Rivas, Antropólogo y Director del Museo de Antropología de la UTEC, los mitos y las leyendas son invenciones o creaciones sobre personas, animales o lugares que buscan decir algo. “Su función social se basa en decir o evitar decir algo. El mito se forma a través de la historia, cuenta algo de forma indirecta, deja pensando. La leyenda se centra en un hecho específico y lo hace de manera directa. Esa es la diferencia. Por lo demás, ambas tienen un trasfondo manipulador”, aclaró el Dr. Rivas.

En algunos lugares se cree en estas historias y se siguen contando. Nahuizalco es ejemplo de ello. Aún cuando muchos consideran las leyendas como inventos de viejos hay otros que les dan importancia. “En mi barrio había una señora que hacia brujería. Desde que murió sale una culebra con unos cuernos de oro, el que la ve se vuelve loco”, declaró Jesús Ortiz, residente de Nahuizalco.

Se investiga, pero faltan recursos para registrar la historia

CONCULTURA realizó investigaciones de campo hasta la década de los 80's para conocer cómo eran narradas las historias en las distintas zonas del país. El organismo cuenta con una serie de manuscritos que constituyen una memoria de estas narraciones. El problema para terminar este trabajo se basa en la falta de recurso humano. “Aparte de no contar con suficiente personal, no existe un trabajo coordinado entre la institución con centros educativos, universidades y casas de la cultura. El intento se sigue haciendo pero de modo muy separado, por localidades”, recalcó la Licda. Ana de Letona.

El no contar con una cultura homogénea dificulta en gran medida el rescate de estas narraciones. El sistema de educación debe jugar un papel clave para implementar el estudio de nuestra historia.

Para Israel Escobar Noyola, Historiador de la UTEC, es importante aprovechar la riqueza de estas historias ya que nos dan un panorama de la vida de ciertas épocas.

El Dr. Rivas considera urgente documentar estas narrativas de lo contrario serán transformadas. “La cultura se hace, nadie nace con cultura. Esta a la vez evoluciona y las historias no se quedan atrás; si no se hace algo desaparecerán”, concluyó.

Creencias guanacas Los salvadoreños conservan algunas creencias mágicas que le llevan a determinar la buena o mala suerte:
  • Cuando una mariposa negra se posa en una casa es porque un miembro de la familia morirá.
  • Cuando los perros aúllan es anuncio de una desgracia.
  • Tener la estatuilla de elefante y ponerla de espalda en la entrada de la casa trae buena suerte.
  • Las estatuillas de búhos traen buena suerte.
  • Ver perros copulando causa pispelos (orzuelos: pequeños tumores en los párpados).
  • El ruido de la leña cuando se quema anuncia la llegada de una visita.

Obtenido el 20 de enero de 2009 de: http://www.uca.edu.sv/virtual/comunica/archivo/abr202007/notas/nota26.htm