martes, 20 de enero de 2009

Patrimonio cultural en peligro de extinción



Por Fernando Recinos
Periodista


La transmisión oral ha dejado de ser utilizada. Los coloridos relatos contados por nuestros abuelos se ven amenazados con el olvido y personajes de nuestra mitología se esfuman en la niñez que prefiere a los héroes fantásticos y de otros mundos que son presentados sobre todo en la televisión.

Cuántos de los niños y jóvenes de hoy seguramente no podrán describir y mucho menos tener miedo al ver imágenes de esos emblemáticos personajes de nuestra mitología.

Alta, despeinada, fea y seca. Dientes salidos, sucios. Tiene las uñas largas, un aspecto tenebroso y la piel arrugada y terrosa como una “tusa”. Sus ojos rojos y saltados se ven en la oscuridad. Asusta a los hombres por las noches a la orilla de los caminos o se aparece en los ríos lavando ropa. Con su cabello largo y despeinado oculta su rostro y engaña a las personas mostrándose como una mujer hermosa. Es la Siguanaba descrita por Miguel Ángel Espino en su libro Mitología de Cuscatlán.

Al igual que la Siguanaba, existen un gran número de personajes que forman parte de las leyendas salvadoreñas. Algunas aún se mantienen en los distintos rincones del país. El cuento de La Cangrejita y el Haragán, La Carreta Bruja, El Hombre con Gueguecho, El Cipitío, El Cadejo y El Justo Juez de la Noche son sólo algunos de ellos.

Nadie sabe cómo surgieron estas historias. Lo que sí es claro es que nacieron con una función social y cultural. “A finales del siglo XIX y principios del XX el Estado salvadoreño se interesó por rescatar lo vernáculo, lo indígena y lo popular para crear una mitología cuscatleca.

El objetivo era establecer un sentido de pertenencia y lograr cierta dominación ideológica y de clase. En el fondo se buscaba diferenciar a los salvadoreños de otros pueblos, pero a la vez arropando una forma de autoridad política particular”, explicó Chester Urbina, Historiador de la Escuela de Arte y Cultura de la Universidad Tecnológica (UTEC).

La creencia en estos personajes se mantiene a través de los tiempos. Estos seres llenaron de miedo los relatos de los ancianos. Ahora, las personas que poseen conocimiento de estas historias, y que las cuentan a las nuevas generaciones, son muy pocas.


A punto de desaparecer

Seres humanos que se convierten en monos, en cerdos, en toros; espíritus errantes que asustan a los caminantes nocturnos de nuestra campiña. Todo este conjunto de experiencias y creencias está actuante y presente entre ciertas gentes de los pueblos.

“Es una herencia que nos une con las culturas prehispánicas; es un tesoro de sabiduría”, comentó la Licda. Ana Graciela de Letona, miembro del Departamento de investigaciones de CONCULTURA. Para ella, es importante rescatar estas historias por la trascendencia que obtiene dentro de algunas comunidades y por su alcance ideológico, mítico y religioso.

Los medios de comunicación han demostrado ser “enemigos” naturales de las tradiciones y los elementos culturales, siendo implantadores de patrones de conducta de otras naciones. Pero el salvadoreño mismo ha tomado el papel de enemigo social con su actitud indiferente, cuando no despectiva, de todo lo que se relacione con costumbres y mitos del pasado, estiman los expertos.

Para los jóvenes esas historias sobre duendes como la Cuyáncua, la Descarnada y otros tantos seres más son solo historias ridículas de viejos y viejas. “Los muchachos ya no le toman interés a las historias contadas por los abuelos. Para ellos es algo que no tiene ningún valor. Se ven más atraídos por otras culturas y conocer lo nuestro no les parece nada atractivo”, señaló Delmy Villalobos, maestra de Lenguaje y Literatura de educación media.


Al rescate de los personajes míticos

Es un hombrecillo de buen vestir que persigue a las mujeres. Halaga a sus enamoradas con regalos y serenatas. Provoca que las mujeres adelgacen exageradamente. Para ahuyentarlo las mujeres deben comer en el inodoro, eso es algo que él no soporta… es el Duende.

La mitología cuscatleca incluye dioses, espíritus, personas, seres sobrenaturales y animales misteriosos. El Cadejo es uno de los más reconocidos. Este es un animal similar a un perro. Sus ojos parecen brasas y emite un silbido fino. Existe uno blanco y uno negro, que representan al bien y el mal respectivamente. Cuando el silbido se oye lejos es que está cerca y viceversa. Algunos afirman que los ha salvado de algún mal. Estas historias se encuentran en el libro Tradición Oral de El Salvador y fueron recopiladas por la sección de Etnografía del Departamento de Investigaciones de la Dirección de Patrimonio Cultural de CONCULTURA.

Para el Dr. Ramón Rivas, Antropólogo y Director del Museo de Antropología de la UTEC, los mitos y las leyendas son invenciones o creaciones sobre personas, animales o lugares que buscan decir algo. “Su función social se basa en decir o evitar decir algo. El mito se forma a través de la historia, cuenta algo de forma indirecta, deja pensando. La leyenda se centra en un hecho específico y lo hace de manera directa. Esa es la diferencia. Por lo demás, ambas tienen un trasfondo manipulador”, aclaró el Dr. Rivas.

En algunos lugares se cree en estas historias y se siguen contando. Nahuizalco es ejemplo de ello. Aún cuando muchos consideran las leyendas como inventos de viejos hay otros que les dan importancia. “En mi barrio había una señora que hacia brujería. Desde que murió sale una culebra con unos cuernos de oro, el que la ve se vuelve loco”, declaró Jesús Ortiz, residente de Nahuizalco.

Se investiga, pero faltan recursos para registrar la historia

CONCULTURA realizó investigaciones de campo hasta la década de los 80's para conocer cómo eran narradas las historias en las distintas zonas del país. El organismo cuenta con una serie de manuscritos que constituyen una memoria de estas narraciones. El problema para terminar este trabajo se basa en la falta de recurso humano. “Aparte de no contar con suficiente personal, no existe un trabajo coordinado entre la institución con centros educativos, universidades y casas de la cultura. El intento se sigue haciendo pero de modo muy separado, por localidades”, recalcó la Licda. Ana de Letona.

El no contar con una cultura homogénea dificulta en gran medida el rescate de estas narraciones. El sistema de educación debe jugar un papel clave para implementar el estudio de nuestra historia.

Para Israel Escobar Noyola, Historiador de la UTEC, es importante aprovechar la riqueza de estas historias ya que nos dan un panorama de la vida de ciertas épocas.

El Dr. Rivas considera urgente documentar estas narrativas de lo contrario serán transformadas. “La cultura se hace, nadie nace con cultura. Esta a la vez evoluciona y las historias no se quedan atrás; si no se hace algo desaparecerán”, concluyó.

Creencias guanacas Los salvadoreños conservan algunas creencias mágicas que le llevan a determinar la buena o mala suerte:
  • Cuando una mariposa negra se posa en una casa es porque un miembro de la familia morirá.
  • Cuando los perros aúllan es anuncio de una desgracia.
  • Tener la estatuilla de elefante y ponerla de espalda en la entrada de la casa trae buena suerte.
  • Las estatuillas de búhos traen buena suerte.
  • Ver perros copulando causa pispelos (orzuelos: pequeños tumores en los párpados).
  • El ruido de la leña cuando se quema anuncia la llegada de una visita.

Obtenido el 20 de enero de 2009 de: http://www.uca.edu.sv/virtual/comunica/archivo/abr202007/notas/nota26.htm