domingo, 8 de marzo de 2009

En riesgo, 27% de las lenguas indígenas de nuestro país



■ Son consideradas “piezas de museo”

■ Un centenar de ellas son habladas por menos de mil personas

■ En muchas ocasiones, su uso es motivo para que se discrimine a las personas


Alondra Flores


La preservación de las lenguas indígenas como piezas de museo, la discriminación y estigmatización, aun entre sus propios hablantes, y la descomposición social, son algunos de los factores que han acelerado la desaparición de las lenguas maternas entre los grupos autóctonos mexicanos, a pesar de ser el país con mayor número de hablantes en el continente americano, coincidieron en señalar especialistas en el tema.

En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), existe un registro de 364 variantes de lenguajes autóctonos, 100 de ellos –casi 30 por ciento– tienen menos de mil hablantes, por lo que pueden considerarse vulnerables a la desaparición.


El entorno social influye: Nava

Actualmente existe un panorama muy difícil para varias de las lenguas indígenas en México, estimó Fernando Nava, director general del Inali, organismo descentralizado del gobierno federal que se creó en 2003 con el objetivo de promover la preservación de los lenguajes originarios de nuestro país.

El 14 de enero de 2008, el Diario Oficial de la Federación publicó el Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales, elaborado por este organismo, en el que se reconocen 364 variantes que se desprenden de 11 familias lingüísticas indoamericanas con presencia en México.

“Justamente con estas categorías del catálogo, de las 364 variantes, 100 en números redondos tienen menos de mil hablantes, por lo que pueden considerarse vulnerables a la desaparición”, señala Nava en entrevista. Es decir, tomando en cuenta las cifras proporcionadas, 27 por ciento de las lenguas indígenas en México está en peligro de desaparecer.

Además de la falta de transmisión de padres a hijos, otro factor que amenaza con extinguir las lenguas es el resquebrajamiento del entorno social de los hablantes, debido a los problemas socioeconómicos que provoca la migración, que a su vez desencadena el desplazamiento lingüístico.

Algunas de las variantes lingüísticas que merecen mayor atención son: el ayapaneco, de la familia mixe-zoque, en Tabasco; el kiliwa, de la familia cochimí-yumana, y el zapoteco, de Mixtepec.

Y es ahí, alerta Nava, donde existe un espejismo peligroso, ya que si vemos el censo general de población, observamos que hay casi medio millón de hablantes del zapoteco; sin embargo, al analizar de manera diferenciada, notamos que la variante del Istmo es una lengua muy vigorosa, mientras que el zapoteco de Mixtepec está en alto riesgo de desaparición, por su bajo número de hablantes. El zapoteco de San Felipe de Jalapa y de Asunción Tlacolulita también tienen menos de 100 hablantes.

En este sentido, un aporte del Inali es la utilización del término “variante lingüística”, que es una categorización con mayor grado de detalle, ya que toma en cuenta las diferencias estructurales y léxicas dentro de una misma agrupación lingüística y su respectiva demarcación geoestadística.

Al resaltar la importancia del término, Nava ejemplifica con la lengua náhuatl, que es hablada por más de un millón de personas; sin embargo, es una agrupación de alta diversidad, porque tiene 30 variantes lingüísticas, muchas de ellas en riesgo de desaparición.

“Nosotros estamos trabajando caso por caso prácticamente en cada una de estas 100 comunidades con menos de mil hablantes. Es imposible atender a toda esta diversidad con una sola estrategia. Las condiciones socioculturales son muy diferentes.

No obstante, no todas estas variantes están en riesgo, considerando que algunas sí se están transmitiendo de una generación a otra, como es el caso de los seris en Sonora, donde la herencia es muy fuerte, hay una gran vitalidad lingüística y no llegan a mil personas, pero las otras condiciones no la ponen en peligro”, expone Nava.

Finalmente, el director del Inali instó a preocuparse también por las lenguas vitales, “porque si descuidamos y buscamos desarrollar aquellas que hoy tienen una condición social favorable y un hábito de transmisión transgeneracional pleno, en muy poco tiempo todas las lenguas van a estar en riesgo de desaparición”.


Estigmatización de las lenguas

Existe un discurso que promueve la preservación de las lenguas indígenas como piezas de museo, cuando en realidad son instituciones vivas que se reproducen en la vida cotidiana de las comunidades, opina José Luis Moctezuma Barragán, investigador adscrito al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La estigmatización de las lenguas indígenas aún existe, al considerarlas un lastre para la sociedad, un atraso para la región y el país, lo cual es una percepción que se sigue transmitiendo, pese al esfuerzo que realizan instituciones como el Inali, la academia e inclusive los propios escritores en lenguas originarias. “Los lingüistas coincidimos en afirmar que no se tiene que educar a los indígenas, sino a los mestizos, para que aprendan a convivir con las lenguas indígenas y las vean como patrimonio y no como lastre”.

Moctezuma Barragán sostiene que, de alguna manera, todas las lenguas viven un proceso de desplazamiento y, al mismo tiempo, de resistencia, que hacen que se mantengan a pesar de las cuestiones externas a que han sido expuestas. Desafortunadamente, debido a estos estigmas, en nuestro país se suspende el proceso de transmisión a las nuevas generaciones, por lo que muchos jóvenes y niños en la actualidad no hablan sus lenguas.

Basar el peligro de extinción de una lengua en su número de hablantes puede ser engañoso e incorrecto, alerta el antropólogo especialista en el grupo mayo, en el norte del país, ya que hay lenguas como el seri o el kikapú que son muy vitales, aunque su número de hablantes sea reducido, mientras que lenguas como el otomí y el mazahua, a pesar de tener muchos hablantes, viven un acelerado proceso de desaparición. Y este proceso también ocurre de manera variable aun con una misma lengua, pero en diferentes regiones, por ejemplo, el náhuatl, que es muy hablado en algunas comunidades, donde sigue siendo una lengua viva, mientras que en otras prácticamente ha desaparecido.

Ante esta situación, Moctezuma Barragán señala que se requieren estudios de caso que permitan entender estos procesos de manera particular y así buscar soluciones para revertirlos.


500 años de dominación

Thomas C. Smith Stark, especialista en lenguas mesoamericanas, considera que 500 años de dominación en México han creado una actitud negativa hacia las lenguas indígenas, aun entre sus propios hablantes, quienes han sufrido discriminación, hostigamiento y hasta burlas por usar su habla fuera de su comunidad, entonces no quieren que sus hijos padezcan lo mismo.

El investigador del Colegio de México coincide en señalar que desde la prehistoria ha existido la muerte de lenguas, ya sea por conquistas o por la influencia dominante socioeconómica, política y cultural entre los pueblos, desde los etruscos en la antigua Italia hasta nuestros días. Sin embargo, “lo que vemos es una aceleración del proceso, dadas las condiciones de globalización, comunicación y educación universal”.

En el caso de México, desde el periodo de Independencia, el Estado adoptó una política de homogeneización entre la población para crear una sola identidad como mexicanos, en la que se incluye el uso del idioma español de manera general, con un sistema legal y educativo que ha actuado en contra del uso de las lenguas indígenas.

Se han aplicado políticas muy violentas contra el mantenimiento de las lenguas originarias y la cultura tradicional, además de que la falta de presencia en los sistemas legales y en los medios de comunicación ha dejado una experiencia histórica entre los actuales hablantes, quienes ven que no son aceptadas en muchos ámbitos de la cultura nacional.

“En consecuencia, ven para sus hijos ventajas de hablar el español, pero ninguna de continuar con su lengua indígena. Hasta los sistemas de educación indígena, que supuestamente son bilingües, han sido un fracaso, porque simplemente han sido un esquema para enseñarles español”, apunta Smith Stark.

Por ejemplo –cita el también consejero del Inali–, en una visita a Oaxaca, en una comunidad donde todos hablan zapoteco, la ceremonia de cambio de autoridad se hizo totalmente en español, “me parece una indicación de que aun en ese pueblo, donde toda la gente habla la lengua local, el español tiene un estatus de lengua de poder, como lengua de gobierno que legitima”.

Sin embargo, el investigador se dijo optimista, ya que cada vez se oye menos el término dialecto como una categoría menor para referirse a las lenguas indígenas, “la gente muestra un poco más de conciencia sobre la existencia y su importancia en cuanto a la identidad nacional y bienes culturales intangibles de la nación”.


Obtenido el 8 de marzo de 2009 de: http://www.jornada.unam.mx/2008/08/27/index.php?section=cultura&article=a04n1cul