lunes, 9 de marzo de 2009

Champurrado de lenguas



Un lenguaje es el idioma hablado por un pueblo o nación. Es el medio con el que expresamos el hablar cotidiano, ya sea en la familia, en la escuela, en el trabajo o en cualquier otro ámbito. En el México prehispánico se hablaban diversas lenguas indígenas; muchas de ellas subsisten pero actualmente predomina el uso del español, que contiene una gran variedad de vocablos de diversos orígenes. Algunos de ellos proceden de idiomas fuera de uso, pero que en su época representaron la forma más común de comunicación entre los hombres y las mujeres de algún lugar o país.

Nuestro lenguaje diario tiene su origen más antiguo en el idioma indoeuropeo, uno de los más remotos en el tiempo y que, como su nombre lo indica, se considera que fue utilizado en una extensa zona que abarca desde el continente europeo hasta el subcontinente indio.

El indoeuropeo, hablado quizá hace más de cinco mil años, es la lengua madre, o mejor dicho, abuela de la mayoría de los idiomas conocidos a través de la historia; como el griego y el latín, mismos que a su vez dieron lugar a la conformación de las lenguas modernas que se hablan en las naciones contemporáneas ubicadas en la zona indicada: Italia, Rusia, Francia, España, Inglaterra, Portugal y Alemania, entre muchas más.

Formas de influencia entre los idiomas

A pesar de la riqueza de las lenguas conocidas comúnmente, éstas se encuentran en constante evolución; para ello siguen diferentes mecanismos.

1) A través de los intercambios entre las naciones -sean culturales, comerciales o de cualquier otra índole- los idiomas correspondientes reciben influencias recíprocas. Este fenómeno es posible observarlo en las zonas limítrofes de los países, ya que al haber comunicación cotidiana entre las poblaciones vecinas se van adaptando, aunque con ciertas modificaciones, las palabras usadas en el otro idioma. Un ejemplo muy claro lo tenemos en la franja fronteriza del norte de nuestro país, donde se ha desarrollado un léxico que se compone de la derivación de términos tanto del español como del inglés. A este vocabulario la gente que lo usa le llama spanglish; por ejemplo: vaso, en español, se dice glass en inglés, y para expresarlo en spanglish se dice glasso. Este es un ejemplo de las influencias actuales. Hoy en día, para quienes no usamos esos vocablos, estas "deformaciones" nos pueden parecer raras, divertidas, o quizá hasta aberrantes; pero probablemente con el correr del tiempo dejen de sonar extrañas y sean adoptadas oficialmente por las correspondientes Academias de la Lengua.

2) En ocasiones las palabras adoptadas por un idioma conservan la forma original de escribirse, debido principalmente a que no se tiene un vocablo y quizá ni siquiera un concepto que defina lo que ya está vigente en otro lugar. Esto se puede observar claramente dentro del vocabulario usado en el medio de la computación: la palabra Internet, formada de las palabras inglesas international y net -internacional y red, en nuestro idioma-, tiene el mismo significado que en español; tal vez si el concepto hubiera surgido en un país donde se hablara el castellano, podría haberse llamado "interred".

3) Existe otra situación en la que una palabra es adoptada y modificada por otro idioma. Esto es frecuente cuando la palabra en cuestión proviene de algún nombre propio, por ejemplo: el nombre en inglés de la unidad de capacidad eléctrica es farad -proveniente de Faraday, físico inglés-; sin embargo, la palabra castellanizada y utilizada en nuestra lengua es "faradio".


Nuestro hablar

El español debe su integración principalmente a los siguientes idiomas:

1) Al latín, lengua usada durante el Imperio Romano que fue llevada a España hace más de dos mil años. Por ejemplo: bisiesto (de bisextus), cúmulo (de cúmulus) y llamar (de clamare).

2) Al griego, ya que la Civilización Helénica tuvo gran influencia en los países mediterráneos antes de que fueran conquistados por los romanos; que su lenguaje contenía muchas palabras de origen griego. Por ejemplo: biblioteca (de biblíon y theke), democracia (de demokratía) y cínico (de kynicós).

3) Al árabe, que gracias a la conquista y al dominio que ejercieron los musulmanes sobre España desde el siglo VIII hasta el XV, su lengua dejó en el castellano muchos de sus vocablos. Por ejemplo: almohada (de almuhadda), hasta (de hatta) y ojalá (de wa-sa Alláh).

4) Desde luego que en México nuestro hablar está impregnado enormemente por palabras con orígenes en lenguas prehispánicas habladas en el territorio nacional. Destaca el náhuatl -también denominado mexicano por quienes lo hablan-. Por ejemplo: petaca (de petlalcalli), mitote (de mitotiqui) y aguacate (de ahuácatl).

Galicismos

La lengua francesa ha influido considerablemente en el español: en su sintaxis y sobre todo en el vocabulario. Hubo principalmente dos etapas en las que se intensificó dicha influencia: durante la Edad Media, entre los siglos XI al XIII, y más adelante, en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se instaura en España la Casa Real Francesa de los Borbones, hecho que coincide con la preponderancia de la cultura y literatura francesas entre los Ilustrados de dicho siglo.

Es en esta última etapa cuando al español se incorporan numerosos vocablos franceses que ya castellanizados son ahora de uso común: en la vivienda y el mobiliario: chalé (de chalet), sofá (de sofa), neceser (de necessaire); en la moda: chaqueta o jaqué (de jaquette), pantalón (de pantalon), corsé (de corset); en el campo de la política: parlamento (de parlement), debate (de débat), departamento (de département), gubernamental (de gouvernemental); y en la economía: finanzas (de finances), aval (de aval), bolsa (de bourse), cotizar (de cotiser).

Otras palabras provenientes del francés y de uso común en el español son: jardín (de jardin), jaula (de jaole), joya (de joie), parque (de parc), taxímetro (de taximètre), bulevar (de boulevard), buqué (de bouquet), volován (de vol au vent), cincel (de ciseau), burocracia (de bureau, oficina, y krat, gobierno en griego, influencia excesiva de los empleados públicos en el gobierno).

En algunos casos el origen de alguna palabra puede resultar curioso, como "restaurante", de restaurant, del verbo restaurer en francés y "restaurar" en español. Se cree que la primera vez que se usó la palabra restaurant para significar un establecimiento donde se sirve de comer, fue en París en el siglo XVIII, y se usó esa palabra con la intención de dar a entender que allí había comida especial que "restauraba" la salud de quienes padecían de una mala digestión y que tenían que tomar solamente cierto tipo de alimentos. Puede suponerse que tal restaurant resultó un buen negocio ya que abundan los restaurantes en la actualidad.


Bibliografía

Cabrera, Luis: Diccionario de aztequismos, Ediciones Oasis, México, 1980

Enciclopedia Salvat, Salvat Editores, Barcelona, 1971

Estébanez Calderón, Demetrio: Diccionario de términos literarios, filología y lingüística. Alianza Editorial, Madrid, 1999

Moliner, María: Diccionario de uso del español, Editorial Gredos, Madrid, 1991

Rey, Alain, Le Robert micro: Dictionnaire de la langue française, Dicorobert Inc., Montreal, 1998


Obtenido el 9 de marzo de 2009 de: http://sepiensa.org.mx/contenidos/l_champu/champu1.htm