
MARTA LAMAS
En la Universidad del Claustro de Sor Juana se llevó a cabo la celebración del natalicio de la Décima Musa. En una mesa redonda diversos académicos reflexionaron sobre varios aspectos de su obra y, ¡oh sorpresa!, hubo una representación de El Sueño, también conocido como Primero sueño, a cargo de la directora teatral y actriz Jesusa Rodríguez. El Sueño es el poema más largo de Sor Juana, y también el más personal y complicado. Ella misma se refiere a él diciendo: "No me acuerdo haber escrito por mi gusto, si no es un papelito que llaman El Sueño". Al respecto, Octavio Paz dice que, aunque Primero sueño está construido con deliberada y rigurosa objetividad, al poema lo recorre secretamente una emoción personal. Paz lo califica como poesía del intelecto ante el cosmos y celebra la "absoluta originalidad" de Sor Juana, tanto en el asunto como en el fondo de su poema: "no hay en toda la literatura y la poesía española de los siglos XVI y XVII nada que se parezca al Primero sueño".
Se desconoce la fecha en que Sor Juana lo escribió, aunque se supone que debe haberlo hecho alrededor de 1685, cuando se acercaba a los cuarenta años, pero aparece publicado por primera vez en 1692. En la Respuesta a Sor Filotea Sor Juana lo llama El Sueño, a secas, y desde la primera edición aparece como Primero Sueño. Sor Juana cuenta cómo, mientras su cuerpo dormía, el alma ascendía a la esfera superior y allá experimentaba una visión intensa, vasta y luminosa que la deslumbraba; desde esa perspectiva celestial relata sus éxtasis, sus dudas, sus vacilaciones. Paz considera que el poema es, al mismo tiempo, una alegoría y una confesión, cuyo tema es la búsqueda de conocimiento.
Jean Franco, en "Sor Juana explora el espacio", un capítulo de su libro Las conspiradoras. La representación de la mujer en México, analiza las condiciones restrictivas en que Sor Juana escribió este poema y cómo tuvo que imaginar una construcción alegórica. Para Franco, Sor Juana echó por tierra la idea de que la ignorancia era una característica "natural" de las mujeres. No transgredió de manera frontal los límites que la Iglesia le imponía, no se burló de la jerarquía católica, sino que aprovechó los resquicios para colar su talento y erudición, como en El sueño. Este poema obsesivamente simétrico, una silva de 975 versos, inicia con la caída de la noche y termina con la salida del sol. Tiene tres momentos diferenciados: antes de dormir, el sueño y el despertar. Es un poema atravesado por un osado impulso: el anhelo de conocer al mundo describiéndolo como un maravilloso compendio de analogías.
Ahora bien, aunque los expertos sorjuanistas han hecho múltiples interpretaciones y sesudos estudios del poema, nunca nadie había intentado poner en escena el Primero Sueño. Jesusa Rodríguez hace del poema un espectáculo arriesgado e interesante, que dedica a Doña Jesusa Ramírez Gama, quien siempre fue su más crítica y devota espectadora. Luego sola, en un escenario iluminado por la luz de una vela, recita los 975 herméticos versos ante los atónitos espectadores. El cosmos, las maravillas del mundo antiguo, varios elementos del mundo vegetal y animal y referencias a la geometría, la farmacopea y a las lógicas platónica y aristotélica, desfilan en un juego de simetrías, creando metáforas que aluden a la gran cadena del ser y su vinculación con el alma. Jesusa Rodríguez representa a nuestra monja con su afán de conocimiento, sus métodos de estudio, sus cavilaciones de solitaria, en el espacio de su celda, mientras fluye la musicalidad del poema.
En este poema barroco, uno de los aciertos de Sor Juana es convertir su amor al saber en tema poético; en esta puesta en escena, uno de los aciertos de Jesusa Rodríguez es ofrecer su visión de la pasión de Sor Juana por el conocimiento. A lo largo de 12 años, Jesusa Rodríguez ha ido memorizando los 975 versos de El sueño, con la idea de algún día recitarlos. Hace casi dos meses, la Universidad del Claustro de Sor Juana la acogió para la primera representación, frente a un público que, sin comprender el poema, se dejó llevar por la emoción. Luego viajó a España y ofreció funciones en Salamanca y Zaragoza. Hace 20 días hizo una más para sorjuanistas, esta vez en una celda como en la que estuvo Sor Juana. Y el pasado miércoles 12, el día en que supuestamente nació Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (¿hace 357 o 360 años?) dio otra función.
En su exploración del espacio, Sor Juana ejerce su libertad, la única que no le pudieron censurar. En esta interpretación escénica, Jesusa Rodríguez también ejerce su libertad al ofrecer su muy personal visión de cómo la monja escritora se comportaba íntimamente en su celda; cómo se aprestaba para dormir; cómo transcurría su sueño y, finalmente, cómo llegaba al amanecer: el mundo iluminado, y yo despierta.
Hay que agradecer la pasión de Jesusa Rodríguez y su persistencia por tantos años hasta lograr darle forma a esta representación teatral, que nos permite gozar ininterrumpidamente el largo poema al mismo tiempo que disfrutamos de una puesta en escena original y atrevida. Pero, sobre todo, hay que agradecerle a Carmen Beatriz López Portillo que sostenga la memoria de Sor Juana con este tipo de celebraciones inteligentes y conmovedoras.
Se desconoce la fecha en que Sor Juana lo escribió, aunque se supone que debe haberlo hecho alrededor de 1685, cuando se acercaba a los cuarenta años, pero aparece publicado por primera vez en 1692. En la Respuesta a Sor Filotea Sor Juana lo llama El Sueño, a secas, y desde la primera edición aparece como Primero Sueño. Sor Juana cuenta cómo, mientras su cuerpo dormía, el alma ascendía a la esfera superior y allá experimentaba una visión intensa, vasta y luminosa que la deslumbraba; desde esa perspectiva celestial relata sus éxtasis, sus dudas, sus vacilaciones. Paz considera que el poema es, al mismo tiempo, una alegoría y una confesión, cuyo tema es la búsqueda de conocimiento.
Jean Franco, en "Sor Juana explora el espacio", un capítulo de su libro Las conspiradoras. La representación de la mujer en México, analiza las condiciones restrictivas en que Sor Juana escribió este poema y cómo tuvo que imaginar una construcción alegórica. Para Franco, Sor Juana echó por tierra la idea de que la ignorancia era una característica "natural" de las mujeres. No transgredió de manera frontal los límites que la Iglesia le imponía, no se burló de la jerarquía católica, sino que aprovechó los resquicios para colar su talento y erudición, como en El sueño. Este poema obsesivamente simétrico, una silva de 975 versos, inicia con la caída de la noche y termina con la salida del sol. Tiene tres momentos diferenciados: antes de dormir, el sueño y el despertar. Es un poema atravesado por un osado impulso: el anhelo de conocer al mundo describiéndolo como un maravilloso compendio de analogías.
Ahora bien, aunque los expertos sorjuanistas han hecho múltiples interpretaciones y sesudos estudios del poema, nunca nadie había intentado poner en escena el Primero Sueño. Jesusa Rodríguez hace del poema un espectáculo arriesgado e interesante, que dedica a Doña Jesusa Ramírez Gama, quien siempre fue su más crítica y devota espectadora. Luego sola, en un escenario iluminado por la luz de una vela, recita los 975 herméticos versos ante los atónitos espectadores. El cosmos, las maravillas del mundo antiguo, varios elementos del mundo vegetal y animal y referencias a la geometría, la farmacopea y a las lógicas platónica y aristotélica, desfilan en un juego de simetrías, creando metáforas que aluden a la gran cadena del ser y su vinculación con el alma. Jesusa Rodríguez representa a nuestra monja con su afán de conocimiento, sus métodos de estudio, sus cavilaciones de solitaria, en el espacio de su celda, mientras fluye la musicalidad del poema.
En este poema barroco, uno de los aciertos de Sor Juana es convertir su amor al saber en tema poético; en esta puesta en escena, uno de los aciertos de Jesusa Rodríguez es ofrecer su visión de la pasión de Sor Juana por el conocimiento. A lo largo de 12 años, Jesusa Rodríguez ha ido memorizando los 975 versos de El sueño, con la idea de algún día recitarlos. Hace casi dos meses, la Universidad del Claustro de Sor Juana la acogió para la primera representación, frente a un público que, sin comprender el poema, se dejó llevar por la emoción. Luego viajó a España y ofreció funciones en Salamanca y Zaragoza. Hace 20 días hizo una más para sorjuanistas, esta vez en una celda como en la que estuvo Sor Juana. Y el pasado miércoles 12, el día en que supuestamente nació Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana (¿hace 357 o 360 años?) dio otra función.
En su exploración del espacio, Sor Juana ejerce su libertad, la única que no le pudieron censurar. En esta interpretación escénica, Jesusa Rodríguez también ejerce su libertad al ofrecer su muy personal visión de cómo la monja escritora se comportaba íntimamente en su celda; cómo se aprestaba para dormir; cómo transcurría su sueño y, finalmente, cómo llegaba al amanecer: el mundo iluminado, y yo despierta.
Hay que agradecer la pasión de Jesusa Rodríguez y su persistencia por tantos años hasta lograr darle forma a esta representación teatral, que nos permite gozar ininterrumpidamente el largo poema al mismo tiempo que disfrutamos de una puesta en escena original y atrevida. Pero, sobre todo, hay que agradecerle a Carmen Beatriz López Portillo que sostenga la memoria de Sor Juana con este tipo de celebraciones inteligentes y conmovedoras.