viernes, 31 de octubre de 2008

Poner fin a la “pillería” en Tenosique, ofrece Calderón


■ “¡Nos están robando!”, dicen pobladores que rechazan ir a albergues

■ “Esto ya no es colonia Pueblo Nuevo, es Pueblo Hundido”, se quejan afectados por la peor tragedia en 40 años, en este municipio tabasqueño



Claudia Herrera Beltrán (Enviada)

Tenosique, Tab., 24 de octubre. Por donde camina, el presidente Felipe Calderón escucha la misma historia: los habitantes rechazan irse a los albergues. “Andan robando las casas”, gritan y manotean las señoras empapadas por una lluvia que no cesa.

Ante la peor tragedia ocurrida en Tenosique en 40 años por el desbordamiento del Usumacinta, el michoacano promete poner fin a la “pillería” enviando un comando de la Policía Federal Preventiva, de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la policía estatal.

El ofrecimiento no convence: “nos están robando”, insiste otra mujer detrás de una valla que separa a los habitantes del Presidente y de los secretarios de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y de Desarrollo Social, Ernesto Cordero, guarecidos con sombrillas y cubiertos con impermeables, que escurren el agua.

Calderón se impacienta. “Ya lo sé, ya lo oí y ya tomé nota, pero la manera en que podemos ayudar es con los albergues. No podemos ir a todas las casas. Es muy peligroso que permanezcan ahí. Voy a hablar con la policía federal para que hagan patrullajes.

“La gente no tiene la costumbre de los albergues, porque antes en cinco o seis días bajaba el agua. Mañana cumplimos un mes, señor, con la parte crítica”, aclara el alcalde priísta Antonio Solá, en una especie de mitin que se armó en la visita presidencial a este municipio vecino con Guatemala.

En su viaje en helicóptero observó copas de árboles y techos de casas que apenas asomaban en el río, por lo que el mandatario no quita el dedo del renglón. “Por favor, no expongan a sus niños, no arriesguen la familia” y los remitió con el general de apellido Toledano, comandante de la 38 Zona Militar, para evitar el pánico y el caos.


Catástrofe en la región de los Ríos

La bienvenida la dio el presidente municipal, tras la cual pide la reubicación de las familias lejos de las márgenes del río que inundó 39 colonias, y clama por lanchas de la Secretaría de Marina para trasladar damnificados y llevar alimentos.

Con la experiencia de las lluvias que hundieron a medio Villahermosa el año pasado, el gobernador Andrés Granier define ésta como la “gran catástrofe” de la región de los Ríos y pide una valoración real del número de afectados. Por lo pronto calcula 39 mil.

Micrófono en mano, afirma que la “desesperación” de este pueblo es grande, y aprovecha para lanzar un mensaje político en la tierra del perredista Andrés Manuel López Obrador.

“Tenemos que estar unidos. A los tabasqueños nos quieren dividir, nos quieren dividir para que nos peleemos unos contra otros, como lo estuvimos por 14 años, pero no lo van a lograr”.

Una caminata que se había planeado para media hora se prolonga por las peticiones de los lugareños.

Una comerciante del mercado Manuel Bartlett exclama: “¡estamos inundados!” y pide ayuda para 150 locatarios.

Desbordado por las peticiones, el gobernador responde: “No se puede apoyar hasta que baje el agua. El presidente quiere salvaguardar la vida de los tabasqueños. Tienen que tener paciencia”.

Otra señora acompañada por cuatro vecinas se planta frente a los funcionarios y les dice: “No estamos en el agua, pero nos afecta que los maridos no tengan empleo”.


“Dejen su nombre en un papelito”

“Vamos a sacar a la gente del agua. Déjenme su nombre en un papelito”, contesta el Presidente y bromea con las mujeres.

A unos metros Gabriel Pérez, en silla de ruedas, resume ante el Presidente el sentir de los tenosiquenses: “Esto ya no es colonia Pueblo Nuevo, es Pueblo Hundido” y se queja: “Se acabaron mis cosas, mis muebles, mi ropa, mis trastes. No tengo cómo recuperar lo poco que tenía”.

Calderón dice que “si necesitan un dinerito” los inscribe en el programa de empleo temporal, pero apenas avanza, una vecina de la colonia Colosio llora porque su esposo sigue viviendo en su casa inundada. “Convénzalo. Es muy difícil echarle la mano hasta allá”, responde.

Con insistencia, los habitantes apuntan sus reproches a una delegada que, dicen, ha entregado los recursos a personas que no los necesitan.

“Vayan al albergue y gestionen las cosas para que no haya mano negra”, insiste y luego cuando se topa con la delegada, le suelta “¡cómo le ha llovido!”.


Publicado en La Jornada el 25 de octubre de 2008. Obtenido el 31 de octubre de: http://www.jornada.unam.mx/2008/10/25/index.php?section=estados&article=030n1est.